Ésta es la consecuencia del mal de amores,

ese que abruma hasta en el sueño,

vienes, vas y esos ojos yo no olvido,

seguro y mañana te encuentro por la siesta de la tarde…

agito el pañuelo como señal de un nuevo adiós,

me mantienes en tu ausencia colgada de un hilo,

la verdad es que te amaré como te he amado desde que nos fuimos,

deseando que la felicidad nos sonría a los dos

y nos cruce y encuentre en un sendero que nos diga

«la felicidad son ustedes dos»

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