De inspiración carezco, mi señor. No soy amo, ni siervo, ni caballero. En mis viajes literarios nunca visité castillos, ni burdeles. Historiador, vos buscáis en mí la esperanza de encontrar la razón de vuestra existencia. Queréis ver en mí la laguna que la historia deja. Tal vez mi señor, no sea yo a quién buscáis. Dícese de mí que soy un mal hablado, blando de cerebro y tosco en modales ¿Qué he podido, por tanto, dejar en las páginas de la historia? Buscad mi señor en otro sitio, allá donde dicen habitan los tesoros. Sí, allí seguro hallareis las respuestas, en donde están los reyes, los papas, los magos. Los caballeros de la mesa redonda, ellos sí que tienen aventuras que contaros, tienen hazañas. Yo no tengo espada, ni corona, por no tener, ni poseo caballo. Me falta corazón y arrojo, incluso deciros que hasta dama para gozar. ¿Acaso la historia se ha escrito para los que caminamos descalzos? La historia la hacen los que orgullo tienen y rencor guardan, beben su vino en copas de plata. Si no tengo fe en mí como lo voy a tener en las páginas de un libro, soy escéptico por naturaleza.Vos miráis a un harapiento que mendiga el pan en las calles, ciego no de nacimiento, cojo sí, por tradición, aprendiz de mi padre fui ¿Me pregunta si tuve sueños? Sí los tuve. Una vez fui bufón, vivía al final de la escalera de una atalaya. Era feliz entonces. Me burlaba de reyes, princesas, ministros, papas y novicios de poder. Nunca me sentí esclavo. Historiador, déjeme, no soy el personaje que busca para unir pedazos de historia.

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