Con irregularidades frecuentes era la forma en que la vida se mostraba ante mí, con su vasta experiencia, vagando como restos de no sé qué, fue la forma de transbordad de un año a otro en el aire, y yo, yo flotaba sin mayor problema en cualquier tipo de corriente. Los alientos en mi aumentaban, y aunque lógico sería que el viento me revolcara un cada cuanto, constantes impulsos, extraños y repentinos daban pie a una elevación un tanto irrazonable. Hasta eso, a veces me dejó anidar en un que otro árbol alto y es ahí, donde empezó la fragmentación. Me fui haciendo parte de todo y con ello me desaparte de mí, pese a un principio ser un absoluto no entendía, hasta que fui siendo simplemente una parte de nada. El tiempo pasa con tal naturalidad que te hunde junto con él a una normalidad total, de esta manera formidablemente continuó el fluido del torrente sin dar ninguna señal de rumbo fijo. Seguí en el mismo ambiente y la larga permanencia ahí, me permitió desarrollar otras habilidades que en realidad no sé si ayudaron, o simplemente hicieron el equipaje un poco más pesado. Asiduamente mi imaginación sobrevolaba mi ser, tenía el poder de llegar tan lejos como quisiera y no había obstáculo que le marcara un alto. De esta manera se inauguró la burbuja que cada vez que el alba se asomaba ensanchaba su proporción. Aunque nada era perfecto todo tenía su propio ritmo y era tal la coordinación que aunque mi paradero me era desconocido casi siempre, aprendí a compartir con todos sin compartirles nada. Así las horas seguían su marcha sin novedades y las millas siempre repetitivas no se salían del mismo cuadro, solían confundirme. Nunca dejo de iluminarme el mismo sol, estuviera cerca de él o distancia hubiera de por medio, he instintivamente recibía una firme seguridad bajo sus rayos. Hasta ahora mi mayor agradecimiento era por esa esfera radiante que brindaba claridad y me permitía ver lo lindo de cada paisaje, donde fuese. Claro la luna era tan parte de ese sol como parte mía, su brillo no era propio pero me encantaba esa manera única de transmitir esa irradiante luz. No obstante aunque el sol era mi sostén, tenía una comunicación más estrecha con la luna. Nadie podrá arrancar de mi los recuerdos que se forjaron con ellos, en el alma nacieron mis pilares junto a este par. Llego la ocasión en que tuve que alejarme unos cuantos kilómetros de este dúo perfecto, para encontrar mi raíz, estuviese donde estuviese. No fue fácil buscarla, a decir verdad no quería hallarla, prácticamente se me obligo. Al principio la indiferencia reinaba entre mi origen y yo, fue una tarea difícil pero se consiguió algo de conexión. No podía quedarme mucho tiempo ahí, pues la corriente me hacía un fuerte llamado, no podría prescindir de ella así que me impulse y sin dar vuelta atrás me sumergí en los impetuosos vientos de nuevo. De pronto comencé a percibir un olor algo singular, tomo el atrevimiento de afirmar que es único, nunca ante había olido algo similar, es tan esquicito, tan agradable al olfato. Gradualmente esa fragancia se impregnaba dentro de mí, me envolvía, curiosamente me hacía sentir mucha tranquilidad. Iniciaron una serie de sensaciones en mi interior, no las comprendí, con lentitud algo me hizo alzar la mirada, observe algo parecido a un volcán que arrojaba luces de colores, que raro, pero que bello. Por si no fuera poco, esta combinación del aroma apetecible y esta maravillosa combinación de estallidos coloridos, no venían solos pues, con ellos traían olas de fresca briza. Es tan mágico, pareciese que la unión de estas tres cosas danzaban una coreografía perfecta, ciertamente no creo que haya algo mejor. Viene hacia mí, es tan extraño, tan ajeno, tendría que provocarme miedo, sin embargo, se empiezan abrir los cerrojos en mis profundidades. Aun si quisiera evitarlo no puedo controlarlo, esta excelente mezcla entra suavemente entre las puertas de par en par, sin pensar, sin poder esquivarlo, siento sus caricias y como segundo a segundo se combina con mí ser. Hasta entonces fragmentos era mi composición, ahora de vez en cuando detona un conjunto de colores que no son propios, o despido una esencia que es tan tuya como mía, porque de pronto ya no son fragmentos de pronto solo somos tu y yo. (Mara L. De la Rosa Paz)
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