La Gorda y El Vampiro Cap.1

Capítulo 1

Gruñidos, aullidos, dolor, sangre, ojos rojos y una mandíbula con colmillos largos y afilados que se lanzan al ataque sobre mí hacían que me levantara de golpe día tras día debido al susto. En aquel tiempo, ese sueño se había repetido una y otra vez hacía varios días mostrándome el suceso que cambiaría mi vida por completo pero que en ese momento no sabía. Y lo recuerdo todo, justo como si fuera ayer.

Me siento en la cama de golpe para apagar el despertador, en silencio le agradezco pues la sensación de escalofrío a causa de los sueños era intenso.

“Maldición… Mi cabeza explotará” gimo adolorida mientras que froto mi frente con una de mis manos Últimamente las pesadillas se están haciendo un poco más fuertes, más sangrientas. Es la misma cada vez, una guerra en donde hay varias bestias y animales luchando contra personas que visten parecido que los Assassin’s, y es que aunque sus trajes y arnas se vean bien, ellos generan miedo.

En fin, dejando el sueño a un lado me levanto y suspiro fuertemente mientras camino lentamente al baño, abro la puerta después de haberme quitado toda la ropa y por fin me meto debajo de la regadera. Últimamente he tenido que bañarme 3 veces al día con agua fría, es como si tuviera calentura todo el tiempo pero supongo que… es por mi cuerpo.

Si se están preguntando a que me refiero es a que soy de las que pertenecemos al grupo de las albóndigas, las gordas, las deformes, las ballenas, etc. Por lo mismo todos los días «la gran y respetada Universidad Lee» se vuelve un infierno.

“Estúpido mundo con sus estúpidos estereotipos y sus estúpidas reglas y estúpidas personas que estúpidamente hacen caso.” Salgo del baño y seco el resto de agua que hay en mi cuerpo, me visto con un pantalón strech azul y una camisa a cuadros, me peino haciéndome una trenza de lado y bajo a desayunar.

Mi casa es de dos pisos, en la parte de abajo esta la sala, la cocina, un baño, un cuarto para huésped y la oficina de mi madre.

En la parte de arriba esta mi habitación una… digamos mini bodega y del lado contrario de estos está el cuarto de mi madre y el pequeño salón de música. La casa por fuera está pintada en tonos azules y por dentro la pared de la sala es color hueso y la cocina en tonos naranjas y amarillos, ya me encargare de cambiar los colores… O quizás lo deje así, no lo sé.

Mi cuarto es multicolor a pesar de que la pared es azul nocturno, los marcos, mi cama, otros accesorios y muebles son de distintos colores.

En cuanto a la ciudad en donde vivimos, es South Cleveland, la universidad está situada en la ciudad a un costado de nosotros osea, en Cleveland; en mi casa sólo vivimos mi madre y yo, mi padre no se en donde rayos está y no me interesa. Estoy segura que fue tan poco hombre como otros al no aceptar su responsabilidad y huyó, no hablo de él con mi madre por que las veces que lo he intentado ella cambia el tema. Muchas veces todavía la escucho llorar y he llegado a verla leyendo cartas de ese sujeto que mi madre guarda, es más que seguro que él vive, solo que no nos quiere cerca.

Termino de desayunar mientras miro a mi madre preparar huevos fritos con tocino y meterlos a una lonchera, bebo un vaso con jugo de naranja, mientras la observó suspirar — Má — ella me mira — ¿para quién es el almuerzo? – se tensa mientras que entre cierro mis ojos.

— Eso a usted no le incumbe señorita — abro mi boca por tal respuesta pero antes de siquiera pensar en la que yo le diré ella vuelve a hablar. — y apúrese que se le va a hacer tarde. — dejo los trastes en el lavadero y salgo a la puerta a esperar a mi madre frente a su auto.

— «Algo oculta» — escucho esa voz en mi cabeza que me ha estado fastidiando durante casi una semana y aunque suene loco sé que tiene razón. La verdad es que casi me vuelvo loca la primera vez que la escuché pensando que era un fantasma pero, ya me he acostumbrado… más o menos

— Ya está, vamos pequeña — ella me tuvo a sus 16 por lo cual sigue siendo joven, tanto que hasta parece mi hermana y no mi madre. Muchas veces pienso que si no me hubiese tenido ella estaría mejor ahora, nunca me ha dicho ni insinuado eso, al contrario, pasa conmigo todo el tiempo que puede pero no puedo evitar pensar de esa manera. Fui y soy un estorbo, lo sé.

Nos subimos al auto y maneja hasta llegar a la universidad. — ¡Hoy será un gran día cariño, ya verás! — me mira sonriente.

Mi madre nunca ha sabido el infierno que paso en la escuela. — Eso espero — y quiero que siga sin saberlo.

Ella frunce el ceño al escuchar mi respuesta y trato de sonreír para despistarla lo cual funciona, ella sonríe nuevamente y se despide de mi — Hoy será diferente — me digo a mi misma — hoy será un buen día —

Cuán equivocada estaba.

[…]

Entro corriendo a mi casa azotando la puerta — ¡Mary! ¡Mary! — ignoro a mi madre mientras sube detrás de mí alarmada por como he regresado a casa.

Logro llegar a mi cuarto y cerrar la puerta antes que ella llegue a mi. — ¡Mary, abre la puerta cariño! ¡Hija por favor dime que te pasa! ¿¡Que te hicieron!? — pregunta desesperada golpeando una y otra vez la puerta y hasta que detiene, pasan 3 segundos en silencio y vuelve a hablar. Me maldigo al escuchar su voz quebrada — ¿Mary? — la he hecho llorar, respiro hondo antes de contestar para tranquilizarla un poco, o al menos para intentarlo.

— Déjame sola un momento mamá, por favor… De verdad, quiero estar sola — contesto con voz quebrada, espero su respuesta pero nunca llega con lo cual di por sentado que ha bajado de nuevo a la sala. Lloro y me desahogo lo suficiente para no seguir sufriendo pero siento que no es suficiente, es por eso doy gracias a que tengo mi habitación.

Este es mi lugar seguro, mi fortaleza. Está pintado de un azul oscuro simulando el cielo nocturno y para eso he puesto estrellas, cometas y una gran y hermosa luna, en conjuntose iluminan apenas apago la luz. Me encanta observar al gran astro, por alguna razón que desconozco me tranquiliza el mirarla.

Me meto a la bañera con todo y ropa y dejo que el agua se lleve lo que se supone que sea lo que me han tirado encima. Termino de bañarme y me pongo ropa cómoda para después acomodarme en la cama.

— «¿Ya te sientes un poco mejor?» — Habla la voz de mi conciencia… O eso digo yo que es.

— Si — Sorbo mi nariz

La escucho suspirar — «¿Hay algo que pueda yo hacer?»

— ¿Puedes vengarte y hacerlos sufrir? — ella se queda callada – lo siento no debí…

— «Si puedo, pero quizás no te guste lo que haga» — me interrumpe con voz sombría. Por un momento la imagino como una persona o una versión de mi un poco sádica y con una sonrisa cruel así que sacudo mi cabeza para sacar esa imagen de mi cabeza.

Llega la hora de la cena y después de un largo rato chillando otra vez porque al parecer no fue lo suficiente lo que dejé en la bañera, bajo por las escaleras y escucho a mi madre hablar por teléfono, está enojada y sé que es de mí de quién habla al escuchar sus palabras.

— Si Víctor y está sufriendo y me enoja no poder hacer nada… ¿De verdad? — ella suspira — muchas gracias, por cierto, debemos a organizar lo de la a cena ¿ok? Ya es hora.

— ¿Quién es Víctor? — mi voz la asusta y da un pequeño grito, quien esté del otro lado del teléfono se preocupa y lo sé por la respuesta de mi madre.

— Sí, estoy bien. Ella…ella está aquí ¿hablamos luego si? Ok fin de semana, ¿en dónde? ¿Estás seguro? Ok — suspira enamorada — yo también Víctor.

— «¡Wow! ¿Va enserio tu madre he? — frunzo el señor — ¿Y porque no había dicho nada?»

Sí, eso mismo me pregunto yo, aun así me alegro de que encontrara a alguien que la quiera. Ella se gira y me encuentra con las manos en la cadera y mirándola mientras entrecierro mis ojos.

— No has respondido madre — Ella me mira nerviosa y por unos segundos cierra sus ojos y suspira, la tensión en su cuerpo desaparece. Me invita a pasar al comedor donde la cena ya está servida y ella ya enterada por parte de la chismosa de la vecina de lo sucedido, trata de darme ánimo, ¿cómo? Haciendo que le cuente todo lo que sucedió paso a paso, esto no me dará ánimos para nada.

Le cuento que al final de las clases como todos los días me dirigí a la parada del bus, pero Félix, un chavo que creí era de lo más lindo me detuvo antes de llegar y me dijo que quería hablar conmigo y que si le regalaba un poco de tiempo, me tomo de la mano y me jalo de regreso a la escuela. En mi cabeza y en mi cuerpo se encendió una alarma y escuche esa voz que me decía que eso no era nada bueno y que me alejara. Pero mi corazón tuvo una pequeña esperanza de que todo iba a ir bien así que solo me dejé llevar, que gran error.

Casi en la entrada de esta hizo lo que jamás en mi vida pensé que harían, se me declaro y en el momento que iba a decir que si sentí como me tiraban agua fría sobre mí, o al menos eso creí en esos momentos y escuche como todos se reían, sobre todo Félix quien no tardó en hablar — ¿¡En serio creíste que me enamoraría de alguien como tú!? ¿¡Alguien ENORMEMENTE FEA!? —

— Esto es para que veas que alguien como tu jamás lograra nada por fea. – hablo Jennifer, la abeja reina del plantel después de acercarse hasta a mi.

Era obvio que lloraría pero justo antes de que vieran mis lágrimas caer, salí corriendo del lugar mojada, avergonzada, pero sobre todo humillada. No sin antes golpear las bolas de Félix por imbécil.

Mi madre llora y me riñe preguntándome que por qué no le había dicho nada, que por qué todo me lo guardo y yo simplemente me quedo callada al no saber que responderle.

Terminamos de cenar y tratando de olvidar lo sucedido lavo los trastes junto con ella y nos sentamos a ver un rato la televisión y es entonces que recuerdo que hablaba con alguien, pero ¿con quién?

— Mamá —

— ¿Mmm? — dijo volteándome a ver.

— ¿Quién es Víctor? — su cuerpo se vuelve a tensar al escuchar mi pregunta pero así como se tensa, así se relaja.

— Es alguien que te ha querido conocer desde hace mucho.

— ¿Desde hace cuánto que estás con Él?

— Promete que me vas a escuchar hasta que termine y mantendrás una mente abierta.

— «¿Crees que sea buena idea?» — pregunto a mi conciencia.

– «Si lo creo, por alguna razón presiento que se trata de tu padre, por fin te va a contar acerca de Él»

Mi respiración se corta y al escuchar las palabras de la voz en mi cabeza, miro a mi madre y asiento en automático. Suspira nuevamente y empieza a hablar, me relata que cuando ella era más joven conoció a un chico de una extraña manera.

— ¿Recuerdas que te dije que tuve que huir de casa? – asiento – Soy hija de tu abuelo, pero no de sangre, aun así me cuidó, el problema es que ese señor tenía malos tratos con personas peligrosas. Un día llegaron a buscarlo pero él no estaba, solo mi madre y yo – guarda silencio, sé que es difícil para ella hablar de su madre — Antes de enfrentarse a ellos mi madre me sacó a escondidas de la casa, me dijo que huyera y buscara a sus familiares. Ahora entiendo que ella sabía que si las dos huíamos a las dos nos matarían.

— Es así como acabé en el bosque, habían pasado 3 días de eso, estaba desesperada y por mi falta de orientación acabe perdida en el lugar. Caminé y caminé hasta llegar a un lago, todo estuvo bien por un momento hasta empecé a armar un pequeño campamento, recuerdo cargar con una mochila, la cual me había dado mi madre…

Me cuenta que se alejó un poco para buscar ramas y hojas secas para tener cuando oscureciera, pero cuando se dio cuenta era atacada por una nutria gigante. Estaba segura de que moriría y de que sufriría antes de estarlo. Y justo la nutría estaba por atacarla cuando una daga atravesó las garras de este.

Un chico de cabello azabache y ojos tan oscuros como la noche salto desde lo alto de una rama cayendo justo detrás del animal. Este se giró hacia el chico e intentó atacarlo pero nunca tuvo oportunidad – Yo quería escapar, sabía que ese chico era peligroso y que podría matarme así como lo hacía con la nutría pero mi corazón decía que él también me protegía. La verdad es que él era mi compañero y la misma impresión de esto me dejo más quieta que una piedra. Al final extermino al maldito, jamás volvería a atacar a otra mujer. Al final Víctor se acercó a mí – sonríe – recuerdo que estaba temblando al no saber que esperar de él. Pero se acercó tan lentamente a mi temiendo que huyera de él y acarició mi rostro tan dulcemente que sus palabras terminaron sellando mi destino. “Yo cuidaré de ti pequeña”

Él se la llevó, la cuidó, la curó y tiempo de conocerse madre se embarazó de mí, me dijo que estábamos en peligro ya que la sede a la cual pertenece mi padre prohibía todo contacto con seres como nosotros. Cuando se enteraron de ella el chico, mi padre, nos ayudó a huir cuando estaba a unos días para nacer y desde entonces cartas, llamadas o mensajes es lo que había recibido de mi padre hasta hace 4 años y desde entonces se han visto cuando pueden. Luego su rostro se torna serio, hasta diría que sombrío.

— Este mundo es muy grande Marina, y en el existen criaturas y animales que jamás has visto.– la observo unos segundos antes de hablar.

— Dijiste algo acerca de que la nutría jamás volvería a atacar a otra mujer y algo sobre una cede y de que somos algo, ¿a qué te refieres? – Espero de verdad que a mi madre no se le esté volando la tapadera de la cabeza.

Ella suspira y me mira preguntándose si decirme o no pero a los segundos habla – Tu padre es… es un cazador Marina, la sede de la que te hable se dedica a cazar criaturas que supuestamente no existen.

— ¿Por ejemplo? – suspira

— La nutria de la que te hablé no era una nutría normal querida, era un hombre nutria – no es cierto — de no ser por tu padre estaría muerta. De hecho, él tenía que matarme a mí también pero nuestra conexión fue más fuerte que él deber. – haz perdido la razón madre — En cuanto a lo que somos… Te lo contaré en otra ocasión. Lo que sí te puedo decir es que tu padre está ansioso de hablar contigo por primera vez – Genial, ahora él quiere conocerme. Ella me mira impaciente mientras espera una respuesta la cual no tarda en llegar.

— .ok… no me esperaba esto — ella suspira porque al parecer piensa que me creo el disparate que me ha dicho. — ¿De verdad piensas que me voy a tragar lo de que es un cazador de criaturas fantásticas y que en verdad existen? ¿¡Entonces que soy, un monstruo!? — mi voz se empieza a elevar y ella a ponerse pálida — ¿¡Cómo es posible que le creas que después de tanto tiempo que no se ha presentado en nuestras vidas tú vengas y lo perdones como si nada!? — su rostro se pone serio, sé que se está enojando pero aun así continúo, no puedo dejar que se pierda — No seas ingenua madre, ese tipo quiere engañarte otra vez y tú estás cayendo directo en la trampa.

Ella se levanta molesta, no, ella no está molesta, está furiosa, sus ojos adquieren una tonalidad dorada en el relieve de su iris y tengo que parpadear varias veces para ver si en realidad está pasando. Me apunta antes de hablar, no tuvo la necesidad de levantar la voz, con que hablara en ese tono cargado de advertencia bastó para hacerme callar.

— No quiero que te refieras a Víctor de esa manera, el me salvó, me cuidó y volvió a salvarme. Yo fui testigo de cómo asesinó a su compañero para que pudiéramos escapar por el túnel de emergencia que teníamos en aquella vieja casa cuando se enteraron de mí. – eso no lo sabía – Soy yo quien pasó por eso, no tú. Y para que lo sepas – su tono baja a uno más tranquilo – Aunque él estuviese lejos él nos cuidaba, siempre me decía si había algún movimiento y yo basaba el de nosotros en ellos. Él siempre te ha estado cuidando a lo lejos para que estés a salvó de nuestro mundo y sobre todo de seres como el, de cazadores, por qué hijos como tú, que son una mezcla de razas, son exterminados al ser para ellos una aberración ¿entiendes? — en otras palabras, estamos en peligro de muerte, aunque eso de ser una aberración ya lo sabía — Tu padre nunca nos dejó.

Aun no podía creer lo que escuchan mis oídos, todo este tiempo pensando lo peor de Víctor y el jamás se ha alejado. La miro arrepentida para luego enojarme nuevamente.

— Entonces porque nunca se presentó ante mí, han pasado 4 años y no ha sido capaz de presentarse ante mi. – ella sonríe dulcemente olvidando su enfado.

— Lo ha hecho, solo que tú no te has dado cuenta ¿Recuerdas tus 15 años? — asiento y ella señala la delgada cadena de oro en mi cuello — la cadenita que llevas es un presente de parte de él. Él fue quien te la dejó en tu escritorio junto con la notita azul.

Inconscientemente tomo la cadenita en mi mano mientras recuerdo ese día, jamás la quito de mi cuello porque desde un principio sentí que este regalo era diferente, que era especial y ahora entiendo el por qué. Cierro los ojos fuertemente tratando de aguantar los diversos sentimientos que me embargan y sobre todo las lágrimas que amenazan con salir.

— Ahora entiendo por qué decía para mi princesa, tu nunca me habías dicho así — doy un pequeño sollozo — cuando lo vea lo golpearé eso no se le hace a una hija. – Frunzo el ceño al recordar — Pero entonces, ¿por qué llorabas al ver las cartas?

— Porque son cartas de mis familiares y las primeras que tu padre me envió después de separarnos —

— Oh…. — ella asiente, miro el reloj de pared y veo que ya es tarde, mañana será un infierno aún más grande. Suspiro cansada y me disculpo con ella. Vemos juntas la televisión un rato mientras me platica de su vida, me siento peor ahora que se cuánto pasó mi madre pero aun así sigo sin creer que soy un ser sobrenatural. La pregunta es, ¿qué tipo de ser soy? Suspiro nuevamente para no pensar más, lo mejor será que hable con ella después, por ahora ya fue demasiada información para mi cabeza.

Después de un rato me despido de mi madre y subo a mi cuarto para hacer lo que siempre hago para poder desahogarme, sé que está mal y que no gano nada con eso, pero aun así saco un pequeño filo que guardo entre mis libros y… disfrutando el dolor de cada corte por encima de la piel, termino estúpidamente haciendo un mosaico en mi antebrazo, como dije antes, sé que está mal pero es algo que me ayuda a calmar un poco el dolor que siente mi corazón.

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