Mi volatil destino


Era una noche fresca de un viernes 9 de julio, recostada sobre mi cama podía escuchar las gotas de agua caer sobre el viejo zinc de mi vecina, era una leve llovizna la que acompañaba el estridular de los grillos esa noche y la apacible música de fondo que le daba el radio que tenía encendido. Una copa de vino tinto sobre la mesita de noche era mi única compañía y ese era el momento perfecto para pensar en porqué estaba allí y no en alguna otra parte, pero era inevitable no pensar todo lo que me había pasado, a tal punto que las dos botellas de vino empezaban hacer efecto.

Me despidieron del trabajo esa semana, por suerte tenía unos ahorros que me permitirían manejarme unos días mientras aparecía otro empleo, mi antiguo jefe era un completo desquiciado, por lo que se vió en la necesidad de reducir en gran masa a sus empleados, para mi buena suerte estuve en esa mísera población. Al día siguiente fuí a visitar a mi novio, que por cierto vivía al otro lado de la ciudad por cuestiones de negocios y al llegar a su departamento, nada más y nada menos lo encuentro en plena actividad sexual con una mujer, en la misma cama y las mismas sábanas con las que anteriormente se había acostado conmigo y para ser un poquito más específica se trataba de mi vecina Valeria, lo único que pensaba era cuán estúpido había sido, ¡Por Dios, mi vecina!.

Me quedé completamente dormida, y la manera más jocosa de despertar fue caer sobre la alfombra a causa de mis innumerables movimientos sobre la cama. Mi cabello alborotado, lagañas en mis ojos y un tufo muy peculiar a todo el alcohol que había ingerido la noche anterior. Al observar el reloj eran casi las dos de la tarde, ¡Caray! no recuerdo haber dormido tanto en mi vida. Decidí que ese día no saldría de casa, pediría comida y vería películas hasta quedar más hundida en mi soledad.

Suena mi celular alrededor de las 8 de la noche. Era mi mejor amiga Denisse. Había olvidado que era su cumpleaños.

– ¿Ya estás lista? – preguntó con tono emocionante-.

Reaccioné al instante y por poco me derrumbo en el suelo.

– Ehhh,¡aun no! -exclamé-

-Paso por ti a las 10pm.

-Esta bien, Denisse.

Cómo era posible que lo hubiese olvidado y para colmo no tenía las mínimas ganas de salir pero debía hacerlo… Ni siquiera porque fingiese alguna clase de enfermedad, ella lo creería. Por lo que debía empezar arreglarme.

***

Llevaba el pelo suelto, un maquillaje sencillo, un vestido negro y sexy pero elegante con cuello v que dejaba al descubierto un poco de mi tez trigueña y unos tacones que permitían resaltar mi baja estatura.

Denisse había pasado por mi, nos dirigimos al centro de la ciudad a festejar sus dos décadas y media de vida. Sus padres eran adinerados y Denisse era su única hija, su princesa, así que todos sus deseos y caprichos eran cumplidos como toda una niña mimada, y como le encantaban las cosas exuberantes, así estaba todo decorado, muy propio de ella.

Meseros por doquier, bailarines aéreos, lujosos adornos y personas con trajes costosos y muy elegantes adornaban el salón de eventos. Denisse era la anfitriona, la estrella de esa noche, lucía espectacularmente hermosa.

Al cabo de un rato, me encontraba sola en una de las mesas, personas bailando por todos lados, la fiesta era toda una maravilla tal cual como Denisse lo había planeado. De pronto se acerca un caballero de alta estatura, piel morena y ojos claros, extiende su mano y me pregunta:

– Bailarias esta pieza conmigo.

Por unos segundos olvidé que me sentía casi ebria, debido a la mala combinación de bebidas que había hecho. Pero actúe con toda firmeza y como una dama que no se había tomado alrededor de 10 tragos diferentes y que llevaba cierta melancolía consigo a causa de sus últimas desdichas.

-Por supuesto, -logré decir con un sonrisa en el rostro-.

Entre los pasos al bailar y las miradas, me quedaba pensando en lo hermoso que eran sus ojos y lo sexy que me parecia, hasta que por un mal paso, casi caigo derrumbada en el suelo, pero gracias a sus buenos reflejos me sostuvo para que no pasara, hasta ese momento duró el baile.

Entre risas a causa de lo que iba a ser mi caida, nos dirigimos a un pequeño espacio a fuera del salón, en él se encontraba una fuente rodeaba de plantas de distintos colores, la luz de la luna y las estrellas daban un toque romántico al entorno.

Nos presentamos y charlamos durante un largo rato.

Suena mi alarma y yo sin ganas de poner de pie, por el fuerte dolor de cabeza que sentía, abro mis ojos y observo todo mi alrededor intentando descifrar dónde estaba, hasta que al alzar las sábanas, estaba allí el sexy y apuesto hombre con el que baile en la fiesta, puse mi mano sobre mi cabeza,con cara de asombro y completamente desconcertada, por aún seguir prácticamente ebria y no recordar lo que pasó esa noche, me puse la ropa rápidamente y llamé un taxi. Al llegar a casa, marqué al celular de Denisse pero no contestó. Con quién rayos había dormido esa noche, pensé: ¡Estas loca Clarisse!.

Esa tarde recibí una llamada, tenía una entrevista al día siguiente. Estaba muy emocionada pero de pensar lo que había pasado la noche anterior, me preocupaba, ya que solo me marché y no tenía siquiera su numero de celular, apenas recordaba su nombre y Denisse no contestaba las llamadas y yo necesitaba con quien hablar además de que necesitaba respuestas.

***

Se hacía tarde, mi entrevista era a las 8:15 am y ya eran las 7:10 am y no me había puesto de pie. Rápidamente me preparé y salí con un trozo de tostada en la boca y la chaqueta con botones faltantes por abrochar. Al llegar, me esperaba la recepcionista y dijo:

-Buenos días señorita Veras, suba al despacho del licenciado Castillo, este espera por usted.

Mientras caminaba para llegar al despacho del señor castillo, seguía pensando cómo haría para saber sobre aquel hombre con el que había dormido y que dejé tumbado sobre su cama sin darle una explicación alguna. Al abrir la puerta de la oficina y observar quien sería mi nuevo jefe, conteste muchas de las preguntas que me había formulado y ahora tenía un nuevo problema con el cual lidiar.

-Señorita Veras, -dijo con tono sorprendido-.

-Señor Castillo, -dije con voz tímida-. Que manera de iniciar el dia.

-Hasta que por fin me permites darte los buenos días.

Continuará


-Marianny Rodríguez.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS