Tengo miles de historias a medio armar latiéndome en la punta de los dedos y me quedo congelado esperando que algo pase pero no pasa.

Tomo el lápiz y enmudece. Pulso una tecla y mi mano queda corta de palabras.

Borro lo poco que escribí. Rebobino mi silencio.

Pero las historias siguen revoloteándome, guiñándome un ojo desde la barra del cursor que aparece y desaparece mientras pienso con qué letra va a empezar a enhebrarse lo que no puedo contar.

Borro lo poco que escribí. Rebobino mi silencio.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS