LA UTOPÍA DE LA ESPIRITUALIDAD

CAPÍTULO I

La opinión del Autor.

Y la sociedad se pierde entre el consumismo, la falta de valores, la decencia, y lo más triste la ignorancia absoluta de la espiritualidad.

Transcurre el año dos mil dieciocho, mediados del mismo para ser exacto, en las redes sociales circula basura sobre todo tema, política, religión, ciencia. Pero como en todo basurero, siempre hay algo interesante cuando lo rebuscas bien. Hace un año me decepcioné en toda la expresión de la palabra de la religión más poderosa del planeta, desde mi infancia creía en la existencia de un Dios que era bueno si te portabas bien, y castigador si hacías las cosas mal ante sus ojos. Mis padres son y serán de aquellos que fueron educados bajo este concepto de cielo e infierno, de bien y mal, de premio y castigo. Por lo que fui bautizado al nacer, hice la primera comunión cuando era niño, y la confirmación cuando fui adolescente, como todo buen cristiano diría un buen fanático.

Así cada veinte y cuatro de diciembre la celebración eucarística (por respeto), no faltaba al igual que la semana mayor, los domingos era una tradición la santa misa, incluso desde mi adolescencia empecé a cantar en dicho evento religioso hasta cuando mi equilibrio emocional, mental, social, y ético me lo permitió. La pregunta que siempre me retumbaré en la cabeza es: ¿Porqué el sacerdote, el obispo, arzobispo, cardenal, Papa tienen que hablar de la política de cada país, y sobre todo cuando un gobierno no sintoniza con el poder conservador?, acaso en la biblia no dice: “Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios” (Mateo 22:21). Pero esa es la principal razón de haber dicho: Hasta aquí!!!. Pues a ello se acumulaba que en tiempos universitarios cuando la labor misionera era un emblema en mi vida, siempre había ese tropiezo de: La congregación tal, no permite que hagamos obra acá porque no es jurisdicción de la congregación cual. O el arzobispo de tal ciudad ha enviado una carta en la que no nos permite dicha obra social porque no le compete a la jurisdicción de esta ciudad.

Posteriormente, a mis oídos llegaban de algunas comunidades las historias de las personas mayores sobre lo que sucedió, y entre estas que el curita dejó hijo acá, tiene hijos allá. Y bueno ahora es público los casos de pedofilia de ciertos sacerdotes a nivel mundial. Pero como en todo viñedo, de cada racimo de uvas hay 10 malas, el 70% amargas, y el restante dulces, y se cumple, porque si conocí excelentes sacerdotes que merecen llamarse Hombres espirituales. De este modo, empecé a indagar en la red de redes (internet) sobre la verdadera espiritualidad, sobre cuál es la cualidad que tenemos los seres humanos que hacen que otros seres nos visiten, otros quieran obtener nuestro ADN, otros mezclar su raza, y otros tenernos dominados en lo que ahora llamo: ESCLAVITUD ESPIRITUAL.

Si se toman la molestia de indagar, lo más cercano a este despertar estará en las tablas sumerias, otra parte en aquellos sitios donde hablan de nuestro poder oculto, aquel que nos permitiría ser una raza muy poderosa. Recordemos que el libro del Génesis habla sobre la creación humana como tal, donde posteriormente fue refutada por la teoría de la evolución (somos monos con materia gris, hablamos, andamos en dos patas y nos gusta algo más que las bananas). Y con el descubrimiento de las tablas sumerias la otra teoría que hace temblar a la religión, en la que nos dice que fuimos creados por una raza extraterrestre llamada Anunaki. Seres poderosos, y cuya esencia fue parte de nuestra cadena de ADN, por la que nos hace seres especiales que no solo es materia y energía, si no también algo más. Y es esta la razón del interés de otras razas, pues se dice que estas carecen de este algo más que yo le atribuyo el justo nombre de espíritu. No es esa palomita que dibuja la religión, ni la que embarazó a María. Se trata de algo que nos hace únicos, nos hace poderosos, capaces de encontrar la plenitud energética más pura. Y seguro que los religiosos dirán, solo Dios es poderoso, omnipotente, pero que me dicen de Jesús de Nazaret, y no hablo de religión porque la respuesta la conozco de memoria; es el Dios vivo, que vino a redimirnos de nuestros pecados (los egipcios también decían lo mismo exactamente de Horus), muriendo en la cruz, nada más lejos de una realidad que merece explicaciones científicas, de cómo un ser especial (Lean bien esto); con una sabiduría fuera de lo común, capaz de curar enfermedades, capaz de levitar, capaz de irradiar paz con solo estar cerca, capaz de resucitar muertos, pueda radicar en un cuerpo humano. La ciencia como todo en este planeta sujeto a conclusiones económicamente modificables a tratado de encontrar respuestas, primero a si realmente este ser bíblico existió, y luego sobre su poder.

Muchos científicos alineados a lo que los religiosos llaman ateos, sostienen que este ser mítico, jamás existió, y basándose en otros libros encontrados en civilizaciones antiguas como la egipcia comparan su parecido asombroso. Otros científicos dejan una teoría bastante interesante y la posibilidad de que Jesús era un ser extraterrestre, un híbrido, el primero de nuestros creadores. Y bueno aquellos científicos que sostienen la existencia de Jesús como un ser divino. Por ello siempre es bueno indagar. A todo ello, dejo la inquietud de: ¿Quién es Jesús?. Ahora con este antecedente si fuéramos una raza inferior como nos quieren hacer creer los interesados en ello, ¿Porqué el interés de los de fuera?, ¿Porqué muchos de nosotros fueron experimento de ellos?, ¿Porque no habernos conquistado y destruido, cuando aún éramos pocos y «poco evolucionados»?. El arma más poderosa utilizada desde hace millones de años hacia nuestra raza ha sido, dominarnos por medio de nuestra arma más letal EL ESPÍRITU. Y es que este poder que se encuentra en nuestro interior nuestra fortaleza, y desgraciadamente hasta ahora dos mil dieciocho nuestra debilidad más grande.

Pero, ¿Porqué digo que el espíritu es nuestro mayor poder?. Empecemos por nuestros sentimientos, amor, solidaridad, alegría, tristeza, amargura, dolor, entre otros. Ahora cuando nos encontramos en peligro verdadero, nos inspira el sentido de todo ser vivo, supervivencia. Pero a diferencia de otros seres vivos de este planeta, en ciertas ocasiones nos vuelven súper humanos, capaces de obtener una fuerza increíble, reflejos fuera de nuestra capacidad normal, y sabiduría impresionante. Pero desafortunadamente somos objeto de una ciencia limitada, creencias fruto de doctrinas implementadas por humanos hacia humanos. De un sistema que nos dice; trabajarás con el sudor de tu frente y sin descanso para obtener el pan de tu mesa. Y el dinero es el dulce actual que bestializa al ser humano, sujetándose al sistema como aquello que lo lleva a la trascendencia, el sufrimiento a los altares y el rezo a la santificación de su espíritu. Según algunas publicaciones científicas (poco creíbles) existe en el ser humano siete niveles espirituales, los cuales con cada re encarnación avanzan de acuerdo a nuestra pre disposición. Pero en un hábitat gobernado por grupos cuyo interés es mantenernos dormidos, esta teoría es totalmente publicidad engañosa. Por lo tanto, el único camino hacia nuestra libertad espiritual sería: Buscar nuestro interior, por medio del conocimiento del cuerpo y la mente, el dominio de nuestros sentimientos, y el respeto al silencio de la naturaleza para conectarse con ella, estoy seguro que allí está el mejor libro de nuestra evolución y trascendencia. Dios no existe en la religión, no es ni omnipotente, ni omnisciente. Perdón pero ese Dios religión como lo llamo simplemente no existe.

Este capítulo es una opinión totalmente mía, y quizá no es producto de una investigación de ningún tipo que constituya en teoría como muchas existentes y que son refutadas, ridiculizadas y hasta ignoradas.

CAPÍTULO II

Un nuevo comienzo.

Han pasado casi 1200 días desde que despierto cada mañana en este lugar. No sé qué año es, no interesa tampoco, pues el tiempo ya no es una camisa de fuerza, no existe horarios que cumplir, trabajo que hacer, distancias que cubrir. El hambre es mitigada por la abundancia que la naturaleza nos brinda, hay frutos grandes, jugosos, raíces ricas en energía, y el agua es tan cristalina y sabe a frescura beberla desde el riachuelo cerca de donde estoy. Existe como una especie de tribu, hay mujeres, niños, hombres como yo, todos desnudos, y conviviendo sin vergüenza alguna por nuestra desnudez corpórea. A lo lejos hay montañas de donde brota agua, cascadas hermosas, aves de singulares colores muy familiares, y otras que primera vez las observo, así mismo animales de toda clase,y aunque sorprendente, todos conviven con nuestra presencia,incluso aquellos que bien podrían convertirnos en presa. Es una especie de valle, una parte solamente de un lugar donde no parece haber huella alguna de edificios, civilizaciones antiguas, pirámides, o rocas trabajadas con herramientas sofisticadas. Hoy los niños nos enseñarán como volar, pues a los hombres como yo que aún tenemos recuerdos, nos cuesta purificar nuestro espíritu y alcanzar el nivel necesario como para dominar nuestro cuerpo en su totalidad. Es necesario que lo hagamos a pesar de nuestra avanzada edad, porque para ellos es duro explorar si no sintonizamos todos e insisten que debemos hacerlo.

Como yo quedamos pocos, pero somos de cierto modo esa enciclopedia de la tribu, que aún desea escuchar la historia de: LA LIBERTAD ESPIRITUAL. Precisamente esta mañana de un verano hermoso, aún se observa la luna llena que nos regaló luz la noche anterior, como ya mencioné, este sitio es muy parecido a la Tierra, porque si de algo estoy convencido, es que no es aquel que fuese nuestro hogar. Las mujeres se aproximan con frutas frescas raíces, una en especial que sabe a patata cocida. Los niños, se están preparando para llevarnos a los ancianos de la tribu a un lugar especial, lo llamamos la cascada de los sueños. Es un lugar que volando es rápida su llegada pero como nosotros aún no lo conseguimos, a pie será una travesía llena de belleza y contacto con la naturaleza. Los hombres de la tribu se preparan para explorar la zona sur del valle donde habitamos, pues los animales nos han hecho sentir una inquietud inusual, han llegado a nosotros por primera vez con un sentimiento jamás visto en ellos, un sentimiento que inquieta el espíritu y lo debilita de a poco, miedo. Las mujeres por su parte recorrerán el valle con nosotros hasta un punto donde otras raíces piden ser consumidas pues están abundantes y su energía pide su cosecha. El sol esta radiante una mañana hermosa, las aves emiten su canto muy alegre, aunque algunas resuenan un eco extraño desde lejos, como si algo las inquieta justo al sur del valle, nuestro hermanos, están volando hacia allá algunas aves han decidido sumarse al vuelo, al igual que algunos animales terrestres muy fuertes como una especie de tigre, muy parecido al dientes de sable.

Pronto emprendimos viaje nosotros también con dirección hacia las montañas del frente a nuestra vista, pues en aquella dirección está la cascada de los sueños. Mientras recorremos mi vista no deja de visualizar a nuestros hermanos que ya distantes solo hay siluetas que de a poco se pierden hacia el sur del valle, acompañados de aves de todo tamaño. Mi mirada se centra en los niños, cuando los hermanos se han perdido en el horizonte, se ha subido a mi hombro una ardilla que se refugia en mi hombro, su energía me cuestiona una cierta preocupación que nota en mi, y que ha motivado a que llame la atención de mis hermanas y los niños. Hemos caminado poco cuando me rodean todos, y uno de aquellos hermanos que creció conmigo, me dijo: – Tu preocupación esta mesclada con aquel sentimiento que llevaban nuestros antepasados. Me senté sobre la madre Tierra y su calor me llenó de fortaleza, y respondí. – Hermanos míos, mi espíritu está inquieto y la madre Tierra me dice también que algo pasa en el sur en este instante. Al terminar aquellas frase los niños quienes superan la espiritualidad incluso que los hermanos adultos, exclamaron al unísono: – Es verdad hermano, la Tierra expresa temor por una energía nada buena al sur, muy distante, ya le hemos advertido a nuestros hermanos que viajan hacia allá que tengan cautela. – Entonces; es verdad lo que soñé interrumpió, aquel hermano más antiguo, casi su cuerpo no le permite seguir, se deteriora con el tiempo, pero su energía espiritual es muy fuerte, irradia esa paz, muy parecida a la de nuestros creadores. – Ya casi llegas al tiempo, le dije mientras me levantaba de la tierra. Los niños, nos piden entonces que apresuremos el paso pues el viaje requiere mayor tiempo cuando no se vuela. Seguimos una travesía, mientras el sol, ya casi se encuentra en la mitad de su centro. Se escucha el sonido de la cascada y su energía nos llama, nos tranquiliza, nos transporta. Los niños, entonces nos ayudan a llegar hacia ella, pues, esa energía a nosotros los viejos nos adormece, las hermanas se desvían entonces a recoger las raíces.

El trance energético de la cascada me ha llevado a mi infancia, la nave que nos trasladaba a muchos de nosotros, algunos todavía llevaba vestidos de lo que aún quedaba de ese mundo lejano, ese planeta que mi padre contaba junto a otros las historias más espeluznantes. Siento de pronto que me rodea una energía que ilumina hasta opacar esa imagen, me lleva lentamente, mi cuerpo cansado se llena de energía, lo siento liviano, puedo moverlo más veloz que antes, ya nada escucho a mi alrededor. Solo una luz blanca intensa, mi corazón latiendo, mi sangre fluyendo, la voy regulando, mi corazón lo voy tranquilizando, Me rodea paz, ya no siento miedo, mi preocupación se atenúa. Se ha ido, se ha ido. Abrí mis ojos, y siento la brisa en mi rostro, las aves pequeñas me rodean como si fuese el centro de un ritual sagrado. – Estoy, estoy en el cielo. Me lo repite el pensamiento, mientras salgo del transe, y las aves pronto me dejan de rodear, cuando veo a mi lado a mis compañeros en la misma situación. Los niños alegres nos rodean. – Hermanos, ya pueden volar, ahora están listos, han completado la plenitud de su proceso, ¿lo sienten?…gritan todos al unísono mientras vuelan como aves a nuestro alrededor, al tiempo que terminaba de comprender, que mi energía había cambiado, que incluso escucho a las aves hablarme, todo a mi alrededor puedo sentir, comprender, sienten también. Mis ojos se inundaron de pronto, era una sensación única, y lleno de alegría empecé a volar.

Habíamos pasado como niños, cuando el sol pasaba la mitad de su recorrido y las mujeres llegan con las raíces nuevas y otras conocidas, frutas, y hojas, un banquete, celebramos junto a los niños, los animales de la misma forma nos acompañaban con sus danzas las aves con su canto. Así pronto el sol nos daba la alerta que terminará la luz, y regresamos al sitio donde hicimos morada desde que la nave nos dejó. Esa noche no hubo como todas las noches, historias de nuestros antepasados, pues el cuerpo necesitaba reponer su energía. El amanecer estuvo cerca de su llegada, cuando una energía poderosa, nos despertó a todos, en lo alto del cielo apareció una luz, que iluminó por completo al hermano más longevo. – Tu tiempo ha llegado, estás listo para ser parte del infinito, estamos orgullosos de tu trascendencia, tu cuerpo ya no puede seguir, pero tu espíritu es fuerte y debe ser trasladado a otra dimensión. Acto seguido y ante la vista de todos su espíritu salió en forma de luz redonda de un color blanco intenso, y absorbida por la luz que iluminaba el cuerpo subía hacia el cielo. El cielo azul era ya claro cuando desapareció. Rodeamos todos al hermano, sus ojos ya no se abrieron, era materia nada más, las hojas del árbol donde fue su morada lo cubrió enseguida, las raíces del árbol rodearon el cuerpo y poco a poco desapareció en la tierra. Luego de un silencio por apreciar por primera vez este acto el sol nos regaló otra mañana hermosa. Los niños se alegraron de ver el final que llevaríamos todos, y danzamos por aquella oportunidad de nuestro hermano de pertenecer al infinito como la luz nos dijo.

