LA ESCAPADA

En todo viaje siempre hay alguna anécdota que contar, alguna situación fuera de lo común, unas veces son instantes graciosos y otros pues no tanto, en este viaje que os voy a narrar, hubo sus momentos atípicos pero humorísticos, propio de cualquier comedia y aunque en principio resultaron de lo más apurado y estresante llegando incluso hasta el cabreo, después al contar lo acaecido, la mayoría de la gente se lo tomaron a chufla y se rieron a base de bien, solo imaginando la situación tan caótica.

Nos trasladamos al año 2007, tres amigas, Maruchi Mini y Mara, las tres protagonistas de esta marcha.Llevaban un tiempo dándole vueltas a la idea de hacer una escapadita pero siempre las circunstancias que rodaban a cada una de ellas, impedían cumplir ese deseo.

Un día tomando un café, volvieron a sacar el tema viaje y decidieron, circunstancias aparte, lanzarse a esa huida y escogieron el puente de la Constitución para tal fin, ya que eran cuatro días que para una escapadita eran idóneos. El destino elegido, Madrid porque a todas les gustaba y así de paso pues verían el alumbrado navideño que para esas fechas ya estaría colocado. Decidieron escoger esa fecha por Mara, que era la que tenía más problemas puesto que ella trabajaba, Maruchi y Mini ya estaban en ese tiempo jubiloso.

Hablaron de qué medio de transporte iban a elegir, autobús o tren, acordaron coger el tren por aquello de que hacía mucho tiempo que no viajaban en ese medio y porque les gustaba mucho, les resultaba más cómodo, todo lo cómodo que puedan ser los trenes con los que contamos aquí. Como tan solo eran cuatro días y a pesar de estar ya en tiempos invernales, determinaron no llevar demasiado equipaje, poca cosa, había un motivo, y es que las tres estaban pasando unas dolencias en las piernas, pura casualidad, pero así son las cosas y así vienen. Maruchi, tenía serios dolores en las piernas, pero como ella decía –me vana doler igual, esté aquí o allí y desde luego allí estaré más entretenida– Mini, ella padecía de fibromialgia, pero pensaba igual, la dolencia no se me va a quitar por no viajar, y Mara, ella no tenía dolencia como tal, ella estaba convaleciente por rotura del pie izquierdo y estaba esperando quitarse la escayola que iba a estar muy, pero que muy cercana a la fecha del viaje, pero que también pensaba lo mismo, –tendré dolores, pero los tendré tanto aquí como si me voy a Madrid, me voy, me voy y me voy, hay calmantes, pues NOM PROBLEM– y para no coger peso pues quedaron en eso, nada de mucho equipaje, así no tendrían que esforzarse tirando de las maletas.

Jueves Día 6:

Llegó el día señalado, las tres amigas en la estación de Renfe, a temprana hora listas para coger el Talgo con destino Madrid, las tres señoras, sus tres maletas (más bien maletones) y las tres bastante cojas, pero mientras estaban erguidas y quietecitas, esa cojera no se notaba, lo malo era echarse a andar, -tres chicas muy pintorescascon un ritmo peculiar-.

El trayecto se hizo estupendamente, fueron muy entretenidas, entre charlas, momentos sueños y momentos sudokus. Por fin llegaron a la Estación de Atocha, que estaba preciosa y tumultuosa. Llegó el instante en que tenían que bajar las maletas,¿ antes he dicho maletones, verdad?, y a pesar de que dijeron, -no mucho equipaje- ay!, amigo, ahí entró esa frase que te hace dudar “los por si acaso”, y con esos por si acaso, Maruchi llevaba una maleta bien tupida, pero aparte llevaba una bolsa amarilla que no sé qué contenía, también tupida y a parte , el neceser de mano, más parecido a un pequeño maletín, -ahí es na- Mini por su parte, llevaba otra señora maleta con todos esos por si acaso y algo más, pero aun así las maletas no eran de un tamaño grande, eran medianas, la grande y bien tupida con todos los por si acaso que surgieran, era la de Mara, y ahí vieran a las tres señoras con un equipaje que solo con arrástralo parecían las porteadoras y encima con un caminar distintivo, –ya saben las cojeras- pues todo eso unido hizo que la lentitud fuera tal que cuando llegaron a la salida de la estación para coger un taxi, ya no hubiera, pero lo malo no fue eso,lo malo era que los taxis que iban llegando, ninguno paraba donde estaban ellas, aunque alzaran la mano para solicitarlo, los taxistas solo paraban en la zona habilitada para ello y cada vez que intentaban llegar al más próximo, con su ritmo de andar y el lastre les impedían coger el taxi, siempre había alguien que se adelantaba, no es que se adelantaran, es que ellas caminaban demasiado lentas,demasiado cojas. Por fin pillaron un taxi, pobre hombre, creo que nunca hizo más levantamiento de peso que con el equipaje de las señoras y para formar el tetris en el maletero para colocar los bultos, se las vio y se las deseó, refunfuñando por lo bajini.

