Poco a poco tu destino irá tomando forma y te darás cuenta de lo que realmente significas para los demás. Te darás cuenta de qué personas están contigo sólo para cerrar un círculo social, y de las personas que realmente tienen un lugar para ti en su corazón. Llegarán traiciones, acciones y comportamientos que no esperabas de aquellos a quienes les diste tu completa confianza; te sentirás como el estúpido más grande del planeta por los que no tomaron en serio todo lo que hiciste por ellos y llorarás porque no podrás hacer nada al respecto.
En esos momentos tu corazón se llenará de enojo, de tristeza, de rencor y quizá de odio puesto que estarás cegado por la impotencia de no poder desquitar todo lo que sientes. Pasarán los días y seguirás igual, pensando en por qué te hacen daño si lo único que hiciste fue ayudar, escuchar y compartir lo que alguna vez tuviste; quizá te invadan los sentimientos negativos y tú seguirás en tu habitación tratando de entender, y aún así… no entenderás.
Pasarán las semanas y te enfocarás en realizar tus actividades, ir a la escuela, hacer el mandado o pasear al perro, rodeado de gente con quien te sientes obligado a sonreir porque no quieres demostrar que te duele. Serás feliz ante todos, aunque al llegar a casa te hagas bolita en un rincón tratando de comprender, y así por varios días más. Te desahogarás con las pocas personas que te quedan y en ese momento sentirás un poco de alivio en tu corazón, pues estarás rodeado de cariño y comprensión reales.
Pasarán los meses y habrá nuevas actividades, nuevas personas, nuevos planes y consumirás tu día a día por completo, y sin que te des cuenta dejará de doler. Dejarás de llorar pero jamás dejarás de preguntarte por qué. Nunca te vas a explicar cómo alguien puede disfrutar el hacer y ver sufrir a otros de la mamera que sea, y es que aunque parezca inexplicable, no lo es.
Diversidad es la respuesta. No todos sienten lo que tú sientes. No todos actúan como tú actúas. No todos ven lo que tú ves. Y no todos le darán el mismo significado que tú a tu vida y a tu persona por el simple hecho de que todos somos diferentes. ¿Triste no? Pero aunque todos parezcan malos siempre hay una cura para sanar: TIEMPO. Date un poco.
OPINIONES Y COMENTARIOS