El sol empezaba su nuevo ciclo, y en pleno alboroto cuando el grito de: – Ya viene nos paralizó a todos, nuestra hermana había roto la fuente, y empezaba su labor de alumbramiento, las mujeres pronto apoyaron este hermoso acontecimiento. El trance de la hermana permitió la llegada de un nuevo hermano, que con su llanto, nos alegró la mitad de la mañana, el primogénito de los hermanos, el hijo de los hombres de la tribu, la adoración de las mujeres, el hermano de los niños, el nieto de todos, mi nieto. Ya no existía hijo de mi sangre, nieto de mi sangre, la familia, la esposa, el esposo, la mujer propiedad del hombre que la posea de forma corpórea. Ya habíamos superado aquella imposición que permitían a los ajenos mantenernos clasificados, para mantener un sistema y la diferenciación de clases de humanos. Las mujeres aquel día prepararon un buen banquete y cuidados a la hermana que recién entregó desde su cuerpo un nuevo espíritu. Su energía es enorme, se la percibe fuerte, su espíritu nuevo y puro. Cada vez somos más poderosos en espíritu, quizá ya no debería preocuparme por esa energía del sur, que poseía un ambiente de intranquilidad en la naturaleza. – Ya somos más fuertes, gritó con voz de júbilo nuestra hermana recién parida. Y los gritos de emoción no dejaron de esperarse en la Tribu.

La tarde me hizo volar hacia el borde del valle, una montaña alta al norte, encontré en ella lagunas con peces, algas, probé una fruta de páramo muy rica, sentía la presencia de especies nuevas que me daban la bienvenida al acercarse a mí. Un oso enorme sentí llegar, me rodeó, y luego de olfatearme se sentó a mi lado, juntos contemplamos la inmensidad del norte, como dije al inicio, una tierra nueva, sin rastro de civilizaciones, edificaciones, o cualquier otra energía ajena a las de esta tierra. El oso me hizo sentir nuevo, extraño al planeta, su mirada constante interrogaba, de forma amorosa lo abrace y le dije: – Tranquilo hermano, no soy de aquí, pero como habrás sentido, solo deseo pasear, mirar desde tu casa. El oso lamió mi cara se levantó y se alejó tranquilamente. Estaba por levantarme cuando en mi interior escuche la voz de un hermano joven que decía. – Hermano mayor, regresa pronto, hemos llegado inquietos y queremos tu sabiduría por lo que hemos visto en el sur. Nuevamente me invadió una preocupación pero menos fuerte ya, después de percibir la energía espiritual del recién llegado. Y volé al encuentro de la Tribu, pues ya desaparecía el sol en el páramo y pronto en el valle.

CAPÍTULO III

Una verdadera Espiritualidad

Al llegar a la Tribu, encontré a todos sentados en la madre tierra, aves, animales de todas formas, tamaños, y colores. El valle entero se concentró a mi llegada. Uno de los hermanos, se aproximó, sentí aquel temor que llevaba cuando me dirigía a la cascada, le dije en voz alta. – Tranquilo hermano, tu espíritu no debe exaltarse de esa manera, no permitas que ese sentimiento debilite tu energía, te haga vulnerable, y se transforme en un miedo que esclavice el espíritu como le ocurrieron a nuestros antepasados. Lo rodee con mis brazos, y juntos caminamos hacia la gran reunión. Al sentarme en la madre tierra, interrumpió el silencio uno de mis compañeros de viaje, otro de los ancianos de la tribu que con voz sabia dijo: – Hermano mayor, tu eres ahora el más longevo de la tribu, aquel que llegó antes que yo al universo cuando aún llevábamos viaje hasta acá procedentes de la Tierra, por ello te esperamos, pues queremos escuchar de ti las historias que nuestro hermano que ahora forma parte de la gran energía nos contaba. Luego de un gran silencio, todos comenzaron a decirme: – Si hermano mayor, queremos escuchar tus palabras, queremos que nos regales de tu paz interior que es muy grande y la sentimos todos. Los niños me rodearon como lo hacían con nuestro hermano que ya partió, los hombres jóvenes me miraban como cuando nuestros antepasados miraban a un padre cuando se sentaba a contar una historia o darnos un consejo. Y luego me pasaron al infante, al hermano nuevo, aquella energía muy superior a la de cualquier hermano. Sentía un poder espiritual enorme al punto de que cuando estuvo en mis brazos entre en trance como cuando escuchaba a la cascada de los sueños. Lo besé, y exclamé desde el fondo de mi espíritu: – Aquí en mis brazos está una nueva generación de hermanos, fuertes en sabiduría, en energía, sus cuerpos ya no se marchitarán como los nuestros, la naturaleza hablará con ellos de la misma forma que lo hacemos entre nosotros. El tiempo será la única unidad de medida en el crecimiento espiritual desde «Magna Spiritus». Desde hoy empezará la era de llamarnos con nombres, pero jamás nos alejaremos y clasificaremos en tribus como nuestros antepasados motivados por el miedo que esa energía que sentimos del sur nos invade. Extrañamente mi cuerpo lo sentí ligero, y levite. Los hermanos jóvenes, abrieron sus ojos llenos de expectativa, al igual que las mujeres, los niños de la misma forma se tomaron de las manos y ligeramente levitaron cerrando los ojos. Cada niño pronunciaba un nombre, una identidad, y luego en coro, dijeron un nombre: -Prudens, fratis prudens. El silencio se apoderó de todos. Baje lentamente de mi trance con el infante en mis brazos, los niños lo hicieron también separando sus manos de entre ellos. La progenitora fue a su encuentro y lo tomó en sus brazos, él infante dormía plácidamente con una sonrisa en sus labios. Jamás sentí una energía tan fuerte como la de este hermano, era casi parecida a la de nuestros creadores. Recordé inmediatamente cuando aún era pequeño estando en la nave, uno de nuestros creadores apareció de pronto en nuestra presencia, estaba con mi padre, hermanos y muchos más. Su energía nos llenaba de una paz absoluta, pero yo, con recelo de mirarlo. Mi padre decía que se parecen a nosotros, pero de larga cabellera dorada como el oro, mucho más altos que todos y de contextura física atlética y robusta.

El cansancio invadió a todos, y así la noche se apagó. La luz de los rayos del sol nos había indicado a todos que el descanso fue bueno, los niños y las mujeres buscaron raíces frescas, los hombres frutos, los ancianos nos rodeamos para buscar el tiempo indicado para contarles de aquellos que están en el sur. Prudens interrumpió la meditación uno de mis compañeros de viaje – Prudens, aquella energía proveniente del sur, son la misma raza que llegó a la Tierra de nuestros antepasados?. Mire al anciano y exclame para todos: – Mi padre decía en la nave que los ancianos que habían sido rescatados, hablaban de grandes reptiles saliendo de las profundidades de la tierra, algunos con largas colas, otros con menos, como si por su cola existiese una jerarquía establecida. Que con solo mirarlos desde lejos causaba pavor, y que eso hacía que identifiquen la ubicación de los nuestros. Pueden ser ellos querido hermano, pues su energía no es agradable, pero si nos atemorizamos como nuestros antepasados, posiblemente pereceremos, seremos presa fácil para ellos, y como es lógico nos tendremos que esconder en las montañas para no ser devorados. Un silencio pausado le dio la palabra a otro anciano que dijo: – Es verdad hermano, mi padre decía lo mismo, incluso decían los ancianos en la nave que muchos perecieron en la nube gris que cubría de a poco la luz de la Tierra, que en medio de la confusión, la ira, y el crimen entre nosotros, muchos de estos grandes reptiles se comieron a los que por su paso encontraron mientras buscaban sus naves para salir también del planeta. La conversación fue de pronto interrumpida por niños y mujeres que nos llenaron de fruta y raíces nuestras manos. Los hombres jóvenes volaron nuevamente hacia el sur, pues querían saber que era exactamente lo que habían visto. En sus mentes dibuje entonces un mensaje: – No sean presa del pánico de lo que observen, sean cautelosos, y dejen que los animales y plantas iluminen sus ojos para no ser vistos.