¿Va todo bien, le pregunto Maruchi al Taxista? Así como muy cumplida ella con el hombre, aunque la pregunta llevaba tono sarcástico.

Si señora, todo va bien !Vaya tela lo que pesan los bultos!

Ya en el hotel, por cierto muy buen hotel y en buena situación, dejaron las maletas, se asearon y adecentaron un poco y con la misma se fueron a almorzar, pues el hambre apretaba y a pocas calles, encontraron un restaurante muy acogedor donde la mayor parte de los días comieron allí, tenían un servicio espléndido y una buena cocina. Después de comerregresaron al hotel para descansar un rato hasta la cita que tenían prevista.

La habitación era confortable y grande, con tres camas, Maruchi y Mini escogieron las de los extremos, derecha e izquierda, a Mara le tocó estar en el centro, cosa que odia a muerte, no le gusta sentirse como atrapada, es como una fobia y las otras lo sabían, así que ajo y agua. La otra cosa que se suscitó era, persiana arriba o abajo, uff, Mara lo tenía claro, para arriba, las otras dos, para abajo, así que llegaron a un consenso, dejar las persianas a medias. Mariuchi y Mini, no sabían lo que habían hecho dejando a Mara en la cama del medio, ni se lo podían imaginar, en venganza inconsciente Mara les daría la noche.

Llegaron a la hora concertada al espectáculo, Gula Gula Drag Qeen, genial, divertidísimo además con cena incluida. El camarero que las atendió muy agradable, ¡Hola chicas! ¿Cómo estáis, bien? ¿Os sentís a gusto? ¿Bueno que vais a tomar? ¿Por cierto, como os llamáis? Empieza el lío, cada vez que se hacen las presentaciones estando las tres juntas, da la sensación de estar haciendo un trabalenguas o al menos eso les parece a la gente, que se lían con los nombres: Maruchi, Mini,Mara y Bea (la amiga que se unió al grupo ya en Madrid) . Cuando el camarero quiso repetirlos, ya se lio: “Marichi, Mani, Mora; ¡ay, ay que me trabo! Bea? Tú eres la que tiene el nombre más normal- refiriéndose a Bea-. La velada transcurrió perfecta, unambiente muy bueno y fantástico el espectáculo. A la salida del recinto y como la noche estaba tan guapa, aun haciendo frío, pero había mucho ambiente en las calles, con las luces navideñas y sobre todo, alegría mucha alegría en la gente, decidieron dar un buen paseo bajo el resencio madrileño, ¡había que verlas a las buenas señoras!, las tres muy puestas, como requería la ocasión, con sus mejores galas, y haciendo gala de sus cojeras , todo en armonía y sin faltarles el sentido del humor, pasearon por las calles de Madrid hasta ya no poder más.

Cuando llegaron al hotel, a una hora tardía, empezó el turno de baños para relajarse y con la misma tirarse a las camas, estuvieron charlando de lo que les pareció el espectáculo y de lo bonita que estaban las calles y de lo a gusto que estaban las tres viviendo esos momentos, a pesar de sus dolencias, prácticamente ni se acordaron tan sólo a la hora de andar que llevaban cada una en arrastre sus piernas, pero hasta estuvieron dando unos pasos de baile como pudieron, supieron disimularlo bien, su lema era, pasarlo bien, recargar las pilas, desconectar de lo rutinario y ¡a vivir que son dos días!

