Dios se revela contra mí,
las agujas del reloj
quieren quitarme tiempo,
las palomas me cagan encima,
el pasado me corta con una navaja,
vienen las despedidas
y como duelen las jodidas.
Quizá mi mala suerte
se ha engendrado en
una tormenta,
donde el granizo
tumbo todas mis ilusiones.
Y estoy aquí,
de pie esperando en el desierto
donde sólo cae el agua de mis lágrimas
que llegue el diablo y me apuñale.
A veces pienso que tomar
más pastillas de las que debo
me ayudará a evadirme
de mi realidad,
sin embargo no es así.
Nadie sabe la desesperación
que brota en mi interior,
el miedo al abandono,
la angustia de mis ojos,
que sólo trasmite dolor.
Y siento que no puedo más,
que me voy a ir a recorrer el cementerio,
posiblemente allí encuentre
un alma bondadosa
que me lleve
donde las voces no se escuchan
y ya no se siente nada.
Me acurruco, cada paso que doy
me hunde más.
Y no quiero palmaditas en el hombro,
quiero, necesito gritar, ¡Basta ya!
Que se joda el destino,
que se joda todo aquel
que me quiere ver en el fango.
Porque aunque por dentro
este muerta, cada vez que caiga
me levantaré, con los ojos vidrioso,
con la boca cosida, con las manos atrapadas,
alzaré mi cabeza.
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