Cuando era más joven, creía que el miedo desaparecía con la edad. En ese entonces me decía a mi misma que cuando fuera mayor, iba a tenerle miedo a nada.
Una vez, vi que mi abuela se asustó por le trailer de una película de terror. Ella me dijo convencida, que luego iba a tener pesadillas esa noche. Su temor era, sin embargo, que estas duraran muchas noches.
Me sorprendí mucho cuando encontré que le tenía miedo a las películas de terror. Para mi, antes de ese momento, los adultos no le temían a nada. Mucho menos a las películas de terror, evidentes montajes con efectos especiales y personajes ficticios.
No recuerdo cuántos años tenía cuando me dijo aquello mi abuela. Pero, hoy, con veinte años, lo recuerdo y me hace pensar en mucho sobre mi misma.
Sobre mis miedos. Sobre los miedos que hacen a mis manos temblar. Y sobre esos deseos apasionados que se encuentran tras de esos miedos que con cautela, con nerviosos pasos, no pueden vencer.
He decidido que voy a hacer frente a mis miedos. Por el bien de mis manos, de mi frágil mente y mi pululante corazón, voy a hacerle frente.
OPINIONES Y COMENTARIOS