Mi chica perfecta es aquella chica imperfecta para la sociedad, es aquella que quiere dañarlo todo para arreglarlo a su manera. Mi chica perfecta es aquella que le preocupa más la ortografía que la moda, es aquella chica des complicada, aquella que se viste con sonrisas para la cita de la noche, aquella que le gusta leer poesía, escribir poesía, escuchar letras con sentido, bailar sola en su habitación por las noches. Mi chica perfecta es aquella que lo deja todo en un beso, que no le importa gritar en medio de la noche, aquella que tiene miedos pero los enfrenta, aquella que le gusta la velocidad. Mi chica perfecta es aquella que no desea imitar prototipos de revista, aquella que es más real que la protagonista de un cuento y tiene más poderes que la superhéroe de un cómic. Mi chica perfecta debe ser por la línea de la chica revolucionaria de Diego Ojeda, tan fría pero tan dulce, tan perfectamente imperfecta, tan fuera de lo común. Mi chica perfecta debe ser la dinamita que provoque en las yemas de mis dedos una ráfaga de líneas de poesía dedicadas a su nombre, debe tener el hambre de comerse y viajar al mundo conmigo. Mi chica perfecta no tiene que tener el visto bueno de nadie, tiene que coquetearme con sus sueños, con sus metas, con cada uno de los rincones de su alma. Mi chica perfecta se tiene que desnudar su alma antes de quitarse una prenda de su cuerpo, tiene que quitarse el miedo a arriesgarse, tiene que quitarme el miedo de arriesgarme.

Para mí la perfección está en el “no encajar”, en poner una resistencia ante lo común y ante la injusticia. Mi chica perfecta debe transformarme, que me desarme por completo pero que me sepa volver a armar, amar, callar, besar y follar. Que ponga al revés mi alma, mis ideas, pensamientos y letras; para volverlas a organizar. Que venga a mover los sofás de este corazón, que limpie un poco este desmadre y le dé sonrisas a mi vida. En definitiva mi chica perfecta es una autopía deseada.

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