Violencia lenta la del tango
que, tristón llora en la esquina del cuartucho
abrazado muerto de miedo con la mujer
del taita compadrón,
el capítulo repetido de un arrebato machista,
Es un varón,
empecinado en poseer,
que ataca y marca con filo a la mujer.
Es que, ella traiciona, siempre
la mujer es mala persona.
Tan solo la madre, bíblica, venerada y respetada
la «viejita»
como ella ninguna, nunca jamás.
Tahur, cafisho,
con buenas piernas para el compás
y con mejor diestra para apuñalar
sin cuenta, hasta que la muñeca
de tanta punta hincada
se endurece como el falo
con el que atropella, castiga y paga sexo
a la francesita del cabarute del bajo,
o cerca del matadero,
donde a veces hombrea alguna res.
Resuena en el conventillo
la voz de un hombre
recomendando marca «Glostora»,
para peinar a la gomina esa cabellera
ruda, dura como crin de caballo.
Susurra un fuelle nostálgico
en acordes menores
anuncia a las doñas que ya llega la radionovela.
Limpia su puñal
de la sangre de esa mujer que no vale nada,
con la servilleta de tela basta
que sobre el plato espera a un hombre
un gil, que trabaja de sol a sol.
Se ceba unos amargos,
cierra la puerta,
y sale ensayando pasos de milonga
para celebrar
con sus amigos de vino tinto y giniebra de la esquina.
Que va a ir a parar en cana, ya lo sabe
pero naides es mas respetado en la gayola
que quien no perdona a la mujer que lo abandona.
En un dos por cuatro se canta
la letra de un bajotango
asesino y maltratador;
y sin embargo, bajotango de mi flor
tus melodías que inundan el arrabal
son las únicas que pueden
sacar lagrimones a los taitas
de zapatos apretados que los hacen caminar
así,
así tal cual, como se baila el tango.
OPINIONES Y COMENTARIOS