Los rayos de luz sobre su cara le hicieron despertar antes de lo acostumbrado. Intentó dormir de nuevo pero un minuto después cayó en cuenta de que sería inútil, el sueño se había ido por completo. Sentado sobre la cama, a medio vestir, sosteniendo un zapato con su mano izquierda estuvo más de tres minutos mirando fijamente el piso de la habitación. “Un día mas” se dijo en voz baja rompiendo el silencio. Terminó de vestirse y salió a la calle.
Al cerrar la puerta tuvo una extraña sensación, una espacie de emoción, algo parecido a la incertidumbre, como cuando se espera una noticia que puede ser increíblemente buena o terriblemente mala. Para calmar la ansiedad frotó sus manos y las llevo a su boca para calentarlas con el aliento como solía hacerlo en las noches de invierno, sin importarle que fuera esta una calurosa mañana de verano.
Caminaba desconfiado, buscando algún indicio, algo que le ayudara a entender lo que estaba pasando. Observaba detalladamente todo a su alrededor, sin encontrar nada extraño, la ciudad estaba tan tranquila como cualquier otro día, no había en ella nada diferente, sin embargo el sentía que esa mañana algo había cambiado. Caminó sin rumbo fijo dejándose llevar por el instinto de sus pasos hasta llegar a un parque. Sentado en una banca del parque absorto en sus pensamientos, intentando comprender aquello que sentía, vio a la mujer más bella que jamás había conocido. La mujer caminaba hacia él. Un escalofrío recorrió su cuerpo al ver a la mujer sonreírle de manera tan misteriosa. Entonces pensó que lo único que cambió aquella mañana fue su suerte, así que sin pensarlo caminó tras los pasos de la mujer… dispuesto a comprobar su teoría.
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