Vestido de estrellas.

Lucero de la mañana,

¿por qué te has escondido bajo las montañas?

allí no se presentan tus hojas,

ni se observa tu belleza.

Pálida has andado por el mundo,

pues de la luz te has escondido

y tu corazón pronto de marchitar desea ser saciado

con el abrigo del Salvador.

Grito tú nombre,

pero parece que el ruido de tus emociones te han ensordecido el corazón,

¿cuándo vendrás a mí?

a tu Creador y Consolador.

A la espera de tu corazón me quedaré,

y en tu puerta golpearé,

pero no te confíes amada mía,

porque tarde podrías llegar a la puerta

y solo mi aroma encontrarías.

Grito a tu corazón otra vez,

¿estás ahí?, abre la puerta

y dejame seguir.

Sirve la mesa, y miraré la luna junto a ti.

Te vestiré con pureza de estrellas

y te daré un nuevo vivir.

Gabriela Melo.