Ya tendidas en sus camas y abrazadas a Morfeo, llego la venganza de Mara. Pero como he dicho antes, una venganza inconsciente, porque ella no tiene idea de lo que hace cuando está dormida, tiene y disfruta de un sueño profundo y reparador, pero no para en toda la noche de moverse y de una forma muy brusca en algunos momentos, digamos que duerme a estilo piedra rodante. El caso que ya hacia el amanecer cuando despertó porque se sentía como atrapada, vio que las dos señoras, la tenían sujeta una por cadabrazo –Buenos días amigas, ¿pero qué demonios estáis haciendo? Estamos muy hartas de que no hayas parado en toda la noche de moverte y de esa manera, ¿pero tú estás segura de que has dormido? Le preguntó Maruchi–Como una piedra, amiga- respondió Mara. Pues nosotras hija mía, NO, no nos has dejado dormir con tanto ajetreo – dijo Mini. Pues yo estoy como una rosa y si las señoras me lo permiten y dejan de ponerme los grilletes, la que está aquí va a darse un baño para espabilarse. Alegó Mara. Pues nosotras estamos como margaritas deshojadas, vaya con la moza, mírala tan lozana y a nosotras parecen que nos han puesto extensiones de ojeras. Replico Maruchi

Viernes Día 7

Una vez preparadas, las tres amigas se dispusieron a tomar el desayuno, un buen desayuno porque les esperaba un día completo. Primero tenían la cita con el Museo del Prado, pues Beatriz, la amiga que les había preparado el tour del viaje, ya les tenía las entradas sacadas y evitaban esperar en la cola, que por cierto era de kilómetros. Toda la mañana en el Museo, Mara estaba que alucinaba pues todas las veces que había visitado Madrid, jamás pudo entrar al Prado y ese día era para ella como estar en otro espacio. Beatriz les sirvió de guía, les explicó la historia de cada cuadro, -los más relevantes- así si es interesante ver un museo. Comieron en el propio museo, es una cafetería de lo más “in” y volvieron a la carga. Con tanto turista y no turistas visitándolo,pues pasó lo que tenía que pasar, se despistaron unas de otras, en pareja de dos, Beatriz y Mini por un lado y Maruchi y Mara por otro, vueltas y vueltas a las salas para ver si se encontraban, a todo esto sus cojeras continuaban con ellas y a ese ritmo, ya me dirán ustedes lo que pudieron tardar tanto en ver las salas más importantes como los paseos que tuvieron que dar hasta encontrarse , ¿los móviles?, estaba prohibido mantenerlos encendidos, si algún vigilante te veía con él en la mano, aparte de llamarte la atención, podían en último caso, retenértelo, solo quedaba agudizar la vista. Por fin, después de tantas vueltas, al final las encontraron en una de las salas.

Salieron a la hora del cierre del Museo y se dirigieron a la Plaza Mayor, allí estaban los puestos navideños y compraron varios suvenires, entre ellos unas pelucas que se colocaron de inmediato. Mara eligió una peluca negra y rizada de un tamaño bastante exagerado, muy al estilo afro, a lo Diana Ross, junto con unas gafas muy originales. Maruchi eligió para la ocasión una peluca muy heavy y colorista y Mini, ella prefirió una especie de gorro tipo alce con cascabeles, vaya trío paseando por las calles céntricas con esa guisa, pero todo el mundo iba igual, turistas y lugareños, todos iban con pelucas y gorros, algunos hasta llevaban una especie de trompetas de colores llamativos y de sonidos estruendosos, lo que llamamos gente divertida sin molestar a nadie. Algunos turistas se paraban para hacerles fotos porque les parecían graciosos sus atuendos. Como el disfrutar también cansa, entraron en un restaurante de la zona y cenaron al terminar cogieron un taxi para volver al hotel, las piernas no daban más de sí, Mara llevaba el pie como pata de elefante y Maruchi y Mini se sentían como felpudos, ya en el hotel se dispusieron a descansar para retomar fuerzas porque al día siguiente era el día de las compras, visitas a varios lugares y ver a algunos amigos, todo un reto para el aguante.

