Somos ángeles de porcelana,

eternas como la pintura de un Velázquez,

frágiles como la nieve,

caducas cual manzanas en la tierra,

y, porque la muerte nunca muere,

el sol, la luna, la estrellas,

me hacen una sublime entrega…

después me la quitan,

y me la vuelven a dar,

como la luz de una luciérnaga,

fugaz.

PRIMAVERA

Me esperas entre lágrimas reprimidas,

eres un bebé ambulante

con carita redonda de niña guapa,

la que sabe, sin saber, quién llega.

Observas, callada,

sentada en las escaleras blancas,

buscándome con tu mirada

bajo la saya de una madre preocupada,

y un tanto azorada.

Lloramos juntas la eclosión a la vida,

a la eternidad dormida,

al momento en el que se enraíza tu alma a la mía.

Nos acostumbramos a escuchar la nana

que nos cantaba el viento aquellas noches que aullaba…

y entonces, el mundo cantaba.

y nosotras,

entre risas,

experimentamos la vida.

lloramos las penas de los cuentos,

nos mojamos bajo la lluvia,

e incitamos fuertes tormentas.

Y reímos, sin duda,

lo reímos todo,

viajando a barlovento;

y también rezamos,

a la luna, al manantial del agua, a la niebla baja…

sin pensar nunca en el tiempo.

Cada amanecer sosiega en tu sonrisa lánguida

la apóstrofe de palabras desaliñadas.

Siempre las dos,

solas al atardecer,

acompañadas,

entre fiestas de papel,

con nuestros vestiditos carmesí de lana.

Siempre juntas,

tú y yo

hermanas.

VERANO

Amor,

pasión,

la adolescencia grita a la vida,

¡víveme!, ¡apúrate!, el tiempo es sutil y quiero sentirlo,

arráncale al mundo su belleza

y entrégamela

a mí,

a ella.

y así, crecidas,

paseamos mundos desconocidos,

atravesamos ríos,

dejamos la niñez atrás

saltando bajo el rocío.

probamos el amor, la pasión, la emoción,

el frenesí…la vida.

Y tú

¡qué bella eres!, con tu carita redonda de niña guapa,

me esperas, me cuidas, me observas.

Quiero parecerme a ti,

tan atenta,

tan lista,

tan repleta de felicidad que entregas.

Somos la margarita y la rosa

en un campo de flores frescas,

sonriendo,

ancladas pero despiertas.

Ve, vive, juega,

yo contigo, tu conmigo,

juntas,

como Ulises hacia la guerra,

¡Erguidas!

OTOÑO

Entrañas preñadas,

pañales suaves sin estrenar,

caricias todavía empaquetadas.

Te multiplicas por dos,

sumo una

a la vida todavía no desgarrada.

Ellos son la esencia de la esperanza,

nuestra gracia,

la maestría de la creación se apodera de nuestras almas,

ingenuas,

sensatas.

un nuevo tren que arranca,

feroz,

impregnado del olor a tierra labrada.

ellos son todo aquello que quisimos ser,

la perpetuidad,

el amor puro del agua,

una cascada de color

en la que vivimos atrapadas.

¡Mira!

¿los ves?

deshacen nudos de cadenas intrincadas,

se escapan,

crecen,

viajan como tú y yo lo hicimos,

son el racimo de nuestra vida,

el alfeizar de tu ventana,

mi casa,

tu cara,

tu recuerdo,

tu herencia querida hermana.

INVIERNO

Amor,

dolor,

un cuerpo que no aguanta.

Te miro

y se enturbia mi mirada

cuando veo la tuya

que ya no es nada.

Todavía te espero,

te busco entre las grietas de mis dedos,

me ahoga el sollozo

en una sola lágrima.

Y ahora,

viajo entre recuerdos,

entre la maraña de tu pelo en la cama

y tus manos pegadas a la ventana

observando el agua.

El viento mece mi cuerpo,

enraíza mi alma solitaria

y tu alma,

etérea, escurridiza,

es como una rama

con raíces en la tierra y las flores en el cielo.

En tu cielo, allí me esperas,

en tus escaleras blancas.

Te fuiste entre lamentos,

gritando,

porque no podías soportar el dolor de tus huesos.

Te fuiste a destiempo,

la soledad me embarga,

te lloro y no encuentro consuelo,

porque sin ti,

yo no soy nada hermana.

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