Cerré los ojos, sentía tan cerca la cascada de los sueños, medité, en mis hombros tenía ahora la responsabilidad de todos mis hermanos de la tribu, y en mi pensamiento una voz firme me dijo: – Querido, tus pensamientos llegan hasta mis oídos, cada palabra enuncia tu auxilio sobre lo que pueda suceder desde el sur. Aquel infante, quien tú has puesto el nombre de gran espíritu, es una evolución de ustedes, ha pasado mucho tiempo desde que sus genes mutaron, desde que fueron despertando, nuevamente hemos intervenido para crear una nueva raza humana, una que no sucumba fácilmente ante sus hermanos reptilianos, ellos son sus hermanos mayores en creación, que al igual que ustedes fueron creados por nosotros. La diferencia es que ellos no poseen nuestra sangre en sus venas, solo fueron creados como materia y energía, y su único objetivo es explorar. Penosamente y al igual que ustedes en la Tierra, fueron víctimas de otras razas fuera de nuestra creación, han sido alterados genéticamente y con ello en sus venas corre sangre de guerra, fría, y conquistadora. La única manera de repeler a sus hermanos reptiles es, con su espiritualidad plena, pues ella les otorga fuerza, sabiduría, y energía mucho más grande que la de ellos. Por ello no debes temer. Tu tiempo está cerca también, pues, tu cuerpo no se adaptó a este nuevo planeta, pues llegaste y creciste hasta tu plenitud corpórea en la nave nodriza nibiru. Era la primera vez que recibía un mensaje de nuestros creadores, allí me sentí tranquilo y respaldado, además ahora me queda claro lo sucedido en aquel despertar cuando esa luz se llevo a nuestro hermano mayor.

Abrí mis ojos y nuevamente sentí mi cuerpo en la madre tierra, enseguida me rodearon aves pequeñas coloridas, y pequeños animales del valle. Los niños se acercaron a mí rodeándome en su totalidad, se sentaron y me tomaron de las manos cerrando un círculo perfecto, su energía recorría mis venas, y por un instante sentí que mi cuerpo tenía la vitalidad juvenil, aquella que tenía en la nave. Luego se levantaron y fueron a jugar. Hice un vuelo hacia la montaña del norte, al páramo, me senté a contemplar la inmensidad y belleza de la cordillera buscando un lugar, un espacio donde la Tribu tenga mayor espacio y condiciones para expandirse. Nuevamente siento al gran oso llegar hacia mí, esta vez no mostró la incomodidad de la primera visita, sino más bien se acercó tímido, me lamio el rostro y se sentó a mi lado. Esta vez, note en su mirada apuntar hacia un espacio específico, y dejándome llevar por sus ojos pude divisar un lugar hermoso, muy parecido al que habitamos pero con la particularidad de su riqueza en árboles frutales, y plantas que jamás mis ojos observaron. Un refugio que nos ayudaría a mitigar el cercano invierno, que ya la naturaleza me avisa. Regresé entonces al encuentro de la tribu, ya el sol empezaba a darnos la tarde, y nubes cubrían el atardecer, las aves vespertinas comenzaron la búsqueda de refugios, el invierno parecía darnos la bienvenida. Los hombres que fueron hacia el sur regresaron casi entrando la noche, las primeras gotas comenzaron a caer, se oscureció de pronto. – Prudens gritó un hombre de la tribu, debemos ir a un refugio, o nuestros cuerpos no podrán soportar la primera lluvia y el frío. – Siganme les dije en voz alta, y volamos hacia aquel refugio que el oso me había indicado. Era una caverna enorme, la oscuridad no dejaba dimensionar su profundidad total, pero por su energía enseguida nos percatamos que no estábamos solos, del fondo se sentía una energía muy cálida, era la tribu del oso que me acompañó en el páramo, aún no terminaba de sentir esa energía cuando apareció el oso erguido en dos patas, sus ojos fijos en los míos, y en su interior se observó un cierto temor, una sensación que aunque pequeña pero que lo exaltaba a la vez. En su mente dibuje el mensaje: – Hermano oso, acaso no sabes quién soy?. Noto un sentimiento pequeño de inseguridad en ti, no temas, somos tus hermanos, queremos refugiarnos del agua del cielo, pues aún, nuestro cuerpo no está adaptado al inverno del planeta y lo queremos adaptar desde aquí, si nos lo permites. – Nuevamente el oso me permitió ver en sus ojos, y pude percibir el miedo. Energía que perturba, sensación que al recibirla debilitó mi cuerpo. Caí entonces, el oso desapareció en la oscuridad y rápidamente me rodearon los hombres de la Tribu al grito de: – Prudens, hermano mayor. Los niños del lugar se acercaron a mí, y uno de ellos me dijo: – Lo que sentiste, es lo que estamos combatiendo cada noche mientras duermen todos. Nosotros podemos repelerla, pero no nuestros hermanos mayores, debes regresar a nibiru, aún están acá, debes buscar a nuestros creadores. Un poderoso silencio invadió mi espacio, como si hubiese perdido la conciencia y me hubiese desconectado totalmente de la naturaleza, de la tribu. Abrí mis ojos, y me encontraba en un lugar conocido por mí, era la nave donde nací y pasé gran parte del tiempo. Lentamente me incorporé mientras mis sentidos corpóreos se agudizaban nuevamente. Ya en mi normalidad física, se abrió frente a mis ojos una puerta, y de ella una luz que cegaba mis ojos. De pronto, se cerró esa puerta, un silencio invadió el espacio, y una voz cálida me dijo: – Bienvenido hijo mío, rápidamente agaché la mirada por recelo, pero inmediatamente sentí en mi mentón una mano grande como las nuestras, con uñas largas. Me levantó hasta que mis ojos observaron por primera vez el rostro de ese ser superior. Sus ojos azules cielo, sus cejas rubias y cargadas, su cabello tal como dijo mi padre largo y dorado como el oro, su estatura era enorme, porque casi tenía mi cabeza levantada en su totalidad, llevaba una túnica de un blanco resplandeciente. – Haz sentido el miedo, y tu energía no resistió, tu aura se llenó de dudas, y los niños te han enviado hasta aquí. Dime hijo mío, que has visto en los ojos del oso?.. me llené de paz absoluta en su presencia y nuevamente mi energía regresaba a su estado inicial. Me soltó entonces y me dijo: – Ha transcurrido 500 años luz desde que Nibiru llegó a este planeta, tus hermanos mayores de la Tierra observaron por primera vez esta Tierra con su tecnología llamándolo Kepler. Sabíamos de la existencia de este planeta y muchos más, pero traerlos acá a la constelación de Lira, nos pareció el lugar, y el tiempo correcto como para poder purificar su espíritu de ese miedo impuesto generación tras generación por sus hermanos reptilianos y la ayuda de la raza esclava de los grises. Tu generación es la última de la Tierra, y la única que aún percibe el miedo, sensación que los niños repelen con facilidad y que serán de gran ayuda para los adultos.

Cada uno de ustedes, los ancianos, tienen menos probabilidades de sobrevivir en este planeta, y aunque su atmósfera es muy similar a la Tierra, la temperatura es variable para sus cuerpos, difícil de resistir para ustedes. El tiempo es corto para que pasen a la gran energía, lugar donde permanecerán hasta que el gran poder supremo lo decida. Lleva contigo a los adultos hasta el oeste, el planeta es más grande que la Tierra, de modo que los reptilianos no podrán hallarlos y no harán nada mientras no se adapten al planeta. Allá encontrarás un clima más adaptable a las estaciones que este planeta tiene, el mar les proporcionará abundante comida, los niños sabrán que cazar pues los animales hablan con ellos constantemente, al igual que las plantas. Nombrarás entre los adultos a tu sucesor, y serán los niños quienes te indiquen quien será. Les contarás las historias que en tu mente llevas sobre tus hermanos mayores en la Tierra. Y luego que hayas cumplido esta misión, tú y tus hermanos contemporáneos partirán hacia la gran energía. En la Tierra aún continúa la casería y exterminio de todos los grises y caballeros negros, ya no hay humanos allí, el planeta ahora a seguido su ciclo, empezó su regeneración y durará mil quinientos años para que sea nuevamente habitable. Ahora vete. Mis ojos se cerraron ante el soplo del creador frente a mí.