Sábado Día 8

. A temprana hora ya estaban listas para empezar el tour. –Mara comento: “chicas no me puedo ir de Madrid sin comer el famoso bocata de calamares y las patatas bravas, así que ese será mi menú del día”, las otras asintieron. Escogieron para ir de compras las calles del viejo Madrid. Zapaterías, boutiques, perfumerías, tiendas de regalos, etc.,etc. Mara tenía concertada la comida de Navidad con otro grupo de amigas y quería para el “amigo invisible” un regalo original, tenía que ser regalo broma, la peluca ylas gafas las compró para ese fin, pero quería ver otras cosas, ya tenía en mente algo, pero no sabía si lo lograría encontrar.En muchos establecimientos de “suvenires” lo que más sevende es la clásica muñequita folklórica y el torito español, -repateante – a Mara no le van esas cosas, pero tenía una idea en mente, ella quería encontrar a un tamaño grande, hortera y que tuviera sonido, al Torero, con las pilas de luces puestas, ya que lo había visto por internet, pero su gozo en un pozo, no lo encontró, al menos el que ella quería como regalo de broma.

Maruchi por su parte quería comprar unas botas y entraron en una de las muchas zapatería que había por la zona, prueba y prueba y más prueba de botas de casi todos los estilos y no había forma humana de que le gustara alguna, y de repente dijo: pruébate estas botas que te las regalo –estás loca- dijo Mara. No se la podía contradecir a la buena señora, como algo se le metiera en la cabeza, era sí o sí y nada a probarse botas –como ahora no puedes lucir tus tacones y esos zapatos que te compraste son horrorosos, te vas a poner estas botas que aun siendo planas, tienen el estilo que a ti te va, son muy “chic” –argumentó Maruchi. A la cargacon las botas, en un despiste, Mara se probó la bota izquierda y le entró con dificultad, pero entró, la cuestión era sacar la bota del pie, ya que era el que estaba convaleciente y aparte hinchado; pues no salía –Maruchi, yo agarro la bota de espaldas a ti y tú con la otra pierna empujas contra mi cuerpo pero ten cuidado no me estampes contra el escaparate que con la fuerza que tienes porque estás bien entrenada, capaz eres. Por más fuerza que hiciera Mara y más empujara no había forma de sacar esa bota del pie, el dependiente viendo la situación se acerca y les dice que si necesitan su ayuda, –pues sí, la verdad es que sí le responde Maruchi- a todo esto Mini a su bola pero se da la vuelta y se queda contemplando el panorama que no era otro que ver a esas tres criatura intentando sacar la bota del pie de Mara; Maruchi tirando, Mara empujando y el dependiente frente a Maruchi tirando de ella, y la bota seguía atrapando a ese pie, les entró esa risa floja al verse en esa situación tan atípica y claro, así imposible de hacer nada, lo vuelven a intentar, y nada , les entra nuevamente el ataque de risa y con la misma se les va toda la fuerza, Mara se resbala del sillón dando con el culo en el suelo, la risa aumenta y Maruchi se deja caer en el sillón, el dependiente intentando mantener la compostura y Mini, ella estaba que se doblaba de las carcajadas, vamos todo un episodio cómico; por fin llega el dependiente con una especie de crema que unta en parte del pie para que así se pudiera deslizar la bota y con mucho trabajo al final el pie quedó en libertad. Por cierto, las botas no las compraron.

Continuaron recorriendo tiendas incluso otras zapaterías, pero Mara dijo, –mi pie tiene orden de alejamiento de cualquier zapato – Después de estar recorriendo toda clase de tiendas, llegó el momento “bocata” y que mejor sitio que el Bar la Campana, en el mismo centro a un paso de donde se encontraban ¡¡¡¡Dios que delicia!!!!Y así en esa especie de estaxis, deleitándose con los sabores de esos exquisitos calamares y su cervecita, se quedaron sentadas y relajadas como si se encontraran en sus casas, pero la sorpresa llegó cuando las dos buenas señoras en un momento en que Mara había salido al baño y a espaldas de ella, esas dos criaturas le habían pedido al camarero su famosa ración de “caracoles” (esos bichos gordos y repulsivos) y que al regreso del baño se encontró a las criaturas chupeteando y absorbiendo esas cosas, Mara sintió que los calamares se le salían de la boca por las arcadas que le venían, -un poquito de mala leche había en ese gesto, ya que Mara que es un poco tiquismiquis con ciertos alimentos, le había dicho que delante de ella ni se les ocurriera pedir esos bichos, que no podía soportar el asco que le daban- pues no, para hacerla rabiar, esas dos criaturas malignas, se pidieron los caracoles y para más inri, de los gordos,¡¡¡¡puaj!!! Que ascazo!!!!, menos mal que Mara no se enfada así como así, sabía que lo habían hecho a posta para ver la cara de circunstancias que pondría ella al verlas, aunque suestómago sí que estaba cabreado, ¡vamos!, que le faltó un segundo para potar , pero supo mantener la compostura. Bueno después de esa faena, las tres continuaron su periplo, visitaron nuevas tiendas y de paso a modo turista algunas calles céntricas que no las habían visto nunca y saber de su historia, y al pasar por la Puerta de Alcalá, ni cortas ni perezosas y con ese ánimo que a las tres les caracterizaba y sin sentido del ridículo, y con las bolsas apoyadas en las caderas, se pusieron a cantar esa famosa tonadilla……. Por la calle de Alcalá, con la falda almidona y los nardos apoyaos en las caderas………. La gente alucinaban, -!a ver dónde van esas tres Marias!-

