Pobre poeta sin lucro,
solo le acompaña una maleta,
vacía de recuerdos que desea olvidar.
Incomprendido creador zurdo,
orador del conocimiento absurdo.
Fiel practicante de la doctrina del etanol,
considera tener sobre ello el control,
pero recurre al alcohol para poder ser él,
dice que es de los pocos que siempre le es fiel.
Conocido como de la calle ser el costurero,
andando en “eses” sin fijar un destino certero.
Anochece y amanece,
despierta desorientado, rodeado de reflejos,
volvió a dormirse en su patio de azulejos.
Se incorpora y se plantea,
escoger el tema que hoy será su dilema,
pues la mente ha de estar activa,
y que mejor que pensar en lo que te inactiva.
Busca en objetos una esencia,
tratando de encontrar vestigios de una presencia.
Las bellas sombras le aturden,
teme que de él se burlen.
Se para, se calma, enciende una pipa,
se evade y recapacita,
hoy con el alcohol tenía una cita,
a la cual no ha acudido,
la razón alumbra levemente su camino,
ha quedado gratamente sorprendido,
pues sin etanol las sombras no le han aturdido.
Un nuevo camino se ha abierto,
el poeta ha dejado de estar muerto.
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