Confusiones crueles

Estoy cansado y no he dormido bien.
Hay mucho sol que no deja escabullirme de él;
en cambio, mi piel prefiere andar en la sombra de su amor,
que en algún momento, por su oscuridad, me atropelló.

Deja de decirme que ella no volverá,
porque, cuando menos lo esperes,
dará cuenta de que no habrá alguien igual,
y el odio que me tiene reparará las confusiones crueles.

Minimiza sus problemas como si no importaran,
como si su imagen se desvaneciera o desdibujara.
Eso debería ser tan importante como el de una guerra mundial,
o como el helado de un niño cuando cae al piso y no deja de llorar.

Nos reiremos mañana, tal vez;
lloraremos por incompetentes asertivos, no lo sé,
pero es la verdad de nuestro ahora,
y eso no le importa ni lo atesora.

Ya sé lo que debo hacer.
No puedo permitir su tan prematura muerte.
Vas a llevarte, otra vez, una parte de mi alma,
a ver si así saldas tu inacabable sed aparente.

No dejaré que esto suceda. ¿Cómo lo pudo tolerar?
¿De qué libertad estamos hablando?
Dios, si yo nunca tuve elección,
entonces, ¿por qué me traes de este lado?

Estoy muy cansado…
Pero haré este último trabajo y ya.
Veremos si valdrá la pena
o nunca más lo volvería a intentar.

  Septiembre 2025