Cargadas hasta las cejas de regalos y compras , se marcharon al hotel y descansaron unas horas, Maruchi y Mini se metieron en la cama, se sentían fatigosas, Mara sin embargo a pesar de su pata de elefante, estaba perfecta, era lógico, Mara es la más joven con años de diferencia, además practica deporte, por lo que tiene más resistencia y aparte no se pone hasta las cejas de comer como las damas se habían puesto, y eso después pasa factura y aunque estuvieron caminando y así quemar la ingesta, ellas se habían pasado de rosca. Pasado ese tiempo, se prepararon para la cena concertada –advertencia por parte de Mara, -si es que la pobre tenía que estar atenta a estas dos salidas, – nada de hincharse, moderación chicas, que os conozco.

Se reunieron con Paco, hermano de Maruchi y Mini, también se unió Beatriz en una velada maravillosa, en un bonito y elegante restaurante, después se marcharon a tomar unas copas a los pub de ambiente donde había buena música para echarse un baile, aunque fuera cojeando. La velada terminó pronto porque al día siguiente tenían que tomar el tren de regreso y tenían que madrugar.

Domingo Día 9

Como había tiempo más que suficiente hasta la hora que tenían que partir, decidieron primero dejar las maletas, bolsas, maletines y demás en la consigna de la estación y así estar libres para hacer otras cosas.

Paco, se presentó puntual a recogerlas, Mara ya estaba lista pero las otras dos, ¡ay!, que paciencia con las señoras, nunca tienen prisas, así que se dejan caer todo lo que pueden y después pasa lo que pasa, que vamos a la carrera.–Paco; ¿pero qué hacen que tardan tanto? Les voy a dar unos azotes que se van a espabilar, ¿para qué me dicen que venga pronto y esté puntual y ahora me tienen aquí como un “pasmao”? ¡Que se va el tiempo! Mara: calma Paco, ya las conoces, son así tranquilonas. Paco: ¡lo que son dos pavas de mucho cuidado!! Me tienen desesperado, sabiendo que no me gusta esperar. Los ánimos se estaban calentando todo por la tardanza de las dos sisters, ¡ay que espesitas que son!

Cuando ya bajaron, Paco y Mara se miraron un poco desconcertados, –¿no esperaréis que ponga todo ese equipaje en el maletero, verdad?Los bultos se habían duplicado, no sabía cómo, pero se habían duplicado o algo más, bueno, bueno, bueno, la cosa se empezó a poner más calentita y la algarabía que formaron los tres era de órdago. – Maruchi, pero si son unos bultitos de nada, ay qué hombre más pejiguera.¿Pejiguera yo?Replicó Paco, ¿pero tú has visto lo que llevas, lo que lleváis? Anda, anda, que no eres exagerado, pero si eso en un plis plas queda perfecto en el maletero, dijo Mini, muy enterada ella.Es verdad, queridas hermanas, tenéis toda la razón, (muy sarcástico) en un plis plas, esto queda encajado y bien encajado, agregó Paco bastante alterado. Pues así resultó, todo quedó encajado como un tetrix, todos iban estupendamente en el coche, llenos de bultos por todos lados, en las piernas, sobre el regazo, a los lados, no se podían mover, bien encajados desde luego.

