Pacto con el diablo.

Pacto con el diablo.

Ivelios_Tristán

19/09/2018

—Esta es una historia verídica, que por cierto aún existe el hombre al que me voy a referir.

Cuentan que Don Serafín, que así se llamaba este señor, se reunió con otros dos amigos cuando su juventud. Dijeron que querían ser brujos, pero en esa época para ser brujo se necesitaba entregar el alma al diablo.
Se llegó el día en que tenían que ver directamente con el diablo, se fueron a una cueva por los alrededores de Matasano o Buga y esperaron a que fueran las doce de la noche.

Ellos esperaban que el diablo se presentara con cachos y con cola, y realmente que no fue así, porque de la nada sintieron un ventarrón y lo vieron frente a ellos de cachacho y bastón.

Que los amigos se volaron, no fueron capaces de sentir la presencia del diablo. Don serafín se quedó ahí y habló con el diablo que era un señor bien presentado. Luego hicieron el pacto, donde él le entregaba el alma. Para hacer ese pacto se necesitaba hacer un cierto trabajo. Y después de hablar con el diablo se fue para la casa tranquilamente.

El trabajito era que para ser brujo tenía que irse para un monte por los lados de Graciano, atravezar el monte llevando un gato negro y clavara tres cruces en el camino: una a la entrada del monte, otra más allá, más o menos en la mitad, y otra cruz a una cierta distancia. Al terminar de clavar la tercera cruz debía encender una hoguera para echar a cocinar al gato negro. Después de cocinarlo vivo tenía que sacar hueso por hueso. Diciendo: ¿Este es? ¿este es?, hasta qué le respondieran cuál era el hueso.

Ya con ese huesito tenía todos los secretos, todas las garantías para ser un brujo temible.

Bueno, el se organizó y dijo, tal día me voy a hacer ese trabajo, . cogió un gato negro, se fue para el monte, llegó hasta la mitad del monte, clavó la tercera cruz y más allacito empezó a hacer la hoguera, puso la olla y cuando el agua estaba caliente echo al gato. Cuando ya cocinó al gato vivo empezó a sacar los huesos, pero sin darle el frente a la olla, sino la espalda. Empezó a sacar hueso por hueso y decía: ¿Este es? No, respondían, ¿Este es? Hasta que llegó la hora en que ese era el huesito y le respondió una voz como de ultratumba.

— Eeesee ess.

Ahí mismo que escuchara esa voz tenía que correr porque el ventarrón y el diablo estaban encima y si se dejaba coger se lo llevaba. Tenía que correr hasta donde estaba la primera cruz, que tenía que haberla puesto al pie de la hoguera. pero él era tan bruto que la había puesto como a una cuadra de distancia. Corrió con el huesito, sintió que el ventarrón o alguien lo iba a coger y corrió más rápido hasta que llegó a la primera cruz. Se tiró de un brinco para poder llegar y se quedó en la cruz a descansar.

Ya tenía el poder de la brujería.

Ya salió y empezó a hacer maldades ese tipo, porque ya era brujo, ya no lo veía nadie. Cuando el quería ser brujo, no era sino mentar el diablo y ya le daba todos los poderes. Quería ir donde la novia y ahí mismo un caballo se aparecía y atravezaba de lado a lado el pueblito de Barbosa. Le hacía maldades a la novia, arañaba a los hermanos, les escondía la ropa. Era un brujo muy dañino, fue consiguiendo plata y se volvió rico, malo y rico como un berraco.

Con el tiempo se puso viejo y enfermo, casi para morirse y le tocaba quedarse quieto, llamaban al cura para que lo confesara y el cura le decía:
– No, vos fuiste muy malo hombre, yo no te puedo confesar.

No lo confesaba porque le había entregado el alma al diablo. Es tanto así que una vez le dijeron que para pasar a la fondita de aquí de Potrerito, por ahí a media noche nadie era capaz de pasar por ese camino, por que ahí se atravezaba un ataúd y el dijo: Yo soy capaz de atravesarlo, vamos a postar, y apostó plata.

Se tomó unos aguardienticos antes de las doce y se fue. Preciso, se le atravezó el ataud. Entonces se bajó del caballo, porque el caballo no quiso seguir, se sentó encima del ataún y pasaban las horas, dos, tres, cuatro, cinco de la mañana. A las cinco y media empezó a sentirse un ruidito cerca del ataúd, hasta que una voz le dijo:

Dejame entrar.

— Te voy a dejar entrar, pero nunca volvás aquí a hacerle maldades a mis amigos.

Era otro brujo que dejaba el cuerpo ahí y se iba con el alma a hacer diabluras. El lo sabía, por eso se sentó encima del ataúd y le cerró el cuerpo y así el alma no podía entrar. Así sucedió esto, después se podía pasar el monte tranquilo y ya no volvió a molestar.

Bueno, ese señor estaba ya grave y se sintió ya casi muerto. En el instante de la muerte, en ese ratico, soñó que iba a un abismo y que en ese abismo había un mar profundo, pero él estaba en un puente y se sostuvo de una baranda del puente con una mano y con la otra del manto de la virgen del Carmen que se atravezó. Le suplicó que no lo dejara ir a ese abismo, que él ya se iba a morir, que tuviera piedad de él.

Entonces hizo un pacto con la virgen y se comprometió a dejar de hacer diabluras, dejar de ser brujo, devolverle el alma, que el diablo ya no la tuviera ni tuviera nada que ver con él y volver a vivir. El le prometió eso a la virgen del Carmen y ella le dijo que lo perdonaba sólo si devolvía toda la plata y todo el mal que había hecho con cosas buenas.

El señor volvió a despertar, a revivir: el diablo estaba en su apogeo, levantaba las tejas de la casa para llevarselo mientras él estaba moribundo. Entonces volvió a llamar al cura:

Padre, venga que ahora si me voy a confesar.
Yo no quería confesarme porque nadie sabía que en realidad yo le había entregado el alma al diablo.

Bueno, ahora sí yo lo confieso.

El diablo seguía enfurecido afuera de la casa. La confesión fue en medio de ventarrones y aguaceros y cuando ya se confesó y le contó la realidad al cura, se fue calmando el ventarrón y así lo dejó de molestar el diablo y él no volvió a molestar a nadie, votó el poder que tenía.

Y para cumplirle a la virgen empezó a devolver toda la plata y todo lo que se había robado empezó a darselo a los pobres y en estos momentos es un viejito ciego, tiene más de cien años y vive en una casa vieja de la limosna que le dan, porque algunos sienten lástima por él. Porque todo lo dio a los más pobres y devolvió todo lo que se había robado.

Pero él dice que está pagando lo que hizo cuando era jóven y brujo, que lo está pagando en vida.

– Colombia, biblioteca pública de barbósa, monografía sobre barbosa. Un enorme trabajo de la Universidad de Antioquia al recolectar y publicar las historias de mi país.

(Entrevista con Pedro Hernán Miñoz Herrera, gracias por esa gran historia hermano)

La comparto porque después de leer esta historia de primera mano en la biblioteca del pueblo, comprendí que la cultura de mi país es bellisima, y ya que le hice algunas correcciones, parte de la autoria es mía. Espero lo hayan disfrutado como yo disfruté cada momento en que leí este cuento.

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