Parece que llegan nubes grises, el viento las trajo de invitadas, no sé si son bienvenidas pero vendrán igual.
Se instalarán en todo el vecindario y con sus lágrimas pesadas inundarán las calles retorcidas. El pasto verde agradecido, los árboles jugarán con ellas y les harán cosquillas!, las flores de los canteros chusmean y se ríen, están felices con la llegada de la lluvia. Los pajaritos y las mariposas parecen preocupados, vuelan sin sentido,
nerviosos buscando donde refugiarse. Algun que otro insecto revolotea por ahi, en el piso, las hormigas negras y coloradas se atropellan enloquecidas y se pisan unas a otras en medio de la carrera hacia los hormigueros que pareciera fueran a estallar.
Desde el cielo y entre medio de tanta nubosidad, el sol puja por asomarse pero en su intento fallido pierde la pulseada, triste se retira a descansar.
Una noche falsa y misteriosa, irreal y repentina cubre toda la inmensidad, el viento sopla y se lleva todo por delante.
Finalmente llega ella, la reina del otoño y del invierno, la lluvia. Llega desaforada, intrépida y cruel. Descarga millones de gotas, que como perlas duras y grises, caen taladrando y machucando todo lo que tocan.
Ya está, la noche lluviosa llegó para quedarse, de nada vale luchar con ella…ella ganará. Solo queda observarla desde lejos, y esperar. A todos nos hipnotizará con su arrullo, nos hara dormir y hasta nos cobijará. Noche larga, fria y sin estrellas titilando, pero encantadora igual.
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