Llegados a Atocha, dejaron todos los bultos en consigna menos los más delicados que se dejaron en el coche de Paco. Hasta las 15:00 no salía el tren con destino a casa, así que les sobraba tiempo para darse una vuelta y decidieron ir a la Plaza de Santa Ana, que habían puesto un mercadillo.

Beatriz se unió al grupo para estar con ellas y así despedirse. Dejaron a Paco en la estación y se marcharon hacia Santa Ana. Después de recorrer el mercadillo y comprar algunas gangas –más bultos señores– se alejaron hacia otras calles para visitar algunos monumentos y edificios y pasar por algunas de las tascas más típicas, también buscaban una pastelería de esas famosas que hay por Madrid, así pasaron el tiempo, y en el tiempo se pasaron, tanto entretenimiento hizo que se les fuera el santo al cielo, cuando una de ellas pregunto: –chicas ¿qué hora puede ser? Empieza el momento CAOS. Sonaron todas las alarmas, se habían excedido más de la cuenta, quedaban unos 35 minutos para llegar a la estación, recoger los bultos de consigna, pasar por los detectores y sabiendo que estaría la estación a reventar de gente, con llegadas y salidas, no tenían tiempo suficiente!!!! ¡! Oh my God!!.Buscad un taxi, gritó Maruchi, no había por ningún sitio, no hay problemas nos vamos hacia esa confluencia de las calles que veréis que pronto llega algunomuy en su papel Maruchi, pero no llegaban, se les llamo, pero no acaba de llegar y el tiempo corriendo, tic-tac-tic-tac. Después de un tiempo de espera, aparece un taxi, que por cierto, no era el que esperaban, aquel taxista estaría haciendo alguna ruta o a saber si se dirigía a recoger a alguien, el caso que ni corta ni perezosa Maruchi se planta en medio de la carretera y a modo de peli y alzando los brazos, hizo parar al hombre, abrió la puerta y dijo, –directo a Atocha, arranque cagando leches que perdemos el tren, vamos ya está tardando. El Taxista atónito y sin habla. A lo mejor pensó que esas tres señoras eran unas asaltantes o unas locas, a saber, solo su cara era un poema y no articulaba palabra, se había asustado tanto con la forma de arremeter de Maruchi, que solo asentía con la cabeza. Se puede decir que el taxista iba un poco acojonado, pues Maruchi se sentó de copiloto y así dirigir el cotarro, no cesaba en meterle prisa – pise el acelerador, vamos, vamos a que espera– Maruchi. Pero señora que vamos a llegar a tiempo a esta velocidad– Taxista.Ni señora ni leches o pisa el acelerador o le pongo el pie encima- Maruchi. Señora, Señora, por favor, un poquito de tranquilidad que me está poniendo nervioso- Taxista. A todo esto Mini y Mara en la parte de atrás doblándose de la risa al ver el episodio Maruchi-Taxista.Sáltese ese semáforo aunque esté en rojo. Maruchi Pero se ha vuelto loca señora, que quiere que nos peguen una leche o me pare la policía. Taxista. Que me da igual, Ud. haga lo que le digo que sino por su culpa vamos a perder el tren, -fijaos, encima por culpa del pobre taxista, no si lo que lo yo digo, ¡vaya jeta!

A todo esto, Paco que ya estaba en la estación esperando a que llegaran para darles los paquetes que tenía en el coche, solo sabía llamar al móvil tanto de Mini como de Maruchi pero ellas ni caso le hacía, -¿no contestáis?- dijo Mara, ni caso, no querían contestarle porque sabían positivamente de que talante estaría. Entonces sonó el móvil de Mara, – me llama Paco¿Ni se te ocurra contestar me oyes? Vociferó Maruchi-,y las dos como dos auténticas lobas para que ella no contestara se le echaron encima con intención de quitarle el móvil. El taxista más acojonado, pero así y todo sonreía al ver la caótica situación y comprendía a esas mujeres, aprovechando la situación el taxista afloja la marcha, pobre incauto, se creía que la doña no se iba a dar cuenta, Maruchi se vuelve hacia él y le pregunta en un tono raro – ¿parece que ha aminorado la marcha no, amigo? Pie en acelerador y mirada del taxista a la señora como pidiendo disculpas pero sin mediar palabra. Bueno por fin llegaron a la estación, 15 minutos para la salida del tren, -¿recuerdan nuestras cojeras? Sí, pues en ese momento no existían, a toda pastilla por la estación para llegar a consigna y retirar las maletas. Paco protestando y riñéndoles a unos oídos sordos, claro está, porque no le estaban prestando caso alguno,-¡sí, sí, si Paco, lo que tú digas Paco, ay vaya Paco!, le replicaban las sisters, pero que no tenían ni idea de lo que el pobre Paco les estaba diciendo, el caso que no le dejaban meter baza – ¡encima ni caso de hacen estos dos! Comentaba Paco. Ya con las maletas y demás bultos se dirigieron al dispositivo de control, llega Maruchi y le dice a Mara.

Toma, esta bolsa es tuya y se la coloca justo encima de la maleta.

¿Mía? ¿Desde cuando esto es mío? –replica Mara

Ah! Y también este neceser, creo que es tuyo – Maruchi

Oye rica tienes una cara que te la pisas– Mara

Que no, que estas cosas no son mías te has liado – Mara

Pero Maruchi ya no la oía, porque iba bien por delante derechita al dispositivo de control, lo pasó y salió disparada hacia el andén y al señor que estaba en la puerta le dijo que faltaban su dos hermanas que estaban en el control, aquel señor tan amable le dijo que no se preocupara que el tren esperaría a por todos los pasajeros.

Lo mismo hizo Mini, paso el dispositivo y sin mirar hacia atrás, hizo exactamente igual, correr hacia el andén, al llegar a la puerta le comentó al operario que aún faltaba su otra hermana, por Mara, -no hay problemas- le contestó

Llegó el turno de Mara para pasar por el dispositivo, ¿ qué pasó?,a la pobre Mara siempre le pasa algo;la bolsa y el neceser pasaron sin problemas, la maleta se quedó atascada pero de tal manera que ni para atrás ni para adelante, la gente impaciente, el operario que no sabía cómo desatascar aquello, Mara nerviosa porque veía que perdía el tren y en ese momento suena el teléfono, Jo! que oportuno, era Alfonso, un amigo que quería despedirse de Mara y ya estaba en la estación pero con tanto tumulto no la encontraba, ella le explicó donde se hallaba pero que había problemas y no iba a poder atenderle, pero su amigo decidió verla. Mientras terminaba la conversación vio como el operario desatascó la cinta y ahí ya fue el remate, la maleta salió disparada y como delante de ella estaban la bolsa y el neceser, todo salió disparado, Mara se paralizó de ver todo el contenido de la bolsa y del neceser rodando por el suelo de Atocha y la gente esquivando los artículos, Mara cogió la maleta y arrastrándola con ella se iba agachando para recoger lo que pudo porque algunos artículos ni se sabían a donde fueron a parar, pero mientras estaba agachada, teléfono en mano contestando nuevamente a la llamada de Alfonso, que le preguntaba que donde estaba que ya había llegado al dispositivo y que seguía sin verla,

¿Pero donde estás que no te veo?- Alfonso

Aquí, aquí agachada en el suelo –Mara

¿Agachada? Alfonso

¿Y que estás haciendo en el suelo? Alfonso

Es muy largo de contar. Pero créeme estoy en el suelo lo que ocurre que toda esa gente que me rodea me tapa y por eso no me ves.Mara

¡Ay madre mía! Mara

¿Te ocurre algo, necesitas mi ayuda? Alfonso

Y qué no me ve, decía Mara

Pues claro que no te veo– replicaba Alfonso

¡Ay! ¡Que no me ve y que me va a llevar por delante y yo sin terminar de recoger estas cosas! Mara

Ya te he dicho que no te veo y ¿cómo te voy a llevar por delante, de que estás hablando? Alfonso

¿De que hablas? Alfonso

Nada que hacia el fondo veo que viene corriendo un chico a toda pastilla y viene en mi dirección, donde yo estoy y se conoce que no ve que estoy aquí agachada recogiendo lo que se ha derramado-Mara

De repente Mara se gira porque ve uno de los artículos que le queda pendiente y en ese momento siente una manos sobre ella, se queda parada un instante y se incorpora y ve al chico diciéndole adió con la mano ya desde lejos, ella le devuelve el saludo con la mano que la tenía negra de lo sucia que se le había puesto al recoger del suelo todas las cosas de la bolsa y del neceser, se pasa la mano por la cara para retirarse el pelo y se deja una señal a modo cherokee pero ni se da cuenta, como tampoco se da cuenta de que va con el cabello todo enmarañado, los pantalones en vez de azules parecían blancos tiznados, el blazer descolocado y así echó a andar no sin antes de despedirse de Alfonso que al final no se pudieron ver personalmente por el lío y el caos en que se encontraba y salió a todo gas para el andén, allí en la puerta estaba el operario que le preguntó ¿es Ud. la tercera hermana?

