Me encantaba mirar y verte a mi lado dormir,
ver como sonreías, ver como te enojabas
y como murmurabas las cosas que no querías decir en voz alta.
Siempre pensaba en ti, tratando de comprender por qué eras así,
tal vez cuando lo hice cambiaste tu forma de ser y ya no pude entender,
pero créeme que traté.
Me gustaba escuchar las cosas que me contabas,
en como cosas tan simples te las cuestionabas,
tus sueños extraños, tus metas y todos tus malos ratos.
No había cosa que no me gustara de ti,
si hasta tu mayor defecto era una majestuosidad para mí.
Nunca te diste cuenta de que realmente te amaba, aunque no importaba.
Sin embargo, llegó el día en que te necesitaba, pero no estabas;
cuando te busqué, no te encontré,
pues bien, estabas en lugares en los que yo nunca estaré,
más te esperé, pero aun así no miraste por donde yo te miré.
Me di cuenta de que me hacías falta,
pero tuve que vivir con esa desgracia;
y cuando aprendí a sobrellevar lo imposible,
vienes y me dices que todo es reversible.
Eres a quien no puedo negar,
aunque de nuevo me llegues a abandonar,
escuché cada palabra que tenías que decir,
pero tenía miedo de que me fueras a mentir,
dejé que todo pasara, pero mi cabeza no deja de mostrar lo que nos tocó pasar
y aunque ahora me digas que me amas,
sé que no estarás mañana.
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