No puedo evitar ciertas cosas.
No puedo pensar en el ahora, sin tener la necesidad de saber qué pasará más adelante. No disfruto, sino que calculo.
No puedo soltarme y que sea lo que tenga que ser. ¿Y si lo intento y fallo? Necesito pensar antes, necesito tener un colchón dónde caer.
No puedo dejar que veas mí rostro mientras me hablas, es por eso que siempre lo oculto «estratégicamente» con mí puño o tal vez jugando con el cabello.
No puedo dejar que veas cómo cambia, cómo el brillo a mis ojos vuelve, después de haberse ido ante la penetrante presencia que ofrece la negatividad.
¿Cómo podría yo dejar qué vieras cómo cada célula en mí vuelve a funcionar?
Se supone qué ésto sería algo así como «una lista», un breve detalle de lo que «no puedo hacer» es más, ése era el título.. Pero, termine hablando de vos.
Y eso que todavía no conté sobre aquella vez, en que tu piel fue cual mapa para mí, dispuesta a seguir cada lunar hasta el último centímetro célular por admirar.
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