Sí,¿Cómo lo sabe? -dijo Mara

Me han dicho que faltaba una y que caminaba igual que las otras dos. Replicó el operario

Sí señor, soy yo – Mara en tono muy enojado

¿Parece ser que no le ha ido a Ud. muy bien, que le ha pasado?Operario

¿Porque lo dice? Mara

Porque tiene un aspecto de haber estado rodando por el suelo. Operario

Algo parecido. Mara

El operario muy atento, pero su cara estaba tensa por tener que contener una carcajada al ver el aspecto de Mara.

El operario le ayudo a bajar los bultos por las escaleras mecánicas que llevaban al andén, el tren estaba ya a punto desalir, por megafonía ya estaban dando los últimos avisos.

Cuando Mara entró en el tren y puso los bultos en el lugar correspondiente, se dirigió al vagón donde estaban las dos señoras. Iba relatando por el camino hasta llegar a ella, la gente la miraba y desde luego tenían que echarse unas carcajadas porque entre el aspecto y lo que salía por esa boquita, era todo un espectáculo. Cuando llega a los asiento donde estaban Maruchi y Mini, las mira en posición jarra amenazante y les echa una bronca de no te menes, y venga a replicar y a replicar, así un buen rato.

Mara -¿Pero que hacéis cachos locas? ¿Cómo me dejáis en la estación sola con lo que ha sucedido y sin prestarme vuestra ayuda?

Y de quién demonios es esa pedazo de bolsa con tantos trastes, porque mía desde luego que no y encima he tenido que arrastrarme para recoger todo lo que se ha desparramado de dicha bolsa por culpa del atasco que se ha producido en la cinta.

Mara no paraba de hablar y de hablar, muy alterada, contando su episodio y de repente se calla y ve a las dos señoras con los auriculares puestos, es decir que ni caso le habían hecho y mucho menos no habían escuchado nada de la bronca pero para recochineo, las dos se estaban partiendo de risa, viendo a Mara en esa postura estilo jarra con todos los pelos alborotados, sudando, con la cara tiznada y la vestimenta hecha unos zorros.

No me lo puedo creer. Dijo Mara

No puedo creer que encima os estéis riendo de mí con la fatiga que he podido pasar y mirar como vengo que parezco una indigente. Mara

De ti no cariño, contigo porque eres única. Viajar contigo siempre resulta muy ameno y divertido por las anécdotas que te suceden. Dijo Maruchi

Se levantaron de sus asientos y le dieron un abrazo a Mara intentando calmar su mal humor.

Los demás pasajeros estaban atentos a la tragicomedia, se reían por como Mara manifestaba lo sucedido y por las pintas que tenía, al final cuando todo quedó como una anécdota y aquel acto cariñoso para calmar a Mara, algunos pasajeros hasta aplaudieron.

Aunque pareciera que Mara estaba muy enojada, en realidad no lo estaba tanto, ella no es de mucho enfadarse y comprendió que las cosas suceden así, muchas veces de forma inesperada en momentos inoportunos que quizás puedan alterar por un instante el talante de la persona hasta que pasa y después los recuerdas y te sirve para esbozar una sonrisa. Son episodios inesperados que te dan vida.

La vuelta a casa y después de tanta zozobra prácticamente, Mara hizo el trayecto dormida, a su estilo claro, mientras Maruchi y Mini entre cabezadas y cabezadas, se pasaron el tiempo recordando algunas de las vicisitudes que habían tenido en esa y para ellas, asombrosa y divertida ESCAPADITA

Mare

Dedicado a Maruchi por su infinitabondad. Tu recuerdo está presente en mi corazón.

Hasta siempre amiga.

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