Haré un tratado

con lo sencillo,
firmaré armisticio
con mi desnudez.

Aceptaré mi más
ridícula pirueta
y vaciaré los floreros
de la dictadura de la pose.

Voy a hacer
alarde de tus besos,
que entre risa, desatino
y tentación de andar camino,
siguen queriendo volver.

Le declararé huelga al ego
(¡guerra al mérito!)

Le preguntaré a los arroyos
si fue dios quien nos crucificó en la culpa,
o si fue ella,
¡maldita culpa!
que se inventó este dios
de precipicio.

Le haré una promesa a Vishnu,
una peregrinación a Buda,
y le serviré una cena más a Cristo,
¡Que más da!
Si en la puerta de cada templó
siempre (¡Siempre!)
habrá una multitud de flores
silenciosas, perfumadas y sencillas,
alabando su Trinidad de
agua, tierra y sol.

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