Fue en marzo, sí en marzo, aún hacía calor y más cuando salí del consultorio…la cara de mamá me hacía transpirar más, ahora venía la parte más jodida contarle a mi viejo.
En el transcurso del día esperé el portazo, el golpe el insulto, sin embargo el silencio fue más aterrador que el resto.
A las 20 ha mi madre me informa, que lo que me llevaba era mi última ingesta del día, Ya que temprano a la mañana saldríamos en bus al centro.
Por lo general de Lagomar al centro de Mdeo, hay 45 ,50 minutos de viaje….Y a mi me da la sensación que 30 años después sigo en aquel COPSA.
Bajamos y caminamos hasta la calle durazno, tocamos timbre en una casa vieja y una Sra con aspecto agradable nos hizo pasar luego de preguntar el nombre.
Sabía lo que iba a suceder y será que el miedo paraliza realmente que no me salía ni un solo gesto.
El living de lo que era la casa estaba lleno de mujeres que sostenían un papel que leían con atención, fue después de la entrevista con él, con López Mancebo que me tocó el papelito.
Ahí con mucha atención leí que cosas podía hacer y que no después del aborto, nisiquiera en ese momento se me movió un pelo, eso llegó después cuando por primera vez vi correr lágrimas por las mejillas de mamá.
Ahí si me Di cuenta que si mi vieja lloraba era podido.
Me tocó el turno y la sra mayor con expresión amable me hizo pasar, no sé si era porque era menor o porque realmente era su forma.
A partir de ahí, el miedo se convirtió en terror, pase a una sala luego de higienizarme que todo era frío y yo ahí…nuevamente sola.
No había sábana ni muñecos que me salvarán de lo que sucedió, está vez no…
Desperté con un tirón inmenso abdominal, desgarrador, te arrancaron sí, te arrancaron y no hubo padre nuestro, ni ositos ni sábanas que te salvarán, no pude salvarte, el miedo me lo impidió, pero treinta años después sigo pensando como hubiese sido tu carita sino te hubieses quedado en aquel cesto de la calle Durazno.
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