INTIMIDAD
Me gusta hablarte…
hablarte al oído
susurrar palabras limpias,
sinceras.
Me gusta conversarte en silencio
arrimar mis secretos y deseos
piel a piel;
quiero recibas de mis labios
tibias mis palabras:
lleguen vivas,
vigentes.
Deseo caigan una a una
en tus sentidos.
Acurrúcales,
dale alojamiento
bríndale los mejores cuidados.
Me gusta hablarte…
hablarte al oído
no haya distancia
ni fronteras
que ni el aire se entere
de este íntimo coloquio.
Así, juntos
unidos piel a piel
sabrás de primera fuente
lo que pienso
y siento.
ALTERNANCIA
Turnémonos para el amor,
turnémonos para que perdure:
ámame cuando no te quiera
quiéreme cuando no te ame;
quiero siempre se mantenga el amor.
Es muy largo el recorrido que debemos hacer;
turnémonos entonces, para que permanezca y sea eterno.
Turnémonos para el amor,
turnémonos para que jamás muera:
te amaré cuando no me quieras,
te querré cuando no me ames, y así,
ninguno se cansará de monótona jornada.
La alternancia servirá para que te recrees y descanses,
ayudará a nuestra promesa:
el amor para siempre.
Yo también necesitaré tomar aire, refrescarme…
De vez en cuando, o tal vez más de las veces,
no hará falta la alternancia, ni los turnos…
será el amor que sentimos, mutuamente,
al mismo tiempo:
El amor perfecto.
MIRADAS
Y se entrecruzaron
nuestras miradas…
y con mi vista
te envié las estrellas
que estaban solas en el firmamento,
las sonrisas que andan sueltas
y algunos esquivos besos.
Me miraste sin perder la mirada.
Te miré golosamente…
Te envié los mejores mensajes,
puros y frívolos.
Me respondiste
con tu dulce vista,
con tus ojos almendrados
que reflejaban pureza y verdor,
jamás traspasados,
y que esta vez
fueron vulnerables a los míos.
Te hablé con la vista.
Te conquisté.
Me miraste
así como lo deseaba.
Las mejores metáforas,
el mejor lenguaje
nació en aquel
irrepetible momento.
Luego… los gestos,
enseguida… el romance,
después… el amor perfecto.
PIES DESCALZOS
Quiero que me saques los zapatos
para así de verdad caminar
por todos los relieves terrestres
que comienzan a orillas del mar.
Sentir la sensación de la arena
cuando la aplana el viento en el mar,
sentir la tibieza de sus granos
cuando el sol los comienza a dorar.
Grato percibiré los guijarros
que voy a encontrar al andar,
sentir el cosquilleo festivo
bajo mis dos plantas al pisar.
Dormiré en las noches caminando
y así, caminando descansar
para no perder el tiempo escaso
que la vida me va a regalar.
Amasaré el barro humedecido
que enloda la senda al lloviznar,
mis fríos pies marcarán sus huellas
que el calor del sol no va a borrar.
Mis pies después de tantas andanzas
se suavizarán al empolvar
sus asperezas con suave tierra
que en tiempo estival van a tocar.
De azul también se pondrán los dos
cuando pisen la escarcha polar,
la nieve de las grandes montañas
y el suelo cristal al granizar.
Pisarán el tapizado césped
que las praderas han de verdear
y aquellas olorosas hierbas
les perfumarán siempre al pasar.
Irán muy cómodos por la landa
ya que el río los va a refrescar;
también se esforzarán en laderas
porque se cansarán al trepar.
Quítame pronto mis dos zapatos,
deseo yo descalzo caminar
porque mis desesperados pies
el suelo urgente quieren palpar…
FRAGANCIA
Cuando yo esté muerto
quiero que me cubras
con tu buen perfume,
lo quiero en mi tumba.
Quiero yo llevarte
para siempre a ti
debes tú cuidarme
solamente a mí.
Cuando esté dormido
la fragancia tuya
me despertará,
porque no se esfuma.
Besaré tu aroma,
te recordaré
nuestra vida juntos
en un dos por tres.
Vuestro olor tan grato
trae a mi memoria
aquellos momentos
que ya son historia.