Desperté en aquella caverna donde pasamos la noche lluviosa, los niños me rodeaban en aquel instante que abrí los ojos, y sus sonrisas me llenaron de una alegría espiritual plena. Era una vista hermosa desde la caverna, los hombres se bañaban en el río cristalino y los niños volaron hasta ellos para unirse en esa algarabía, las mujeres buscaban raíces y frutos. Me incorporé entonces y al caminar unos pasos sentí en mis espaldas al oso, se colocó a mi lado, lo acaricie, mirando juntos a la tribu disfrutar de la estancia en las tierras del gran oso. Cuando el sol rayaba su plenitud mañanera reuní a toda la tribu a mi alrededor nos sentamos en la madre tierra, y mirándolos pronuncie: – Hermanos, he sido instruido por nuestros creadores, ellos me indicaron que debemos volar hacia el oeste del planeta, allí haremos nuestra nueva morada, la naturaleza nos ofrecerá calidez, abundancia y tranquilidad. Pero antes de partir iremos a la cascada de los sueños, pues los niños nos ayudarán en la purificación, lucharemos juntos contra esta sensación que viene del sur y que algunos animales nos avisan. Debemos ser fuertes, y poseer el arma correcta espiritual para repeler y poder ayudar a nuestros hermanos en la naturaleza. Con este mensaje emprendimos nuestro viaje hacia la cascada de los sueños, al menos esta vez, lo haré volando. Con la llegada a dicha cascada los niños como si ya hubiesen sido instruidos para la tarea; tomaron a los adultos y los llevaron hacia el centro de la cascada, allí permanecieron por un buen tiempo hasta que de ella desprendió una luz blanca, resplandeciente, y en el abrirse de las aguas de la cascada como un arco salían los hombres y mujeres. Posteriormente la cascada recobró su caída normal de agua, y en un tiempo salieron los niños de entre las aguas volando hacia mí. – Hemos cumplido la primera parte de la misión prudens, ahora debes venir con nosotros tú y los demás ancianos. Acto seguido fuimos llevados de la misma forma que los adultos. El agua golpeaba mi cansado cuerpo mientras solo escuchaba el sonido del agua descendiendo con fuerza cuando escuche nuevamente la voz ancestral: – Cierren sus ojos, solo escuchen el sonido del agua, deben dejar que esta sintonice con el andar de su sangre. De a poco una luz blanca se apoderaba de mi mente, y sentía como mi sangre corría al mismo tiempo que el agua de la cascada, sentí un jalón y, un sonido fuerte en mi cabeza, y la misma sensación como si levitara. Luego volví a escuchar el sonido del agua, mis sentidos se agudizaban y observé la cascada se abría frente a mí había terminado el ritual de los niños. Se aproximó uno de los niños hacia mí, mientras salía a pie del agua, y me dijo: – Tu miedo, se ha ido por el tiempo que estarás con nosotros, mas tu energía no ha cambiado porque ya no pueden superar más de lo que llevan en su tiempo, el daño causado por generaciones en la Tierra es irreversible en ustedes. Me miró y se alejó. Emprendimos entonces el vuelo hacia el oeste.

La mirada se enriquecía de tanta belleza alrededor de la tribu mientras volábamos hacia el oeste, de pronto una brisa húmeda llegaba a mis mejillas, las aves se apegaban a nuestro encuentro, algunas grandes y blancas (gaviotas), y los niños descendieron. Era magnífico el sonido del mar, sus olas golpeando en la playa, la arena blanca, prudens gritaron los niños.: – Hemos hallado comida, vengan. Al llegar un enorme pez había entregado su energía, estaba aún fresco, los niños lo rodearon; pusieron sus manos sobre el pez y luego dijeron a las mujeres: – Hermanas, ustedes comerán primero, luego nosotros, luego los ancianos y por último los hombres. Esta será la primera vez que comeremos materia, un ser muerto, pero es necesario para alimentar el nuestro. Solo nosotros podemos decidir cuándo y cómo comer seres muertos, pues, no cazaremos, si la naturaleza no nos lo permite. El recelo invadió a todos mientras consumíamos por primera vez carne. Pronto la noche cubrió el cielo, a lo lejos escuchábamos el sonido de los rayos, truenos de las montanas de donde vinimos. Nos sentamos todos aún con la incertidumbre y el sabor de haber consumido carne. Uno de los niños se acercó a mí, estaba casi adolescente: – Prudens, debes anunciar que aquel hombre que del mar domine a su líder, que del cielo a su líder, será tu sucesor. No debe luchar, debe demostrar ser más sabio que ellos, debe ganarse el respeto de ellos. Reuní a todos entonces, y pronuncié aquel mensaje. Uno de los hombres, dijo luego: Hermano mayor, queremos escuchar una historia de nuestros antepasados, queremos conocer que no debemos hacer, para seguir en armonía con la naturaleza, no destruirla, ni conquistarla. Mire a todos entonces y dije: – Contaré entonces, lo que mi padre contaba, lo que mi abuelo decía que su padre contaba, que de aquellos ancianos que habían salido del planeta Tierra habían vivido.

Sus miradas entonces se concentraron en mi, era la primera historia que entregaría a la tribu, era el inicio de mi final en este hermoso planeta lleno de vida, fuerza, alegría. Había nacido en Nibiru, crecido entre el viaje, las paredes de un material extraño, donde solo había poca luz, donde todos al inicio nos veíamos como extraños en un viaje, donde día a día, abríamos los ojos, nos reconocíamos, donde desaparecía cada miedo, cada sensación de egoísmo, de individualidad, de avaricia, de poder, de dominio, de saber quién era el más fuerte, el más guapo, el más alto, el más pequeño. Solo nos reconocíamos como seres humanos, iguales, e inteligentes. Como decían nuestros creadores, purificando nuestros espíritus de la esclavitud.

