Afirmaciones en negativo

Afirmaciones en negativo

Carroña somos

Voló un conglomerado de músicas

los vertidos al río de raspaduras prendidas en la solapa del silencio,

el único superviviente a la mirada del viaducto

hacia una primavera florecida en esclusas

para barcos de papel o pajaritas emplumadas de servilletas

con mensajes a doble espacio.

Voló sobre mi cabeza unos instantes y vi cómo se desintegraba cada nota

en el rincón que compartíamos con las aves rapaces,

hambrientas de carnes muertas.


Tejemos y destejemos llaves de cristal

Acunan letargos compuestos de nombres sin letras,

barras descodificadas en busca de su melodía descerebrada

en copas de árboles, consejeros anteriores a la guerra

de la fiebre propia contra el delirio ajeno.

Adivino los guiños y quehaceres de Penélopes desarropadas

bajo el candil del héroe fugitivo en sus faldas

concisas de recato, pero largas.

Tejen montañas de alcoholes errantes y errados,

atentas a vaivenes inconfesos de ligereza y rigor mortis,

perturbadores anillos de Saturno.

Detrás de mil lunas se afanan en tules lluviosos

a horcajadas del maldito tiempo sin hilvanes de lágrimas,

como viudas eternas de mohín esperanzado.

Descubren sentimientos entretejidos para deshacerlos más tarde

en materia inflamable de amantes locos que despertarán muertos

por no haber querido desprenderse de su llave de cristal.


Divaneos extemporáneos

Las copas chocan días con el cuentagotas de Bohemia

por los años de grilletes invisibles, esquinados al noticiero

de la demagogia extremista:

«El deseo tumefacto es más bello que el colmado».

Por la puerta trasera de mi memoria en venta

se entromete un abrazo acuoso de escéptico curtido

en divaneos, el reloj interno que controla impulsos salvajes

sin llegar a domesticarlos.

Dobles sesiones. Extensión de garantía. Pudor a pasiones revenidas

en el vértice del más allá, donde el espíritu de Alí Babá

colinda a escondidas con lo sublime. De frente con lo ridículo.

De por vida con la copa chocante, amordazada a destajo

a la belleza de sus cristales baldíos,

investigándome como a un matón en libertad condicional

bajo palabra de reeducar el mercado de abastos

tallado a medias tintas de sus embestidas místicas de polvo y paja.


Involución

Padre mío y de mis hermanos desconocidos, tú que amaste a Sofía Loren por encima de todas las mujeres poseídas y por poseer, perdona al más ignorante de entre todos tus hijos ignorados, el Elegido fanático de Sabrina Salerno. No le dejes caer en la tentación de seguir tus pasos y líbrale del mal de criticar a tu nieto Samuel, enamorado a sus cinco veranos de Peppa Pig por los siglos de los siglos, o eso dice. AMÉN.

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