Pero están tan vivos,
vivos de verdad.
No me siento triste
ni con soledad.
HOSPITALIDAD
No hay mejor refugio,
no hay mejor hospitalidad
que aquella que se da
en una cocina de campo,
generosa desde siempre
apegada junto al rancho.
Huracanes de aromas
brotan por sus rendijas;
pero mejor saben sus sabores
a sencillas esencias de huerto
y a la multitud de sus verdores:
albahaca, hierba buena, tomillo,
morrón, romero, cilantro…
Rústica cocina de campo,
hermosa por su simplicidad
por sus pintado a humo
y por su barnizado de alquitrán.
Cocinas decoradas con zapallos;
con largas ristras de cebollas,
de ajíes y de ajos.
Olletas negras penden de cadenas
que abrazan la calidez del fuego;
y dentro de ellas su magia:
el caldo, el estofado, los porotos,
la cazuela, el perol o el mote.
Ollas, cacerolas y sartenes
son fuentes de alquimia
de la apartada alquería.
Penden, también de la oscuridad
las carnes secas y el costillar
que lagrimean por el calor
y que mañana serán sabor
sobre una mesa dadivosa,
en un gran plato suculento
que los alimentará a todos,
hasta el errante hambriento.
FRUSTRACIÓN
Qué cosa podré escribir
si de todo ya se ha dicho…
de todo nuestro vivir,
la forma de servir,
el discurso junto al nicho,
qué saludo recibir…
de tantas cosas se ha dicho…
mil cuestiones y un capricho.
Qué decir…?
Todo tema se ha tocado;
de todo lo ya vivido:
lo real y lo soñado,
lo que fue y lo esperado.
Hoy me encuentro afligido:
¡Todo se ha realizado!
Lo harto que yo he leído
y tanto que no he podido,
fue creado.
ETERNA ESPERA
Felicidad, siempre te he esperado
desde que nací en el alborada
de aquel día de invierno mojado
hasta en esta época soleada.
Tú sabes que siempre te he buscado
porque eres compañía deseada
para el que se siente apenado
en esta larga vida cansada
a causa de aquello no logrado
por más de alguna causa fallada.
Felicidad, siempre te he ansiado.
Quiero decir la frase exclamada:
¡Sí he gozado!
Desde hoy esperaré confiado;
abrí las puertas de mi morada
y de mi corazón enlutado,
así nada impide tu llegada,
aún estando yo desesperado;
pero ahora tendré mi gran ganada:
estoy confiado.
PARTIDA
Has partido lejos
te has marchado ya
no veré tus ojos
que pena me da.
Sólo aquel pasado
me acompañará
no tendré tus manos
ni tu caridad.
Quiero que me llames
desde el más allá
con un beso tierno
en la oscuridad.
Seré sólo llanto
eso y nada más
¿Qué deseas que haga
si tú ya no estás?
Regaré las flores
cada día más
con las frescas lágrimas
de mi soledad.
La lluvia en mi rostro
me despertará:
—¡Sigue tú adelante
con serenidad!
DONACIÓN DE MAESTRA
La maestra iba a diario a las aulas,
trabajaba con sus dinámicos alumnos.
Su seguro caminar y su rostro despejado
delataban lo placentero de su vocación.
Para su generosa entrega,
ella se nutría siempre
en la fuente de la sabiduría.
Se hacía acompañar de severa rectitud,
de justa ternura, de sabias páginas.
Su vestir, de sobriedad.
Las aulas eran la vida misma: niños,
niñas, palabras, ideas, verdad…
A momentos, cansada,
en la intimidad de su hogar,
ansiaba un nuevo día para perfeccionar
lo que su exigente autocrítica señalaba…
esfuerzos, cansancio, desvelos
no los percibía;
sólo notó su reclamante superación.
Se proponía no obligar a sus estudiantes,
por sí solos debían descubrir el saber:
manipular con sus propias manos ideas,
fórmulas, principios, ecuaciones…
que cruzaran solos el umbral y ella,
sólo su compañía.
Ya, en los últimos momentos de su existencia,
quiso donar su cuerpo a la sabiduría:
sus huesos que un día fueron su íntimo ser,
hoy son la didáctica viva.
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