CAPÍTULO IV

El rescate del Planeta Tierra

Los ancianos en Nibiru, relataron de un tiempo en la Tierra, donde la tecnología crecía a un ritmo alarmante, los hermanos no tenían tiempo de mirar el cielo, ni escuchar las aves, ni observar nada. Su día a día era monótono, nacer en el seno de una familia conformada de un matrimonio o ritual religioso, que era reconocido y aplaudido por la sociedad y el mundo como correcto, pues habían también quienes no hacían este ritual religioso. Al nacer ya llevabas un nombre, ya tenías un apellido, eras la propiedad del que te engendró, y la responsabilidad de la mujer, criarlo. Muchos hombres ni siquiera cumplían con darles la propiedad, abandonaban a los infantes y a la mujer con quien engendró. Infantes crecían en ambientes hostiles, llenos de perjuicios, malicia, odios y rencores. Pero debían crecer, sobrevivir, la sociedad esclavista lo exigía. Muchos eran abandonados por las progenitoras en lugares llenos de peligros, otras mujeres no permitían que vengan al mundo esos espíritus, unas por vanidad, otras por miedo, otras porque ese espíritu era producto de la maldad del hombre hambriento solo de placer corpóreo e inducido por alucinógenos que ensombrecían la mente, y negaban al espíritu. El infante crecía entonces con el miedo heredado, y el que asumía mientras sobrevivía. Quienes tenían suerte, ganaban aquello que los antepasados llamaban valores, sentimientos que eran las reglas correctas de un comportamiento propio de un ser vulnerable en esa sociedad, pues, lo hacía manipulable, obediente, ciego y fácil de envolver. Por lo que, muchos los olvidaban conforme sobrevivían a la sociedad. Los que no tenían suerte, pues, solo eran fugitivos del destino, del momento, del lugar, de las circunstancias, y ganaban lo que a cada etapa llegaba. Ellos se convertían en los descarriados según los jueces del espíritu, decían los ancianos que eran hombres vestidos de túnicas, unos negras, otros café, que vivían cómodos, con abundancia en alimento, adulados por la gente, llenos de poder, portadores de la verdad, y con la potestad de negociar con las reglas que según ellos los llevarían al cielo junto a un Dios eterno. Nuestros hermanos llamaban a esto religión. Uno de los hermanos adultos interrumpió el relato al decir: – Prudens, Que era Dios para nuestros hermanos de la Tierra?. Lo mire, y dije: – Dios para nuestros hermanos, era un ser, supremo, superior, alguien con capacidad de dar la luz del día, la naturaleza, lo que los rodeaba, aquel que llenaba su mesa, aquel que curaba sus enfermedades, aquel que podía ayudarlos a solucionar sus problemas diarios. – Un mago entonces, interrumpió otro hermano. Me quedé en silencio. Y luego seguí. -Dios, era un invento de la raza de los grises, instruidos por los reptilianos. Fue un invento que esclavizó a los primeros hombres que desarrollaron el miedo, por los hermanos reptiles. Los hermanos que salieron del planeta relataban que un día fue revelado este invento, cuando los grises fueron presentados a nuestros hermanos en todo el planeta, fue revelado que no éramos los únicos en el universo. Ellos habían programado un nuevo orden mundial, donde la religión ya no era arma para someter a nuestros hermanos. Habían muchos que ya no creían en las religiones, los escándalos, y el mismo despertar de pocos, que buscaron la lógica, la verdad, la libertad espiritual crecía. Había una religión en particular con un poder enorme, que fue centro de la discordia de muchos de nuestros hermanos que embriagados del engaño, empezaron a cuestionarse, muchos murieron por mantener su espiritualidad en esa religión, y entró un tiempo de oscuridad, enfrentamiento, muerte y confusión. Eran tiempos de guerra entre hermanos, sangre en las manos de quienes decían tener la verdad, órdenes de los grises con poder para decidir quien vivía y quien moría. Se percibía el miedo en todo lado. Los templos a ese Dios fueron saqueados, quemados, destruidos. Muchos de esos hombres de espiritualidad religiosa fueron perseguidos y asesinados sin piedad por quienes decían tener la verdad, el orgullo cegó a muchos de los hermanos que empezaban a despertar, pues habían obtenido la razón sobre la religión.

Hermanos, mañana continuaré mi relato, la noche está avanzando y el cuerpo necesita descanso, hemos volado, y debemos recobrar energía. Todos buscaron entonces un lugar para descansar, había terminado el primer día, y mi corazón latía fuerte porque ya era menor el tiempo para ir junto a la gran energía, aquella que nuestros creadores llaman el poder supremo. La mañana empezaba radiante, y todos buscamos la belleza de la naturaleza, unos volaron sobre las orillas del mar, otros caminaban sobre la arena, las mujeres y los niños buscaban el alimento, frutas y raíces que ofrecía nuestro entorno. Cuando aún nos alimentábamos, en cielo de pronto apareció una nave de color negro, de aspecto triangular, misma que pareciera detenerse sobre nosotros en la inmensidad, los niños inmediatamente se elevaron y cerrando sus ojos se tomaron las manos, y su energía hizo que esa nave se alejara como si fuese perseguida por otra para ser destruida. Los adultos pronto me interrogaron: – Hermano mayor, que quieren ellos acá?…Era una energía como la del sur sobre nosotros decía otro hermano… Tranquilos dije con voz fuerte; lo que acabamos de ver fue efectivamente una nave reptiliana, todos sentimos esa energía, por dentro me invadió tranquilidad, primero, porque los niños actuaron de forma increíble y efectivamente fueron repelidos, y segundo, el miedo fue reemplazado por duda sobre que vinieron a hacer los hermanos reptiles por el oeste. Seguro ellos percibieron nuestro espíritu, aquel que nuestros antepasados contaban cuando el caos reinaba, y de pronto Nibiru apareció saliendo de él esa espiritualidad plena que lleno de terror a grises, y reptiles. Decidimos entonces explorar las costas, disfrutando a pie de cada parte de los que teníamos, y podíamos disfrutar, así la noche llegaba y con ella la inquietud de que continuase con mi relato.

Al entorno de una luna radiante, todos esperando, comencé: – Así el hermano destruía al hermano buscando una luz, una verdad, algo en que creer, todos querían poder, todos decían tener razones, deidades. Los gobernantes, esclavizaban con el miedo, las armas, la alteración de la naturaleza, creaban con su tecnología huracanes, provocaban erupciones de volcanes, terremotos, olas gigantes. La paz se había perdido en la Tierra por completo. Hice un silencio como si mis ojos hubiesen viajado hasta allá, cuando aún los hermanos se asesinaban entre sí, nadie sabía que la luz estaba en su interior, ninguno descubrió que no había que creer en Dioses, magos, o superhéroes, si no en nuestra capacidad de ser supremos desde adentro, nuestro espíritu era el arma para salir de la oscuridad, pero moríamos. Mujeres, niños, ancianos, hombres armados y desarmados caían, fuego por todo lado. Entonces proseguí: – Nadie en el planeta se percató de que la madre Tierra también sangraba, estaba cansada, y que empezó hace mucho tiempo a regenerarse. La tecnología confundía si lo que sucedía era producto del hombre o de la misma naturaleza. Pero en medio de la guerra, despertó un gigante dormido, y del norte, de donde salían ordenes, de donde se originaba parte del conflicto, un estruendo, otorgó un silencio total. Y una columna de fuego iluminó el cielo del norte, y con él despertaron todos los volcanes, uno a uno a lo largo de un cinturón que llenó de fuego un continente. La madre tierra temblaba con fuerza, el mar se agitó formando grandes olas, como nunca antes se hubieran visto, apagando luces, fuego, destrucción, y la oscuridad se apoderó rápidamente de la Tierra. Los afortunados en riqueza abordaban naves hechas por el hombre, y mientras abordaban, eran repelidos aquellos que buscaban abordarlas, asesinados. Algunas naves fueron destruidas en el conflicto por salir, ya no había líderes mundiales, solo hombres, mujeres, niños buscando refugio, las armas callaron, el fuego de estas fue reemplazado por el de los volcanes, las calles llenas de grietas, agua de mar llenando ciudades de terror. Los años pasaban y quedaban hermanos regados por todos lados, en medio de la oscuridad, el frío, y un aire olor a gases volcánicos y muerte. Los gritos ya eran menos, el Sur de la Tierra se lleno de silencio, el oriente había desaparecido en el agua, naves saliendo del Planeta desde allí, habían rescatado a casi todos los hermanos, aquellos de ojos rasgados que pertenecían a una raza evolucionada, eran espirituales, pocos fueron corrompidos por las religiones y la cultura que ellos llamaban occidental. Decían los ancianos que ellos, habían advertido al mundo de lo que la naturaleza haría, mientras peleaban los demás buscando a Dios o defendiéndolo. Del norte habían naves saliendo, grandes, enormes, eran los reptiles, abandonaban el planeta mientras que asesinaban a cuanto humano hallaban en su camino. Aún había allí mucho sobreviviente, pues esos hermanos se estuvieron preparando para cuando la naturaleza reaccione, ellos y los hermanos del continente que llamaban viejo sobrevivían.

Estos hermanos habían construido en sitios estudiados por la inteligencia y tecnología avanzada refugios subterráneos, con suficiente alimento, y demás recursos para sobrevivir. Así otro relato terminaba en la avanzada noche, y el cansancio se apoderó de todos.

Mientras todos llevaban consigo el descanso, miraba el firmamento, lleno de estrellas, mi corazón se llenaba de emoción, pensaba como sería mi nueva forma en la integración con la gran energía, podré ver a mis hermanos desde allá, tal vez seré una estrella en el firmamento de este planeta. Mientras mis ojos de a poco se cerraban. Allí me encontré de nuevo, en Nibiru, jugando con otros hermanos, en un espacio con poca luz, pero tranquilos, sin peligro, los adultos rodeados de luz permanecían en constante meditación con los ancianos. Una voz de pronto perturbó esa imagen de mi niñez: – Despierta, escucha. Abría mis ojos, y estaba en Nibiru, en el mismo sitio donde fui trasladado la primera vez que vi a uno de nuestros creadores. Estaba frente a mí, me incorporé lentamente, y mis ojos se enrumbaron hacia sus ojos. – Querido, he visto la duda y la seguridad de los hombres allá abajo. Mañana uno de los niños, te dirá quién será tu sucesor de entre los hombres jóvenes. Aquel infante que posee una espiritualidad mucho mayor, será quien aprenda d tu sucesor todo aquello que el tiempo otorgue. No podemos modificar el tiempo, ni decir que sucederá mañana, eso, es solo tiempo, solo el poder supremo tiene el control del tiempo. Interrumpí entonces. – Eso es Dios?. Aquel silencio y su mirada fija en mis ojos fue determinante. Pero con voz dulce respondió: – Aquel Dios que tus hermanos mayores hablaban, no existe, no puede la energía suprema ser materia y energía dimensionada en un solo punto diminuto del universo. Es como si quisieras introducir a un elefante en una partícula. Esa energía tampoco puede fragmentarse, solo es eso, una gran energía capaz de controlar el tiempo, y con ello determinar el inicio y el fin de cada energía, y materia en el universo. Nuevamente pregunte: – Entonces nuestro espíritu a donde va?. Sus brazos descansaron en mis hombros llenándolos totalmente, nos sentamos frente a frente y respondió: – Hace miles de años en el Planeta Tierra de tus hermanos mayores, decidimos introducir entre ustedes un hombre, cuya sangre era nuestra totalmente, uno de nosotros, Elegimos entre ustedes a una mujer humilde, sana, joven, y plantamos la semilla. Estuvimos muy cerca, todo el tiempo, pues la maldad y el poder hacía que nuestro hermano corra peligro. Pero, supimos protegerlo sin intervenir. Su condición espiritual era muy parecida a la del infante que tienes entre tus hermanos, pero la particularidad, es que nuestro hermano despertaría en la adolescencia su conciencia y establecería conexión con nosotros, pues el cerebro humano estaría en condiciones de hacerlo sin ser afectado seriamente. Lo llamaron Jesús, Mesías, Enmanuel. Su vida nuevamente corrió peligro cuando despertó, pues su energía crecía, su sabiduría, y su cuerpo otorgado debía acoplarse. Fuimos a su encuentro, y llevado a las montañas más elevadas, allá estuvieron varios de los nuestros. Fue largamente instruido, hasta que pudiese encontrar el equilibrio con su cuerpo y dominar la energía que desbordaba. El debía regresar al lugar donde nació, y vivir como ustedes, esa fue su misión. Pronto la diferencia se hizo notar, pues la paz interior, su espiritualidad lo llevó a instruir, a motivarlos a ustedes a despertar aquella energía que percibió cuando era adolescente. Dejó una huella en la humanidad, trascendió en su enseñanza, en su vida. Naturalmente fue odiado por quienes construyeron un sistema cómodo para someter a sus hermanos, ya en ese tiempo se hacía sentir el poder de sus hermanos reptiles sobre ustedes en la Tierra. Pero aquella huella, es lo que el espíritu refleja y perdura querido, el espíritu permanece, no se destruye, se transforma. Entonces tímidamente pregunte: – Entonces tus acciones, las determina tu espiritualidad, y de ellas depende si tu huella dura o se pierde?. Es correcto me respondió, eso fue lo que nuestro hermano quiso que vuestros hermanos entendieran en aquel tiempo en la Tierra. Pero el miedo, la opresión, la comodidad esclavista implantada por sus hermanos reptiles, ya tenía generaciones, y todo aquello que nuestro hermano hizo después, fue modificado y elevado a la categoría de religión. Y la sangre que se derramó después hasta que se convirtiese en arma de dominación espiritual fue la que transformó a nuestro hermano en ícono y modelo de un Dios. Terminaba esta frase y por primera vez vi brotar de sus ojos lágrimas. Cuestioné entonces al ver su tristeza recordando aquello. – Porqué no intervinieron?. Me tomó de las manos, me levantó, me abrazo cálidamente y me dijo: – Querido, Cuando fueron creados, hubo aquí un gran debate entre: Dejarlos vivir en la Tierra, o destruirlos porque no pertenecían a ella. Fueron creados con el propósito de ayudarnos a extraer el elixir que nos permite sostener nuestro planeta, ya muchos de nosotros habían perecido en el duro trabajo físico que demandaba. Al final decidimos dejarlos crecer, pues, llevan parte de nuestra sangre, son los únicos seres creados por nosotros que llevan nuestra sangre, solo así se adaptarían a ese ecosistema sin problema, para evolucionar, desarrollarse en materia y energía. Evidentemente decidimos no intervenir en su crecimiento espiritual, nivel que pudimos percibir en ustedes, y la razón que nos hizo dejarlos en la Tierra.

Sopló entonces sobre mi rostro, y luego de un instante abrí mis ojos. Estaba recostado en el mismo sitio donde me acomodé para descansar mi cuerpo. La mañana estuvo radiante, me incorporé, y observé miles de aves en el inmenso mar que aún un poco lejano de mis ojos se podía divisar. Las mujeres había salido con los niños a la tarea habitual del alimento, los hombres se habían concentrado en la playa junto con mis hermanos contemporáneos, algo estaban observando. Pronto les di alcance y ante mis ojos vi un pez enorme, sentía el sufrimiento, y el deseo de vivir al mismo tiempo. – Porque no regresarlo a su hábitat pregunte a todos. A lo que uno de los hermanos jóvenes respondió. – Hermano mayor, no podemos regresarlo al mar, pues aún está débil. Los niños llegaron e imponiendo sus manos rápidamente, elevaron al gran pez, lo llevaron hacia mar adentro lo tuvieron un tiempo corto y lentamente lo soltaron. A su regreso, los niños fueron interrogados por los hombres. – Porque devolverlo al mar, estaba débil y sufría, no queríamos moverlo porque su cuerpo necesitaba estar en equilibrio con su energía. Uno de los niños les dijo: – Curamos una herida interna, nos dijo que había peleado por sobre vivir ante un ejemplar mas grande, logró huir, pero no tuvo fuerzas para luchar contra la corriente y fue traído hasta aquí. Recordé entonces aquello que nuestro creador me dijo sobre la trascendencia. Y les dije a los niños: – Bien hecho pequeños, han trascendido en la especie que ayudaron hoy. Aquella mañana, decidimos viajar a otra parte, pues habíamos encontrado en la exploración pasada otro sitio mejor que donde estábamos. La tarde estuvo en su plenitud cuando a mi llegó uno de los niños, ya parecía entrar a la adolescencia. Me tomó de la mano y me dijo:- Sabe hermano mayor para que estoy acá, nos tomó algún tiempo analizar a cada hermano joven, pero al final, hemos tomado una decisión. Y señalando a un hermano que estaba sentado sobre una piedra añadió. – Aquel hombre, es descendiente de un hermano sabio. El tiempo de su linaje es sabiduría, nos llevó su espíritu hasta un hermano que ayudó a muchos a salir del planeta, pero él no logró salir. Fue asesinado por un gris, cuando salvaba a su infante engendrado. Su fuerza y sabiduría son únicas de entre los hombres, él ya sabe que llevará esta responsabilidad. El será llevado por los creadores a Nibiru esta noche, y volverá cuando tu tiempo de partir llegue.

