Tyson Brown

Tyson Brown

May Bass

20/07/2018

Tyson Brown.

Si iba a comenzar a escribir sobre los secretos que hacen una vida feliz, imaginé que debía dedicarle esta carta a la primera persona que me vio en ella. Querido doctor Tyson, o como te llames ¿Qué me voy a acordar yo de tu nombre? Si solo nos vimos aquella vez, lamentablemente. Me gustaría saber qué pensaste cuando me viste, la primera impresión de todas las primeras impresiones. Si sabias que en algún momento iba a ser escritora o que odiaría los tomates, porque hay cosas que se presienten, hasta ahora no entiendo cómo, pero están en nuestra esencia y, a pesar de que sé que tienen mucho tiempo en mí, quisiera que alguien me dijera si fue de toda la vida o llego en algún momento.

Si te viera alguno de estos días te preguntaría que pensaste cuando escuchaste mi nombre; Lyra, como la constelación. Imagínate el ego que tenía al pensar que no tenía un nombre común, y aún más cuando supe que tenía el nombre de una estrella; mi madre fue muy buena en eso, siempre me gustó cómo me llamaba, la manera en que sonaba en la boca de los demás; me sentía importante, quería que lo dijeran una y otra vez.

Me pregunto si todos se sienten así cuando los llaman, como si de verdad dejara una diferencia decirlo o no. Creo que por eso tenemos nombres, la mayoría diferentes entre sí; porque algo nos está llamando solo a nosotros, ay una voz en específico, un algo o un todo que nos impulsa a hacer las cosas bien.

Claro está que no es fácil saber escuchar esa voz, es diferente, son cosas que se escuchan del corazón. Siempre lo he comparado con la música clásica y reggaetón; todos pueden oír reggaetón, no necesitas más que quedarte ahí, todo está demasiado explícito y nadie busca hacerte pensar más, es eso y ya. En particular pienso que todos nos cansamos cuando no tenemos ningún misterio. Al contrario, no muchos se dignan a escuchar música clásica. Hago énfasis en la palabra escuchar, porque oír podemos todos ya que no precisa de atención. No me refiero a que deban ser como esas personas estiradas de las películas que escuchan esa clase de música en su reunión familiar solo porque es protocolar, tampoco digo que deban aprenderse de memoria las cuatro estaciones y estudiar la vida de Beethoven; solo hay que saber encontrar las palabras donde no las hay, y creo que eso me lo ha enseñado la música clásica.

Hasta ahora, mi parte favorita de todos los cuentos ha sido cuando la princesa baila con el príncipe por primera vez, no por el hecho que estén bailando, es la música que suena al fondo, me habla demasiado, en silencio me hace enamorarme, de mí, de lo que puedo hacer. Otra vez más siento que me están llamando. No para estar en un castillo lleno de lujos sino para construirlo yo misma y romperme las uñas. No podría, nunca en la vida, quedarme sentada en un trono viendo la vida pasar.

Doctor, si está leyendo esto, dígame que desde el principio lo supo, yo sería lo menos parecida a una princesa. Dígame, en serio, que las personas podemos sentir eso, que la esencia y marca personal nunca se borra y siempre está.

Mejor no me lo diga, porque aunque sería bueno escucharlo un rato, ya yo lo sé.

Aquí les dejo lo primero que deben saber para ser felices: desde el momento en que nacemos, al igual que la huella dactilar, tenemos un llamado y una esencia única. No se borra con agua ni se va con el tiempo. No todos descubren para qué estamos hechos porque no todos son capaces de escuchar lo que no les están diciendo. ¡Despierten! No habrá nadie que les diga como triunfar, es deber de cada uno descubrirse a diario.

Les aseguro que descubrirá cómo cambiar algo.

Yo les enseñaré aescuchar.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS