Se alegra el silencio (conjunto de poemas)

Se alegra el silencio (conjunto de poemas)

Incertidumbre

Me envuelves de mar azul.

Con el verde del campo

complaces mis deseos.

Eres viento, eres aire,

respiro tu cuerpo.

Como luna a la noche

marcas mi camino.

Las estrellas, TUS estrellas,

figuran en mi cielo.

Todo eso eres,

pero… ¿eres amor?

Despertar

Ruiseñores.

Sinsontes.

Mariposas.

Mil gaviotas

que invaden el cielo

sin poder abarcar el Sol.

Y la naturaleza sonríe.

Porque, nuevamente,

tus dos zafiros alumbraron el mundo.

Nuestra vida

Dos estrellas, dos destellos de luz.

Nuestras vidas.

En el universo, el azar o el destino,

allí están nuestras vidas.

Puedo verme en tu vida,

y enseñarte la mía.

Si una vida adolece,

la otra siente, sufre, padece.

La alegría de tu vida, o la mía;

es el goce de mi vida o la tuya.

Si pierdo mi alma, muere la tuya.

Al nacer tu vida,

respiró la mía.

Bebemos y respiramos en una sola:

NUESTRA VIDA.

Te deseo

Te deseo

como el bosque a la lluvia,

el desierto a la arena.

Como el río a sus peces.

Te deseo,

como el mar desea al cielo,

las nubes al viento,

como el Sol al arcoíris.

Te deseo.

Deseo tus manos.

Deseo tu olor.

Deseo tu pelo.

Tus ojos deseo.

Deseo tu AMOR.

Se alegra el silencio

Qué tristes los árboles en el gris otoño,

el ocaso logra afligir al Sol,

la tempestad hace llorar a las nubes.

Qué triste el mar cuando pierde una ola,

y qué triste la Luna cuando sale el Sol.

El silencio sufre al rugir un león.

Qué triste la tierra de cualquier panteón.

Muy triste estoy yo.

Pero ahora un niño es testigo:

Calla el león y se alegra el silencio,

regresa la noche y sonríe la Luna,

figuras de espuma contentan el mar,

las nubes, ufanas, comparten el cielo,

otra vez el Sol comienza a brillar.

Qué verdes los árboles…

¡Qué felicidad!

¡Se alegra el silencio!

Porque a mi puerta volviste a tocar.

Solo puede tener un nombre

A esta suerte de tener tus extrañas raíces,

de ver las estrellas extraviadas que dan vida a tus ojos.

A la sed interminable que está prendida a mis labios,

perpetua sed de tus besos.

A tu piel.

Que permanece muy dentro de mi

acariciándome con existir.

A este ir mío hacia ti

como lluvia a la tierra.

Y ese venir tuyo hacia mi

como el río a su mar.

A esa verdad que tiembla cuando me entrego,

a esa paz que llevo en mi silencio cuando te miro.

Solo puedo llamarle amor.

¡Qué cerca estaba!

Te vi desnuda desde mi lado de la cama.

¡Qué hermosa eres!

Brillabas, plateada.

Me encandilabas desde tu lado de la cama.

Te besé toda.

Me acerqué a ti desde mi lado de la cama.

Tú me abrazaste.

Tomaste mi rostro desde tu lado de la cama.

Llegué hasta tu cuerpo,

paseé tus curvas,

desde mi lado de la cama.

Pero hubo más, de cada lado de la cama.

Sí, más, porque llegó la luna.

A los dos lados de la cama.

Y tú, sin ropa, te hiciste de ella.

Así, desnuda, tenías la luna.

Pero en tu lado de la cama.

Yo fui hasta ti, te agradecí.

¡Yo nunca había estado tan cerca de la luna!

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