En pleno siglo XXI

Somos prototipos de un experimento fallido creado por la sociedad, venimos en empaques de caras bonitas, niños supersticiosos y mimados, pero en este ultimo siglo al parecer todos vienen con errores de fabricación.

Estamos confinados dentro de un muro cual sardinas enlatadas, somos obligados a continuar con el sistema, sumidos en una completa monotonía.

últimamente somos un “copia y pega” de un diseño que alguna vez fue creado, somos identificados por etiquetas, cual paquete en el supermercado…

Todos aquellos valientes que se revelan contra el sistema, son juzgados, victimizados, y discriminados. ¿Todo por que? por cambiar algo ya estipulado por la sociedad.

Una sociedad que clasifica el trabajo: porque si hay dos aspirante a un puesto, y unos es blanco, alto, rubio y tiene un nombre imponente como Hector, lleva las de ganar, puesto que su competencia es moreno, bajo, y pelo negro.

Una sociedad que clasifica el amor, que clasifica la familia: porque la ley dice que una familia esta conformada por un hombre y una mujer, y no se da cuenta que el amor no solo es heterosexual.

Una sociedad que te clasifica la vida, por tu trabajo, por tus estudios, por tu orientación sexual, una sociedad que te quita la esencia, que te arrebata la personalidad, una sociedad… que nos consume poco a poco.