Pongamos que no hablo de ti.

Pongamos que no hablo de ti.

Carlos Luna

29/08/2018

¿Cómo iba yo a saber que iba camino a la guerra y sin armas?

La vida no se te fue nunca de las manos, y nunca conocí antes alguien que manejara tan bien las cosas. Nunca dabas un paso en falso y todo lo tenías medido. Sabías cuando ceder, cuando avanzar; hablar y callar, tenías todo tan malditamente controlado que los pronósticos nunca jugaron contra ti -perderían-. Ahora me pregunto si en verdad te quise porque quise quererte o porque desde siempre fue tu plan. ¿Qué ibas a ganar tú de quererte yo y al final salir perdiendo?

Trato de descifrar el plan pero el tiempo ya me rebasó. Tú tomaste tus maletas, las que cargas con buen juicio, perversidad, soberbia y todas esas cosas que te van tan bien pero que te hacen ver tan mal. Eres buena siendo tú. Porque siempre supiste cuándo abrazar y cuándo herir. Supiste cuándo sonreír y cuándo apuñalar, tan excelente que supiste cuándo quererme y cuándo olvidarme. Porque tú no olvidas a ratos, ni por un tiempo. Tú olvidas a matar. Y aquí estoy yo, muerto de olvido. Del tuyo, del que nisiquiera pensé salir herido. Eres buenísima, y de pie te aplaudo, me quito el sombrero a sabiendas que pensarás que sólo soy uno más que se inclina ante tu buena obra; que bien podría llamarse «Belleza y presunción».

Pongamos que no hablo de ti, aunque tu nombre se pueda leer entre éstas líneas. Y sigue en tu acto, sonríe y dispara al corazón como siempre; quién sabe, puede que un día de estos por fin falles.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS