El mar como acariciando a Iberia, regala momentos de sal y yodo; el del sur se mixtura con los aceites candentes de tierras moriscas y gitanas, el del norte se funde en las brasas de aquelarres y queimadas.
Huele a Pimentón de la Vera sobre los campos de arroces y eriza la piel, el taconeo de los tablaos andaluces que endulzan la vida como la miel. En la izquierda una copa de vino Jerez y en la mano derecha, el minimalismo de un artista vestido de chef.
Benditos olivos perfuman los frutos que ha parido la tierra.
Las Bellotas ahora son piernas, mañana una tapa y pasado un recuerdo que nos acarició la lengua.
Y en forma de lluvia, lo que fue una manzana sobre un vaso ahora cae…en algún caserío, o en algún bar de San Sebastián.
Pan, tumaca, romesco y xanfaina; Dalí y los blaugranas; rumba catalana; Gaudí, Caballé y Serrat.
El cielo llora a Galicia, por sus hijos varados donde acaba el mar; percebes y pulpos, albariño y orujo, Camino a Santiago y un caldo galego para recordar.
Un plato que corta las carnes crujientes de un cerdo en Segovia; los quesos manchegos que aguardan su hora; tortilla de papas, socarrat y anchoas.
Semana Grande, San Fermín, San Juan .
Ribera del Duero, Txakolí y Priorat.
Paco de Lucía, Camarón, Sabina.
Flamenco, fandango, sevillana y tango.
Ajo y almendras, perejil y azafrán.
Amara Viejo, Zurriola, Gros, La Concha, Monte Urgull… de donde viene ese aroma que hace ensanchar las venas? Huele a boletus,a trufa, bacalao y carrilleras; de las endrinas el néctar que ha de coronar tus mesas. Por la Fermín Calbetón, los sibaritas se citan; saben que pintxo y zurito, aguardan en cada esquina. Gilda, foie, guisante y espárrago; alcachofa, atún, verdel y txitxarro! Que me perdonen los dioses si de gula he pecado. Que mueran de amor los amantes, yo quiero morir cenando!
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