TESTAMENTO EMOTIVO. 4

INTIMIDAD

Me gusta hablarte…

hablarte al oído

susurrar palabras limpias,

sinceras.

Me gusta conversarte en silencio

arrimar mis secretos y deseos

piel a piel;

quiero recibas de mis labios

tibias mis palabras:

lleguen vivas,

vigentes.

Deseo caigan una a una

en tus sentidos.

Acurrúcales,

dale alojamiento

bríndale los mejores cuidados.

Me gusta hablarte…

hablarte al oído

no haya distancia

ni fronteras

que ni el aire se entere

de este íntimo coloquio.

Así, juntos

unidos piel a piel

sabrás de primera fuente

lo que pienso

y siento.

ALTERNANCIA

Turnémonos para el amor,

turnémonos para que perdure:

ámame cuando no te quiera

quiéreme cuando no te ame;

quiero siempre se mantenga el amor.

Es muy largo el recorrido que debemos hacer;

turnémonos entonces, para que permanezca y sea eterno.

Turnémonos para el amor,

turnémonos para que jamás muera:

te amaré cuando no me quieras,

te querré cuando no me ames, y así,

ninguno se cansará de monótona jornada.

La alternancia servirá para que te recrees y descanses,

ayudará a nuestra promesa:

el amor para siempre.

Yo también necesitaré tomar aire, refrescarme…

De vez en cuando, o tal vez más de las veces,

no hará falta la alternancia, ni los turnos…

será el amor que sentimos, mutuamente,

al mismo tiempo:

El amor perfecto.

MIRADAS

Y se entrecruzaron

nuestras miradas…

y con mi vista

te envié las estrellas

que estaban solas en el firmamento,

las sonrisas que andan sueltas

y algunos esquivos besos.

Me miraste sin perder la mirada.

Te miré golosamente…

Te envié los mejores mensajes,

puros y frívolos.

Me respondiste

con tu dulce vista,

con tus ojos almendrados

que reflejaban pureza y verdor,

jamás traspasados,

y que esta vez

fueron vulnerables a los míos.

Te hablé con la vista.

Te conquisté.

Me miraste

así como lo deseaba.

Las mejores metáforas,

el mejor lenguaje

nació en aquel

irrepetible momento.

Luego… los gestos,

enseguida… el romance,

después… el amor perfecto.

PIES DESCALZOS

Quiero que me saques los zapatos

para así de verdad caminar

por todos los relieves terrestres

que comienzan a orillas del mar.

Sentir la sensación de la arena

cuando la aplana el viento en el mar,

sentir la tibieza de sus granos

cuando el sol los comienza a dorar.

Grato percibiré los guijarros

que voy a encontrar al andar,

sentir el cosquilleo festivo

bajo mis dos plantas al pisar.

Dormiré en las noches caminando

y así, caminando descansar

para no perder el tiempo escaso

que la vida me va a regalar.

Amasaré el barro humedecido

que enloda la senda al lloviznar,

mis fríos pies marcarán sus huellas

que el calor del sol no va a borrar.

Mis pies después de tantas andanzas

se suavizarán al empolvar

sus asperezas con suave tierra

que en tiempo estival van a tocar.

De azul también se pondrán los dos

cuando pisen la escarcha polar,

la nieve de las grandes montañas

y el suelo cristal al granizar.

Pisarán el tapizado césped

que las praderas han de verdear

y aquellas olorosas hierbas

les perfumarán siempre al pasar.

Irán muy cómodos por la landa

ya que el río los va a refrescar;

también se esforzarán en laderas

porque se cansarán al trepar.

Quítame pronto mis dos zapatos,

deseo yo descalzo caminar

porque mis desesperados pies

el suelo urgente quieren palpar…

FRAGANCIA

Cuando yo esté muerto

quiero que me cubras

con tu buen perfume,

lo quiero en mi tumba.

Quiero yo llevarte

para siempre a ti

debes tú cuidarme

solamente a mí.

Cuando esté dormido

la fragancia tuya

me despertará,

porque no se esfuma.

Besaré tu aroma,

te recordaré

nuestra vida juntos

en un dos por tres.

Vuestro olor tan grato

trae a mi memoria

aquellos momentos

que ya son historia.

Pero están tan vivos,

vivos de verdad.

No me siento triste

ni con soledad.

HOSPITALIDAD

No hay mejor refugio,

no hay mejor hospitalidad

que aquella que se da

en una cocina de campo,

generosa desde siempre

apegada junto al rancho.

Huracanes de aromas

brotan por sus rendijas;

pero mejor saben sus sabores

a sencillas esencias de huerto

y a la multitud de sus verdores:

albahaca, hierba buena, tomillo,

morrón, romero, cilantro…

Rústica cocina de campo,

hermosa por su simplicidad

por sus pintado a humo

y por su barnizado de alquitrán.

Cocinas decoradas con zapallos;

con largas ristras de cebollas,

de ajíes y de ajos.

Olletas negras penden de cadenas

que abrazan la calidez del fuego;

y dentro de ellas su magia:

el caldo, el estofado, los porotos,

la cazuela, el perol o el mote.

Ollas, cacerolas y sartenes

son fuentes de alquimia

de la apartada alquería.

Penden, también de la oscuridad

las carnes secas y el costillar

que lagrimean por el calor

y que mañana serán sabor

sobre una mesa dadivosa,

en un gran plato suculento

que los alimentará a todos,

hasta el errante hambriento.

FRUSTRACIÓN

Qué cosa podré escribir

si de todo ya se ha dicho…

de todo nuestro vivir,

la forma de servir,

el discurso junto al nicho,

qué saludo recibir…

de tantas cosas se ha dicho…

mil cuestiones y un capricho.

Qué decir…?

Todo tema se ha tocado;

de todo lo ya vivido:

lo real y lo soñado,

lo que fue y lo esperado.

Hoy me encuentro afligido:

¡Todo se ha realizado!

Lo harto que yo he leído

y tanto que no he podido,

fue creado.

ETERNA ESPERA

Felicidad, siempre te he esperado

desde que nací en el alborada

de aquel día de invierno mojado

hasta en esta época soleada.

Tú sabes que siempre te he buscado

porque eres compañía deseada

para el que se siente apenado

en esta larga vida cansada

a causa de aquello no logrado

por más de alguna causa fallada.

Felicidad, siempre te he ansiado.

Quiero decir la frase exclamada:

¡Sí he gozado!

Desde hoy esperaré confiado;

abrí las puertas de mi morada

y de mi corazón enlutado,

así nada impide tu llegada,

aún estando yo desesperado;

pero ahora tendré mi gran ganada:

estoy confiado.

PARTIDA

Has partido lejos

te has marchado ya

no veré tus ojos

que pena me da.

Sólo aquel pasado

me acompañará

no tendré tus manos

ni tu caridad.

Quiero que me llames

desde el más allá

con un beso tierno

en la oscuridad.

Seré sólo llanto

eso y nada más

¿Qué deseas que haga

si tú ya no estás?

Regaré las flores

cada día más

con las frescas lágrimas

de mi soledad.

La lluvia en mi rostro

me despertará:

—¡Sigue tú adelante

con serenidad!

DONACIÓN DE MAESTRA

La maestra iba a diario a las aulas,

trabajaba con sus dinámicos alumnos.

Su seguro caminar y su rostro despejado

delataban lo placentero de su vocación.

Para su generosa entrega,

ella se nutría siempre

en la fuente de la sabiduría.

Se hacía acompañar de severa rectitud,

de justa ternura, de sabias páginas.

Su vestir, de sobriedad.

Las aulas eran la vida misma: niños,

niñas, palabras, ideas, verdad…

A momentos, cansada,

en la intimidad de su hogar,

ansiaba un nuevo día para perfeccionar

lo que su exigente autocrítica señalaba…

esfuerzos, cansancio, desvelos

no los percibía;

sólo notó su reclamante superación.

Se proponía no obligar a sus estudiantes,

por sí solos debían descubrir el saber:

manipular con sus propias manos ideas,

fórmulas, principios, ecuaciones…

que cruzaran solos el umbral y ella,

sólo su compañía.

Ya, en los últimos momentos de su existencia,

quiso donar su cuerpo a la sabiduría:

sus huesos que un día fueron su íntimo ser,

hoy son la didáctica viva.

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