El problema en el amor soy yo

El problema en el amor soy yo

Sam B. Robinson

29/07/2018

«El problema en el amor soy yo», cómo llegué a esta conclusión… Quizás, las diferentes experiencias sobre el amor fundamentaron esa teoría. La verdad, pienso que ese sentimiento no va conmigo, entonces qué debería hacer: dejar de intentar, seguir arriesgándome a encontrar el supuesto verdadero amor o esperar que el destino me demuestre el camino por donde debo ir.

Por ahora no encuentro la solución pero si el amor se pudiese resolver al igual que un problema de álgebra (sin importar lo difícil del proceso siempre se encuentra la respuesta) todo sería más fácil, aunque sé que eso no pasará, es agradable pensar que podría ser posible.

PARTE I

¿Quién soy?

Esta es mi historia, tengo 23 años y aún no he encontrado a ese príncipe azul con el que toda niña sueña. Creo que eso de los cuentos de hadas es una falsedad, no existe tal persona perfecta que hará mi vida de color rosa, bueno eso es lo que pienso pero quienes lo hayan encontrado, en verdad los felicito porque conocer a una persona adecuada es lo más complicado y arriesgado del mundo.

Comenzaré a describirme (desde la época donde iniciaron los infortunios de amor) para que tengan una idea de mi, en sí, soy una persona ordinaria. Me gusta el estilo informal de ropa, el maquillaje no es mi fuerte pero lo intento, me agrada llevar el cabello suelto por la sensación del rocé de mi hombros con las hebras largas y negras de mi cabellera, los auriculares no pueden faltar en mi maleta y tampoco un libro en mis manos, uso lentes de armazón negro y cuadrado, y mi personalidad es extrovertida pero me suelo intimidar cuando las personas se me acercan mucho o me miran fijamente a los ojos.

Pues, empezaré a enumerar mis fallas amorosas…


La primera propuesta de amor

– ¿Quieres ser mi novia?- exclamó Nicolás

-Pues… si, eso me gustaría- mencionó una voz nerviosa con tono bajo.

Aceptar aquella propuesta, fue mi primera lección de la vida. Me encontraba en el décimo grado cuando se me declaró aquel chico de ensueño.

Nicolás, era uno de los amigos cercanos de mi hermano mayor. Tenía una personalidad divertida, su sonrisa cautivaba a quien la contemplaba y su modo de hablar te dejaba sin palabras.

No era tan cercana a él, lo saludaba cuando nos visitaba pero no conversaba con él, aunque desde lejos lo observaba mientras hacía los deberes con mi hermano. Como en ese año se graduaba del colegio, pensé que mi amor no correspondido terminaría en ese momento pero no fue así.

Dos meses antes de su graduación, tomé clases de pintura para impresionar a mi hermano pero termine siendo la compañera de mesa de Nicolás. Durante ese tiempo, llegué a conocer a un agradable y cautivador chico, esto me había vuelto muy cercana a él, tanto que me daba miedo. Pues, tenía planeado terminar con ese flechazo pronto pero con todo lo transcurrido, sentía que me gustaba cada vez más, sin embargo sabía que él me miraba con los ojos de amistad y me trataba como una hermanita pequeña, así que trate de controlar mis emociones y no dejarme tambalear, nada entre los dos sería posible.

Llegó el día de la graduación, todos comenzaron a felicitarse entre sí y yo los miraba desde una esquina del auditorio. De pronto, alguien cubrió mis ojos, y con vos susurrante dijo –vine por ti-. Sacando sus manos de mi cara, posó sus labios sobre los míos (robando mi primer beso), para luego hacerme su propuesta de amor.

Pasamos 3 meses, en los cuales escuche las palabras más bonitas, disfrute de las caminatas por la playa más románticas, recibí y dí detalles hermosos, también sentí que había encontrado al amor de mi vida, en todo este tiempo, mi amor hacia él había crecido mucho.

Pero todo en la vida tiene una fecha límite, y el 23 de diciembre fue la nuestra. Fui a su casa sin previo aviso y encontré una escena que destrozaría mi corazón, observé como una de mis amigas cercanas estaba besando y acariciando a mi novio, lo que hizo brotar lágrimas de mis ojos, y con voz fuerte grité –esto que significa-

Nicolás se volteó y mirándome dijo –porque viniste sin avisar, interrumpiste mi diversión-

¿Esta es una broma tuya, verdad?- mencioné mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas.

En verdad creíste que estaba enamorado tuyo, que ingenua. Acaso no escuchaste los rumores sobre mi.– con voz sarcástica.

¿Sólo… sólo fui un juego para ti?-

-Pues si, estaba aburrido y quería ver si tu hermano se enojaba por andar con su hermanita, no creí que te enamorarías tan rápido… Así que al final, solo fue una pérdida de tiempo, ahora ya puedo dejar la farsa de ser tu novio, eso es un alivio- Tomó a la chica de la mano y entró a su casa.

Allí quede por unos minutos, mientras trataba de asimilar lo ocurrido y sintiéndome tan patética. Luego, sequé mis lágrimas, voltee y me alejé de la casa de aquel idiota. Pero en cada paso que daba, sentía como mi corazón estaba siendo destrozado.

Al llegar a casa, caminé hacia el patio, me lance en la piscina para calmar mis pensamientos y lloré sin consuelo, cuando me calme alcé la cabeza y divisé a mi hermano que me esperaba con una toalla en mano al otro extremo.

Te diste cuenta de todo, no quería que te lastimarás por eso te lo oculté. Lo siento, debí protegerte- con susurrante lo dijo a mi oído.

Inmediatamente lo abracé y lloré hasta más no poder. Sacando todo el dolor causado por lo que creí que era AMOR, que terminó siendo la más grande desilusión, dejando una huella huella imborrable en mi corazón, quitándome la alegría y sembrando la tristeza del adiós de mi primer amor.

Esta fue mi primera gran falla y creí que sería la última, pero no fue así…

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