devorador de almas piloto

devorador de almas piloto

carlos galindo

21/08/2018

Son las 7 de la noche y hace solo unos breves instantes mis hijas e hijos dejaron este lugar una gran habitación donde siete sillas color dorado y 7 de color plata acompañan y decoran el gran salón, la copa de vidrio morado que aun reposa en mis manos expele ese hermoso aroma a vino que aún sigue humedeciendo mis labios.

  • Mi señor, la noche a caído

Escucho decir al joven y esquivo criado que mi padre a puesto a servirme, que mediocre es mi padre al pensar que necesito de ello, como un vil humano un ser débil y caído, me levanto con mis vestiduras plateadas con decorados negros, acercando mi mano a su rostro es tan cálido como el sol debe serlo en las mañanas y en aquello que llaman día, puedo ver como sus mejillas se ruborizan, su timidez es como un gran deleite para mis ojos

  • No tema niño – le digo mientras acaricio con mis dedos su mejilla
  • Que hace mi señor – dice el chico algo tímido tratando de separarse de mi

Aferro mi mano en su mejilla, y con mi postura firme le demuestro que no podrá separarse, y puedo ver como su mirada tímida no cambia, está en mis manos en mi poder, ha caído en mis dominios

  • Padre te ha traído para servirme y puedo ver lo que vio en ti – le digo mientras continúo acariciando su mejilla bajando mi mano cerca de su cuello, con el movimiento sutil de mis dedos que puedo oír como dejan salir un suspiro

Es un arte poder sentir y someter una pequeña alma, dejarla a mi servicio como padre lo ha hecho y he logrado hacer yo con mis hijos por tantos años, mientras giro por su cuerpo haciendo una pequeña danza vuelvo a estar frente a él, mirándole esperando su reacción

  • Mi señor – con voz tímida – necesita algo

Aferro mis dedos entre su cuello y su mejilla, deseo dejar sin alto de vida este cuerpo frágil y saciar mi sed, pero padre no lo tomaría bien seria para él una descortesía

  • Prende los candelabros, déjame ver la luz del día en cada lámpara de esta sala – quitando mi mano de su cuello y caminando por la sala puedo ver como los cuadros de gran sala rememoran a cada uno de mis hijos incluso a mi padre, pero ninguno a mi

Puedo oír como el chico empieza su labor y tratando de no pensar en el para que mi hambre no me lleve a sucumbir, me acerco a la ventana para ver aquel pequeño poblado donde mis hijos e hijas hacen del su cubil, amados hijos míos, disfrutad pues mi legado es más grande que vosotros, pienso mientras miro a las nubes y como la luna se cierne alimentando la noche

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS