Andaban algunos extraños esperándome,
pidiendo sellar mi boca,
apagar mi cabeza, frenar mis pensamientos
que como planetas giraban sin parar
como misiles sin ganas de acertar.
Rondando por rápidos ríos redescubro sombras,
con ondas, oleosas, obsecuentes
en mi cabeza muchas manos mojadas,
colgadas de un puente,
imágenes impregnadas indecentes,
a punto de soltarse con ganas de romperse.
No alcanzan dioses ni religiones para pedir:
corresponder, coincidir, habitar, compartir …
me aprendería rezos en todos los idiomas,
si acaso una pitonisa me lo predijera…
o tal vez todo lo contrario elegiría la amnesia.
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