Mis cerebro no podía creer lo que había escuchado, mi corazón había dado un vuelco y ahora corría a todo lo que daba al ver su sonrisa de lado, como si supiera lo que me pasaba – «Resiste Mary, no caigas, NO CAIGAS!» – respiro hondo y quito la expresión de asombro que de seguro tengo en el rostro y pongo mi mejor poker face – ¡Ha! Sé que te gusto cariño pero no soy chica fácil – le guiño un ojo y sonrío al ver como lentamente borra su sonrisa. Se ha enfadado y antes que me conteste me giro hacia la pizarra encontrándome con el rostro pálido del maestro quien acababa de llegar, asiento hacia el en señal de que puede empezar su clase y limpia su garganta con un carraspeo. Al parecer nadie le hacía frente a Mr. Arrogante.
– Ajam… vamos a comenzar con la clase – quien cerró la puerta de golpe haciendo que varios se sobresalten. En fin la clase pasó más o menos tranquila ya que odio Historia, soy mala, pésima, horrible en historia, ¿ya les dije que la odio? ¿Si? Bueno, no importa se los repetiré de nuevo ¡Odio historia! Es una de las materias en las que tengo problemas. De hecho… No, me estoy desviando de tema ¿De que hablaba? Ah sí del Mr. Arrogante Harrison, ya, iba a decir que creo que se fue pues no lo vi en las siguientes clases.
– “¿Por qué no aceptas que estas preocupada por el?” –
La ignoro y me salto la hora del almuerzo, mejor me pongo a vagar – «Tenía razón, este lugar es enorme» – visito la preparatoria que sabía también estaba en este inmenso lugar, ni se imaginan lo precoces que son esos adolescentes de preparatoria, varios intentaron ligar conmigo jajajaja la verdad eso nunca me había pasado así que me siento entre alegre e incómoda, al final regreso y me voy a mi casillero a cambiar mis libros para las clases siguientes y otra vez me siento observada, miro hacia los lados pero no había nadie, concentrada en lo que hacía y recordando lo sucedido en la mañana no me doy cuenta de que alguien llegaba.
-¡Hola!- Salto del susto y giro para ver de quien era la voz y lo que encontré fue a una chica más bajita que yo quizás unos 15 centímetros, morena, ojos marrón obscuro, cabello negro y rizado.
– Em… ¿hola? – Ella por alguna razón se veía… ¿Resplandeciente? Ya saben… Como que brillaba o algo así.
– Mí nombre es Samira, me puedes decir Sami.
– Esto… no quiero ser grosera pero… ¿qué quieres? – sí, losé soné muy borde.
– Oh, nada, es que vi lo que le hiciste a Tamara, fue genial ¿sabes? Nadie y enserio lo digo, nadie le había respondido igual que tú. ¡ERES MI IDOLO! – no pude evitar sonreír.
– Gracias pero es que ya me canse de gente como ella así que deje salir a la Mary agresiva jajaja
– Oh! ¿Así que te llamas Mary?
– Bueno… en realidad me llamo Marina pero todos… amm bueno… mi madre me dice Mary.
– Entonces yo también te llamaré así, y dime Mary… ¿qué clase te toca?
– Biología – La pequeña dio un salto y un gritito algo curioso
– A mí también, ¿nos podemos sentar juntas? – me mira con ojitos de borrego a medio morir y además, quien soy yo para negarle mi compañía.
-Claro, no hay problema – Digo con una sonrisa, sierro mi casillero y como todavía no han tocado para irnos a clases caminamos lentamente hasta estar frente del salón y justo cuando voy a entrar siento una corriente de aire pasar por delante de mí e incluso iba a preguntarle a Sami si no lo había sentido pero tocaron el timbre que avisaba que las clases comenzaban de nuevo y ya no pude.
– Bueno Mary me voy a sentar, a ti todavía te van a presentar – solo asiento mientras bufo con fastidio. Llegó el maestro que por cierto es lindo y me presenta bla bla bla todo iba bien hasta…
– Bueno señorita Bécker siéntese al lado del Sr. Harrison
– «Mierda…» – mi mundo se paralizo en ese momento gire mi cabeza y lo vi ¡ahí estaba el Sr. Arrogante! – «¿En qué momento entro? ¡No lo vi dentro y nunca lo vi pasar y eso que yo estaba en la puerta!» – mire de nuevo al maestro y levanto una ceja preguntándole – «¿es enserio?» – al parecer logro entender mi pregunta no formulada ya que solo asintió en respuesta mientras sonreía, suspiro en derrota y camino hacia mi asiento y aunque ya no estuviera su mochila en mi asiento ¡Lo tenía del lado de mi escritorio..! ¡De mi escritorio! ¿¡LO PUEDEN CREER!?
Así que solo me senté y de nueva cuenta quito la mochila, bueno en realidad simplemente lo empuje a su lado del escritorio pero no terminé con mi cometido ya que me tomó por la muñeca fuertemente llegando al punto del dolor; ¿saben? Ahora que recuerdo, algo de lo que me di cuenta es que aparte de que es fuerte es, demasiado fuerte diría yo, es que él es frío… digo, en sentido literal también. La primera vez que me tocó lo sentí frío y al igual que ahora mismo y con su toque lo acompaña un pequeño choque eléctrico que baja por mi cuello pasando por mis pechos haciéndolos reaccionar y dejándolos adoloridos para después bajar aún más
– No. Toques. Mis cosas – dice con los dientes apretados, al parecer se dio cuenta de que algo pasaba y afloja su agarre, aprovecho y tiro de mi mano para soltarme. Sobo mi muñeca mientras le contesto igualmente enojada.
– Entonces no dejes tus cosas en mí lugar – giré hacia el profesor quien me miraba sonriente como si se estuviera divirtiendo y asiento para que prosiga con su clase. De reojo veo a Sami verme algo preocupada y asustada pero no le doy importancia.
Decido ignorarla y también al Sr. Arrogante quien no me quitaba la mirada de encima… ¿Cómo lo sé? Porque tengo escalofríos… sé que mi cuerpo me está avisando que estoy en peligro al lado de él pero no quiero darle el gusto de verme cohibida ante su mirada. Y lo maldigo mentalmente pues su olor me está mareando, ese maldito y delicioso aroma me hace agua la boca y me hace preguntarme, ¿su piel sabrá tan rica como huele? Por un momento lo veo removerse en su lugar después de haber respirado hondo.
(…)
20 minutos, ¡20 MALDITOS MINUTOS y el imbécil Arrogante este no deja de mirarme!! Me giro hacia él – ¡Que tanto me miras! ¿¡A caso te gusto tanto que no puedes dejar de verme!? – Obviamente no lo iba a gritar porque no quería tener problemas con el profesor, él al parecer se sorprendió por mis palabras y a los 3 segundos sonrió de lado haciendo que mi corazón latiera a mil por hora, respirara hondo y guardara la respiración.
– ¿Alguien como tú?… Nunca – No respiro…
– «¿Que?» -Mira hacia el frente y continúa apuñalándome-
– Las ballenas no van conmigo – la verdad es que con las demás personas y con mi nuevo yo sol hubiese ignorado sus palabras pero él… lo dijo tan fríamente que siento como mi corazón se congela en segundos para luego latir rápida y adoloridamente, lentamente suelto el aire y vuelvo a respirar no pude evitar soltar un gemido. No deje de mirarlo y en el momento en que el gira después de escucharme su rostro cambia… es como si se hubiera arrepentido. Pero no lo creo… Siento mis lágrimas caer y antes de que se siga burlando giro mi rostro sintiéndome tan estúpida, así que solo miré hacia el profesor. De un momento a otro siento sus manos en las mías haciendo que yo mirara la unión, pero entonces me doy cuenta que estaba autolesionándome, el solo quería que me detuviera.
Tiro de mi brazo como la última vez haciendo que me soltara y me levanto – ¡No me toques, me molestes y tampoco te me acerques! – le escupo las palabras con rencor y salgo del salón, sabía que tendría problemas pero no me importó.
Salgo de la escuela y camino hacia el bosque, el único lugar en donde me siento yo misma, ¿por qué? No lo sé, solo sé que me siento tranquila. Camino unos minutos y miro el árbol del cual me apoyaba. Aprovecho y empiezo a escalarlo, subí y subí hasta quedarme sentada en una gran rama casi hasta la mitad de este creo yo.
Respiro hondo y empiezo a cantar un fragmento de las canciones que tanto me gustan pero que no me se completas. Porque en cierto modo me sentía así, porque me tranquiliza, es… es como una terapia para mí ¿vale?
En esta soledad me siento sola,
Y nada más recordaré en el futuro
Que se deshace en esta confusión.
Continuarás viviendo
No lo olvidaste
No lo olvidaste
No lo olvidaste
No lo olvidaste
El mundo más y más se ha paralizado
Es un paraíso que no ha cambiado
Lo recordaré por siempre sin dudar.
Dime ¿por qué?
Dime ¿por qué
hay alguien justo aquí
viviendo en mi interior?
Y doy mi palabra que al decir la última frase algo en mí, se removió.
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