Av. 16 de septiembre, el musical

Av. 16 de septiembre, el musical

La Avenida 16 de septiembre es una curiosa quimera entre edificios antiguos y tiendas departamentales modernas, es un punto medio entre la elegante calle Madero y la abandonada Venustiano Carranza, asimismo sirve como otro puente de la plancha del Zócalo a eje central. Dicho paseo es la pintura de los contrastes económicos, sociales, culturales, incluso artísticos, que son uno de los grandes atractivos de esta ciudad.

Haciendo honor a su nombre, el corredor ha tenido diversos títulos, como Tlapaleros o Av. Independencia, no obstante, fue la fecha que conmemora el inicio de la emancipación de los criollos e indígenas de la corona española, la que logró quedarse con el triunfo. 16 de septiembre es, sin lugar a dudas, una calle única, víctima del mejoramiento urbano del gobierno Mancerista, es la primera vía semipeatonal en la Ciudad de México.

Si comenzamos el recorrido de dicha avenida por Lázaro Cárdenas, nos encontramos con una estructura vial poco vista, si bien la calle es sumamente ancha, no se puede exagerar más su tamaño al contar con un espacio en medio para los automóviles,en cada uno de sus lados, divididos por tubos fronterizos y separados cada dos metros, se encuentran banquetas con dimensiones considerables para uso peatonal. Además, un par de grandes tiendas de ropa, dan la bienvenida, una a cada lado. Al igual que la calle Francisco I. Madero, podemos encontrar un gran flujo de personas, sin embargo, no es tan basto. De la misma forma, se puede escuchar ruido, pero no tiene que ver con el bullicio de un día más en el centro, sino, con las expresiones artísticas que se hacen presentes en la calle.

Si continuas con el mismo rumbo hacía 5 de febrero, te encontraras la pastelería y panadería La ideal, comercio que abrió sus puertas en 1927 y que sigue vigente por su sabor casero y alta calidad, es bien sabido que muchos novios ven entre las vitrinas su próximo pastel de bodas. En frente de dicho establecimiento, puedes escuchar a una banda de tres jóvenes, uno con la bateria, otro con guitarra y uno más con bajo eléctrico, tocando un blues, regalandole ritmo a los pasos apresurados de quienes ni siquiera voltean a verlos.

Enseguida, partiendo la avenida, se encuentra la calle de Gante, llamada así por un franciscano evangelizador, si pasas de frente, verás una estátua de color cobrizo del personaje mientras tiene la mano derecha en la cabeza de una niña, en la piedra que sostiene dicha pieza está escrito: Pederasta.

Al continuar nuestra travesía, veremos diferentes comercios, sobre todo de ropa, no faltan también los restaurantes, curiosamente no podrás encontrar uno de comida mexicana, pero si cortes argentinos y las infaltables hamburguesas. Lo que sí se puede rescar de este ataque incesante de globalización, es la iglesia que se encuentra en la esquina derecha de Bolivar y 16 de septiembre, La Rectoría de nuestra señora de Lourdes, curiosamente, en su costado, se encuentra un joven tocando con su guitarra española una canción de Sin Bandera. Pasando la calle, del lado izquierdo, un edificio sumamente hermoso, de estilo barroco, es decir, con adornos por doquier, sin embargo, fuera de caer en lo vulgar, la edificación con un color grisáceo y una puerta de varios metros de alta color negro, brindan una hermosa imágen. Esa construcción es conocida como la biblioteca de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Del lado opuesto se encuentra un hombre tocando el saxofón, parece que el jazz hipnotiza a las personas, quienes ven más al artista que a las prendas que se exhiben en la tienda a sus espaldas. A diferencia del resto de las calles, Motolinia solo corta por la parte izquierda de la Avenida 16 de septiembre, del lado derecho se ubica un puesto de moda de los cientos que hay a lo largo del recorrido.

Es interesante lo que puedes encontrar si ves de abajo hacia arriba, uno de los ejemplos está en las construcciones, las fachadas de la parte superior de la mayoría se ven viejas, desgastadas y sin mucho que aportar más que el recuento de todas las vistas que voltearon al cielo. Por otro lado, los acabados inferiores muestran mejor cuidado, de manera que cuando las sucursales de diversas tiendas llegaron, se ocuparon de darle un poco de mantenimiento a los locales donde se encontrarían sus productos.

De Motolinia a Isabel La Católica no hay gran espacio, o por lo menos no se logra dilucidar con tantos comercios en cada lado, por ejemplo, un puesto de comida llamado Pirates Burguers, luce tan desafiante para la vista como para la cartera, sin embargo, el muñeco de tamaño real de pirata Morgan roba algunas miradas de empatía. Lo que si es considerado un desafío, es el olor de la perfumería que se encuentra del lado derecho del famoso corsario, la combinación no es exactamente atractiva, pero no sería “el centro” sin esas orgías de sabores, olores y texturas. Antes de cruzar la calle, se oye a un hombre cantando ópera, no se necesita ser fan del género para impresionarte con la voz del caballero, que con una bufanda azul sobre su saco gris, deja entre ver un poco de sofisticación al poner la mano sobre su pecho y pronunciar notas imposibles para el promedio.

Casi terminado el recorrido, queda llegar a la calle de Palma, no sin antes tragarte una vez más todas las tiendas que ofrecen lo mismo pero con diferente nombre, con diferente marca y por qué no, con diferente precio. Nicholas, Liz Minelli, Franche, Elegance, Aldo Conti, Zapaterias León y Nike, entre muchas otras. Todas tiendas que están en las calles donde transitan miles de mexicanos, miles de personas trabajadoras, comerciantes, vendedores de periódicos, barrenderos. Lo irónico es que todo eso que se encuentra en su ciudad, no parece ser accesible para ellos, ni siquiera para quienes trabajan en las tiendas.

Palma es el último obelisco por atravesar y por fin llegar a 5 de febrero, a la explanada, a palacio nacional y a la catedral. Justo en la parte izquierda de esta calle, esta un edificio en desuso, o por lo menos no parece tener mucha vida, la causa son los temblores que últimamente nos han impactado y que a cientos de mexicanos nos han dejado bastante traumados. Las evidencias son las grietas muy bien marcadas y fáciles de ver que sobresalen del lado derecho del edificio, parecen cicatrices.

Finalmente, en frente del Gran Hotel México, a punto del desemboque al Zócalo, se puede apreciar al viejo del chelo, acompañado con un par de bocinas, y sobre su mochila que, por su forma, cualquiera supondría que es para guardar el chelo, está el recorte de un periódico cuyo título dice: “Los músicos que refieren las calles”, toca una vez más. Muchos, que ahí terminan el kilómetro de la Avenida 16 de septiembre, hartos de los ataques musicales, pasan de lado, y aquellos que ahí comienzan el recorrido, se paran un momento para escucharlo.

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