Por mucho que él lo intentara, no iba a conseguir nada. No iba a conseguir que ella cambiara de idea. Habían muchas más quejas y pegas para lo que había entre los dos, y eso le estaba impidiendo avanzar. Cada vez que había confiado en alguien, esta persona le había fallado, el pedestal en el que esa persona estaba, había sido destruido por nada más que la realidad de una persona que decía ser quién no era. Era por eso que no podía confiar en él, no podía correr el riesgo y saltar al precipicio.
- – ¿Por qué no te arriesgas? – inquirió él.
- – Porque nunca nadie resulta ser como creía que eran. – ambos entristecieron ante los miedos de cada uno.
De sus ojos empezaron a brotar lágrimas de impotencia y rabia, ella no podía controlar más lo que sentía. Sus manos se entumecieron mientras ambos estaban de pie, el uno frente al otro, observando como el tiempo pasaba más rápido y se enfriaban sus emociones, asumiendo que la situación nunca podría cambiar.
“Si ambos no hubiéramos sufrido tanto en el pasado, él no necesitaría que yo le proporcionara más de lo que puedo darle ahora mismo.” pensó ella. “Todo esto es culpa mía, me estoy haciendo daño a mi misma, y le estoy haciendo daño a él. Si solo pudiera ser fuerte, ser más dura, y arriesgarme, no sentiría la necesidad de esconderme.”
Ambos se miraban en silencio, hasta que él decidió marcharse, sin decir palabra y soltando sus dedos entrelazados de los de ella. No pudo impedir que se fuera, no sabía como hacerlo y tampoco sintió que debía retenerle ante algo que no podía ser, ante algo de lo que no estaba segura.
“Si en el pasado me hubieran tratado mejor, si no hubiera sentido tanto dolor de las personas que eran más importantes en mi vida… No sentiría la necesidad ni el miedo por lo que pudiera pasar, por si él me pudiera fallar. No sentiría la necesidad de esconderme por miedo a que me vuelvan a fallar” gritó en sus pensamientos.
Una vez él llegó a casa, dejó la chaqueta mal puesta en el respaldo de la silla más cercana y se tumbó en la cama, desesperanzado mientras se le escapaban un par de lágrimas, y pensó en ella. Su imagen cobró vida en su mente mientras analizaba sus ojos castaños, su melena pelirroja al viento y algunas pecas alrededor de sus mejillas. “¿Por qué me estás haciendo daño?” gritó desde su cama. Durante toda la noche no pudo conciliar el sueño pensando en ella, en lo que sentían ambos y en todo lo que estaban perdiendo mientras dejaban que las dudas se apoderaran de los dos. Él lo había pasado mal, necesitaba sentirse seguro, y ella solo dudaba de sus sentimientos. Creía que se cansaría de ella, y la ignoraría una vez pasaran los meses. Pero de lo que no se daban cuenta era de que ambos significaban demasiado el uno para el otro.
Si solo ella pudiera verle, si pudiera ver lo hundido que estaba ante sus dudas, mientras seguían dudando a contrarreloj, antes de que todo se volviera más frío, más difícil, menos probable. “Cree que le haré daño, pero no soy para nada como ella cree que soy.”
Al otro lado de la ciudad, ella notaba que lo estaba perdiendo, que los minutos, las horas y los días iban enfriando la situación, iban hundiendo el barco en el que los dos estaban navegando, y ella seguía sintiéndose igual de impotente. “Ojalá pudiera darle la confianza que necesita, ojalá pudiera luchar por él, pero no puedo hacerlo” pensó mientras yacía en el suelo, sentada, formando un ovillo con su cuerpo mientras escuchaba música desde su ordenador. “Si solo fuera fuerte, si no me hubiera pasado todo lo que he vivido, no tendría miedo de él, y me atrevería a arriesgarme del todo.” La rabia recorría su cuerpo, y la paralizaba, sintiéndose aún más culpable a medida que pasaba el tiempo, y el silencio entre los dos se volvía más inquebrantable y amplio. Ella se sentía culpable, y eso era lo que le impedía actuar, coger el teléfono y llamarle. “Si solo tuviera que esforzarme menos para llegar a él, si no lo hubiéramos pasado tan mal anteriormente… No sentiría la necesidad de esconderme”
Y ambos siguieron haciéndose daño, mientras seguían enfrentándose a los demonios que estaban consiguiendo que sus sentimientos se enfriaran más rápidamente.
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