Ya no sé

si tanta oquedad

creó suficiente ligereza

y dotase mi carácter

de transitoriedad.

Mi estela el viento arrastra,

desvanezco ante la contrariedad.

Sin embargo

huyo sin gracia

huyo pesado,

pues recuerdo amarga

tiempos pasados,

pensando,

en lo que pudo ser y no fue

a causa mía.

Huyo tanto,

pero no me culpo.

Mejor entristezco

cuando no se busca mi regreso

Otra amarga decepción

Pecho atribulado, exhalando hastío

Contemplo mi impedimento

de permanencia.

No me quedo.

No debería quedarme

y no me quedaré.

Quizá lo que sucede

mi control rebasa.

Quizá simplemente

NO PUEDO

y en mi configuración

cobardía y decepción

consecutiva y constante

como si fuere mi armonía.

Palidezco,

entristecida,

así mi pan del día.

El anochecer condolido

compadece mi salida

mi coloquial arremetida:

La Huida

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