TE FUISTE.
Cuando te fuiste contigo cargaste el lápiz cansado de escribir y esas hojas sin nada que decían tanto. Pero aquí estoy y me gusta pensar que eres la misma, y saber que sin querer ya eres distinta. Jamás abandonaste, no te alejaste y nunca renunciaste a que este cariño te dejara de amar. No perdiste la razón ni permitiste que tu corazón fuera el que eligiera. Te pareces tanto a ti. Maldeciste e imploraste, buscabas y no querías encontrar, te ibas, pero nunca comenzaste a ser las maletas. Eres, sin embargo y todavía. Mis días dejaron de ser de 24 horas tuve rutinas torpes, cansadas, inconclusas, frágiles, tibias… ya lo veo.
Durante la separación tus besos me siguieron hablando de ti. ¿Qué podía hacer si existía tanto amor y ya lo habías decidido? Hoy tu nombre lo digo con un tartamudeo afónico y desde un corazón que extraña y se niega a perderlo todo. Pero era de esperarse. Ya nos habían caído los días de nubarrones vespertinos, que hacían que cada tarde se convirtiera en un escenario de tormentas que volvían locos a más de uno. Pero te amaba y aquel día por más que quisiste irte te amarre a mi mientras mis rodillas tocaban el suelo, aquel al que íbamos a parar siempre que te llenaba de besos y caricias.
Dejo caer un puñado de lágrimas exhaustas, porque a un amor no se le pierde siempre. Fui el río que acompañaba tus pasos del que ahora hay apenas un montón de gotas. El abandono se quedó a mi lado y la nostalgia me dejó una sensación a humedad. De alguna manera tendré que olvidarte, porque una casa sin ti es una emboscada, lo que tengas de mí te lo doy, pero no te devuelvo tus besos porque en un segundo de tu cuerpo te dí mi mundo entero. Ahora es demasiado tarde. Que destino tan amargo el nuestro, que dolor tan profundo el de las canciones que nos recordaran que sólo se pueden cantar en plena madrugada lleno de amor y aquellas que escuchare cuando ya no quiera saber de ti, ni ver tu rostro en cada pedazo de lluvia.
Me aferro al cuello de una botella de ron porque siempre quise ser un poeta, que escribiera una carta para ti, un texto redactado con mi voz y mis palabras, para decirte que no sé huir de la tempestad que me acompaña en tu abandono, que eras mi ideal y por siempre mi persona imperfecta. Cada vez que escucho al silencio, me callo para poder seguir sus pasos y acompañar tu sombra. Pero hay dolores que no tienen sentimientos por eso caminan con dificultad.
Probé estar sin ti y pretendí recrear tu mirada. Escuchar el mismo ruido de tus pasos y dibujar tu sonrisa. Hoy sé, que después de tu partida volveré a darme cuenta que ya no existes pero estás aquí, fugaz y distraída al pie del comienzo de mi vida donde una noche te encontré y te perdí. Me voy. Como ayer, mañana volveré y todos los días hasta encontrar otra historia. Por eso no me despido. Al fin, ya te fuiste…
OPINIONES Y COMENTARIOS