¡Qué bueno que hoy no te vi! / Los ojos de un indigente / Utopía trágica.

¡Qué bueno que hoy no te vi! / Los ojos de un indigente / Utopía trágica.

Christian Valdez

14/09/2018

Qué bueno que hoy no te vi,que no te busque y no te abrace.

Qué bueno no conocernos,
ni pensarnos ni extrañarnos.
Porque si me conocieras notarias mis nervios cada vez que te veo,
porque si me abrazaras te darías cuenta de cómo suspiro,
¡Qué bueno que no me conoces!

Qué bueno no pensar en tus ojos, ni tus labios ni tu cuerpo.
Porque extrañaría mirarlos, besarlos y tocarte.

Qué bueno que no nos tenemos, ni nos perdemos,
porque detestaría que te fueras y sernos ajenos.

Qué bueno no verte al despertar ni al acostarnos,
porque me alegrarías el día y me quitarías los sueños…
Por eso, -¡Qué bueno que hoy no te vi!-


Los ojos de un indigente

Supongo que cuando uno entrega sus sentimientos, cuando arranca esas flores que le crecieron, se muere desangrado.
Como cuando te pienso, cuando te veo, cuando te sueño.

A uno se le muere algo por dentro, el corazón se le rompe, los sentimiento se van volando, el espíritu decae y los colores también se van; como tripulación abandonando un barco en altamar.

El sol se aleja y todo te da frío,
la mirada se vuelve retrospectiva,
y te comienzan a invadir los vacíos.

Esto lo note en una mirada perdida hacia el horizonte, como contemplando la inmensidad del universo, la belleza de la vida y a su vez recordando los horrores.
Esa mirada extrañamente familiar, petrificada en ocasiones,
en los ojos de toda persona que ha sufrido un mal de amores.


Utopía trágica

Consiente intentando llenar los vacíos confusos me perdí buscando la magia,
sin querer caer o expresar sentimentalismo, creí que los había matado,
intentando cortar la maleza que crece cual jardín abandonado,
solo quería dormir para soñar lo no creado.
La utopía de conocerte materializada por deseos,
me llevó a un camino al horizonte al que aún no llego,
donde espero encontrar esa magia que parece tú la irradias;
ese calor que no se explica pero que llena el alma abandonada.
Me desconcierta un poco lo mucho que me deslumbras, como un sol que sale sobre la penumbra.

¿Y hacia dónde veo si son tus ojos los que provocan un temblor en mi suelo?
¿Y para dónde corro si me caigo de este vuelo?

Y no puedo arrepentirme por las flores que han crecido, pensar que tú lo hiciste me resulta placentero,
mientras el tambor del corazón me recorre el cuerpo entero,
para abrazarte y verte mientras yo te espero.

Este escrito podría ser para mi muerte y mi Concepción*,
donde con gusto ´saldría del manicomio y entraría al panteón´ **.
Del amor a la lujuria te veo sin excepción, admirando tu belleza, inocencia y madurez sin ninguna condición.

Quizá solo en mis sueños te siga viendo así o quizá fue en otra vida que tú fuiste para mí.

[*: juego de palabras; nombre de persona y la acción. Y **: referencia al poema de Jaime Sabines ‘Espero curarme de ti’]

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