Aitana y el Último Venado del Cielo

Aitana y el Último Venado del Cielo

Aitana y el Último Venado del Cielo

Preámbulo:  
En tiempos antiguos, cuando los dioses aún caminaban entre los hombres y la cordillera Andina hablaba con voz de trueno, nació Aitana, una niña descendiente de los grandes caciques Timoto y Cuicas. Su linaje guardaba la memoria de los pueblos que tejieron caminos entre las montañas y sembraron sabiduría en cada piedra. Las historias de sus antepasados resonaban en su corazón, como ecos de esperanza en un mundo que empezaba a oscurecer con la llegada de unos extraños seres montados en unas bestias nunca antes vistas. 

El don de Aitana

Aitana no era una niña común. Desde pequeña, podía escuchar el susurro de los árboles, entender el lenguaje de los ríos y curar con la mirada. En sus ojos brillaba un destello de sabiduría ancestral, y su risa era música que aliviaba las penas. Su alma estaba conectada al Último Venado del Cielo, un ser mítico que custodiaba los secretos de la vida, la salud y el equilibrio natural. Cada vez que Aitana cerraba los ojos, podía sentir la suavidad de su pelaje estelar y la fuerza de su espíritu atravesando las nubes.

La amenaza
Sin embargo, la paz fue interrumpida con la llegada de los conquistadores españoles. La tierra tembló bajo sus botas, y el cielo se tiñó de sombras de ambición. Buscando poder, oro y milagros, los conquistadores escucharon sobre los dones de Aitana y quisieron capturarla, ansiosos por que curara a sus reyes y les otorgara dominio sobre los pueblos. Pero Aitana no podía ser poseída: su fuerza provenía del amor por su gente y la armonía con la naturaleza, una conexión tan profunda que los invasores jamás podrían comprender.

 La lucha espiritual

Guiada por el Último Venado del Cielo, Aitana emprendió un viaje por la cordillera, un camino serpenteante lleno de desafíos y descubrimientos. En su travesía, despertó la memoria de los pueblos, uniendo a los sabios, curanderos y guardianes de la tierra. Juntos, construyeron un círculo de luz y resistencia, enfrentándose al Dios de las Sombras, una entidad que se alimentaba del olvido y la ambición. Con cada paso firme, Aitana invocaba a sus ancestros, llenando el aire con oraciones que elevaban el espíritu de sus pueblos hacia el horizonte.

El legado
Aunque los conquistadores avanzaban con ímpetu, no pudieron apagar la luz de Aitana. Su historia se convirtió en canto, en leyenda, en estrella brillante en el firmamento andino. Y así, con cada niño que cura con ternura, que cada comunidad se une para defender su tierra, el espíritu de Aitana renace. Los ecos de su lucha reverberan en el viento, recordándonos que la resistencia es un acto sagrado y que la sabiduría ancestral fluye como un río eterno, vivo en el corazón de quienes aman y protegen su hogar.

Al final, Aitana se convirtió en más que un símbolo; su esencia se fusionó con la tierra misma, convirtiendo cada montaña en un testigo silencioso de la sabiduría y la valentía de aquellos que se niegan a ser olvidados. Así, el Último Venado del Cielo sigue corriendo libre entre las estrellas, un recordatorio radiante de que la esperanza nunca se extingue. Te invito a continuar leyendo esta historia que nace del silencio sagrado, en la Tierra del Cacique Betijoque y los Instues. Es mi viaje interno al pasado. Con cariño Freddy de Jesús Araujo A. 

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