Luces y Sombras

En el silencio que vive detrás de cada gesto,

hay un eco hueco que no encuentra respuesta.

Un espacio frío, tibio a veces,

como si la tristeza supiera disfrazarse

para no llamar la atención.

Por fuera, la risa cae fácil,

como una moneda repetida,

como un truco bien aprendido.

Los ojos brillan cuando deben,

las palabras suenan suaves,

las manos saludan, acompañan, sostienen.

Nadie nota el temblor que ocurre adentro.

Pero dentro…

Dentro hay una grieta que late,

una ventana sin vidrio,

un cuarto sin muebles

donde cada pensamiento se sienta en el suelo

para no molestar.

Cada amanecer pesa como una promesa rota.

Cada noche cae con la misma pregunta:

¿cuánto más se puede seguir?

Y aun así, el cuerpo se levanta,

la voz responde,

la sonrisa aparece en su horario puntual,

como un faro obligado a encenderse

aunque ya no tenga luz propia.

Es una lucha silenciosa,

un combate que nadie ve,

un hilo delgado que sostiene lo poco que queda.

Y en ese hilo, cada día,

se sigue avanzando, a veces arrastrando,

a veces sin creer del todo

que exista un motivo.

Pero aún así…

aunque el mundo no lo sepa, aunque la apariencia engañe,

aunque por dentro todo duela, ese ser sigue.

Respira.

Camina.

Sobrevive.

Y esa simple insistencia,

tan pequeña 

que casi no suena,

es lo único que no se quiebra.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS