El corazón lo siente,

Los ojos lo previenen.

Cuantas palabras gustaría

En la brisa de esta leve melodía;

Cuántas caricias desearía

La niña con su sonrisa saliente,

Que aunque sabiendo la triste naciente

De sus problemas crecientes

No lo maldeciría ni aún

Con todos los pesares sintientes.

Su corazón siempre le perteneció,

Por el sonreír que siempre consiguió

Por el mirar que siempre le llevó

A un abismo sin razón,

A un rojo sin pasión.

El día caía y su rostro salía

Con el alma deseosa

De ser una vez más aquella amorosa;

De ser aquella elegida, aún si la salida

No fuera la tan añorada alegría.

El arte no esta en amar,

Sino en el morir por amar;

El arte no esta en el dar;

Sino en el vivir por el dar.

Mi error no fue inspirarme

Mi mal no fue amarte

Sino el amarte

Aunque tú ya no pudieras amarme.

Con un poco de dolor,

Con un poco de sentir

Hoy te hago vivir este triste morir

Que con el recordar de mi leve sonreír

Te logro decir que sin mi dulce mirar,

Oh mi dulce niño te tocará caminar.

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