Vaticinio

Hermosas doncellas, como flores y estrellas,

pero la más bella, fue ella.

Su alma blanca y honesta,

brillaba en los árboles y crestas,

podrían pasar siglos y su magia tardía,

aún resistiría el dolor de mi agonía.

Años sin tenerte, años sin tocarte,

mas mi amor podía sentirte.

Ahora, mi alma regresa a ese bello otoñal,

anhelando tocarte una vez más.

Por: Carolina Rodríguez y Dylan Ruiz.

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