Aquella noche, nuevamente se congregaron para continuar con la historia que había en sus mentes. – Así entonces, nuestros hermanos que habían sobre vivido se encontraban en los refugios, pasaban los años, y con ello la desesperación de no hallar luz natural. Muchos recordaban los días vividos allá fuera con nostalgia, y así se hizo costumbre esta forma de relatos que hasta hoy tenemos de nuestros ante pasados. Los grises eran los únicos que lograban habituarse a las afueras. Su misión ahora era exterminarnos, terminar con nuestra existencia como especie, pues, seríamos un peligro para ellos si sobre vivimos. Empezaron el ataque a los refugios, ellos sabían dónde estaban, sabían que debían hacer. Ya habían exterminado en un refugio del continente antiguo a todos nuestros hermanos, y el terror reinó. Quedaban pocos, uno a uno fueron exterminándonos. Hasta que Nibiru apareció en el firmamento, los grises se llenaron de temor, y tratando de usar como rehenes a nuestro hermanos intentaron buscar su salida del planeta sin ser dañados. La consigna de nuestros creadores fue rescatarnos, y así fue como exterminaron a los grises hasta que ninguno sobre viviera. Una batalla librada mientras éramos rescatados, muchos hermanos más perecieron en ese tiempo de lucha entre nuestros creadores y los grises.

El Planeta Tierra, pronto daría su última fase de regeneración, empezando así a girar, las aguas cubrieron la Tierra, lluvia ácida, fuego, erupciones volcánicas totales era el nuevo escenario. Ya no había grises, solo nuestros creadores subiendo a Nibiru y nuestros hermanos rescatados. Mientras Nibiru salía del Planeta este seguía girando, cambiaba su polaridad. Todos quienes fueron rescatados fueron inducidos en un profundo sueño por un largo tiempo, y así, nuestro creadores empezarían la tarea de depurar el miedo en nosotros. Así queridos hermanos fue la historia que se narró de generación en generación, y ahora se las paso a ustedes.

CAPÍTULO V

La Trascendencia es un legado espiritual.

Esa noche pasó y muchas más junto con ella, Magna Sipiritus crecía y su espiritualidad era muy fuerte, su sabiduría sorprendía a todos, empezó a ser líder entre los niños, respetado por los jóvenes y adultos. Creció interactuando con animales, plantas, y todo ser vivo en el planeta. El pequeño facilitó mucho la recolección del alimento, y la exploración. Mi cuerpo por otra parte lo sentía lento, cansado, me costaba ya adaptarme a la tribu, pero mi energía crecía cuando pensaba que el día de partir llegaba, y mi espíritu se quedaría en aquello que mis hermanos recordarán siempre. De nuestros ante pasados aprendí el valor de cada instante de vida que este cuerpo nos da, la energía que debemos consumirla y alimentarla de buena forma, y que sobre todo buscar la trascendencia espiritual individual y en comunidad fortalecerla, hacerla crecer, animarla día a día como si se tratara de una planta, que luego será un árbol frondoso, alto y robusto. Mucho me entristece ese tiempo perdido desde que ese hermano de sangre de nuestro creadores quiso revelarnos todo aquello que por generaciones en Nibiru entendimos lejos de la esclavitud. Tal vez, solo tal vez, si hubiesen comprendido nuestros hermanos, hubiesen despertado en aquella época y de a poco erradicado el miedo, aún viviéramos en el Planeta Tierra, aún sería nuestro hogar.

La noche se apoderó nuevamente de un día lleno de experiencias, el tiempo, corre lento en Kepler, quizá porque es más grande que la Tierra, pero nos deja lo suficiente para alimentar ese espíritu trascendente. Mis hermanos como siempre se reúnen en torno a mí, y relato como todas las noches aquellas historias que en sueños muchas de ellas me son reveladas por nuestros creadores. Magna Spiritus, viaja frecuentemente a Nibiru, tiene el poder de hacerlo, y ha enseñado a los niños y jóvenes a viajar también hacia allá. Nadie en la Tribu recuerda que es el miedo, ha transformado aquello que nuestros antepasados esclavizó en fortaleza. Del Sur ya es poco lo que se percibe de esa energía extraña emanada por nuestros hermanos reptiles, Magna Sipiritus una noche reunidos nos dijo a todos:- Hermanos, he viajado al Sur, fui escoltado por algunos de nuestros creadores, sentí el temor en ellos al vernos, frente a mis ojos esas enormes criaturas verdes, algunas de colas largas, aquellas que se postraron frente a nosotros como suplicando piedad, y otras yacían muertas, de colas medianas y otras de cola pequeñas. Nos explicaron que no pueden adaptarse a nuestro hogar, ni en su superficie, ni dentro de ella como lo habían hecho en la Tierra. Fueron entonces rescatados por nuestros creadores, y transportados a otra galaxia donde su hábitat sea posible. De lo poco que sentimos hermanos es el resto de esa energía en plantas, animales y reptilianos consumidos por los sobre vivientes, pronto la naturaleza hará su trabajo con esos restos. La alegría se apoderó de todos, y con ello la esperanza de conservar y mantener por generaciones aquello que ahora es nuestra arma letal, nuestra espiritualidad. Muchos días más pasaron, habíamos explorado ya todo el planeta, conocíamos las estaciones, y sabíamos a donde migrar, el hermoso planeta donde la armonía parecía ser aquella utopía de un hermano hace miles de años en la Tierra, posiblemente se quedaría solo, pues no sintonizaría con el sistema.

Una noche de verano, luego de mi relato, el abrazo habitual de Magna Spiritus, me recosté en este árbol, donde hace algunos días me regala la sombra a mi cuerpo casi quieto. Magna Sipiritus como así lo llamé cuando nació, por su fuerza espiritual, se sentó junto a mí como sabiendo que la hora había llegado. me miró, sonrió y me dijo:- Prudens, tu energía se está perdiendo en ese cuerpo ya cansado por el tiempo, tu espíritu es la llama ardiente en nuestras mentesy corazones por cada historia relatada, la sabiduría entregada, el amor y cuidado por todos generación tras generación. Ya está llegando nuestro líder, él tiene la misión de distribuirnos por todo nuestro hogar, luego de instruir a su generación por muchas lunas, para ser líderes en sus nuevas tribus. Esta vez será diferente, esta vez estamos solos en este planeta. Terminaba la frase cuando una luz enorme invadió el cielo, y de ella bajó aquel hermano que los niños hace mucho tiempo eligieron como mi sucesor. Los hermanos lo rodearon rápidamente, fue alimentado su cuerpo, y luego dirigiéndose a mí, me dijo:- Hermano mayor, debes cumplir con tu última tarea, la hora llegó, y te unirás a la gran energía como tu así lo deseas. Me incorporaron algunos hermanos jóvenes, hasta acomodar mi casi inerte cuerpo arrimada junto a mi árbol. Exclamé: – Mi tiempo a llegado, mi sueño esta cerca, frente a ustedes está mi sucesor, lo creadores lo han instruido, preparado mental, física y espiritualmente para conducir a nuestra tribu que ahora es grande en número y crecerá más. Jamás pierdan, aquella fortaleza, pues de ella depende que aquellas historias relatadas de nuestros ante pasados no se repita. Acércate a mí hermano. Tomado la mano de aquel hermano, pronuncie: – Ahora eres tú mi sucesor, ahora eres tu el gran sabio. La alegría de la tribu no se dejó esperar, esa enorme sensación que emanaban los hermanos hacía que mi energía se alborote en mi cuerpo. Aquella noche terminaba con alegría, y una nueva historia para la tribu empezaría.

Cerré mis ojos, y mi mente viajó hacia mi niñez, jugando con mis hermanos, sus caras eran más claras que en otras ocasiones, sus voces tan reales como si realmente estuviese en ese tiempo, cada niño era un hermano de mi generación que me acompaño también en Kepler y que como dijo el creador en Nibiru, se unirán conmigo tambiena la gran energía. Sus risas, eran reales estaba allí. Mi progenitor me llama, escucho su voz, hijo mío, ven, donde estás?, regrese mi mirada hacia la voz, era mi progenitor, veía su rostro, que alegría. Me levanté y corrí hacia él. Y al abrazarlo, abrí mis ojos, y una luz blanca resplandeciente me daba la bienvenida, quería mirar hacia atrás, y una voz me dijo: – Para que mirar el pasado, cuando el presente es hermoso, y tu futuro un misterio. Pero, tu cuerpo está cubierto por las hojas de aquel árbol que te acompaño con su sombra mucho tiempo. Tus hermanos bailan, están alegres porque tu sueño ahora es una realidad. Bienvenido!!!… Bienvenido!!!…

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