5 Verdades Sorprendentes sobre el Juicio de Brujas más Grande de la Inquisición Española

5 Verdades Sorprendentes sobre el Juicio de Brujas más Grande de la Inquisición Española

Enzo Pacheco

13/11/2025

Introducción: Más Allá de la Leyenda Negra

La Inquisición española evoca una imagen aterradora: un tribunal implacable, símbolo de la intolerancia y el fanatismo, que persigue a herejes en autos de fe espectaculares. Esta visión, alimentada por siglos de «leyenda negra», dibuja un cuadro de crueldad monolítica. Sin embargo, la historia real es mucho más compleja y sorprendente. En el caso del juicio de brujas más grande de España, el de Zugarramurdi, el verdadero drama no se libró entre la Inquisición y las supuestas hechiceras, sino dentro del propio tribunal. Fue la lucha solitaria y desafiante de un inquisidor, Alonso de Salazar Frías, contra el fanatismo de sus propios colegas. Las siguientes verdades no son solo hechos contraintuitivos; son las pruebas de una batalla por la razón que cambió el curso de la caza de brujas en Europa.

1. Un Inquisidor se Convirtió en el «Abogado de las Brujas»

En el tribunal de Logroño, tres inquisidores decidían el destino de los acusados de Zugarramurdi. Dos de ellos, Becerra y Valle, estaban convencidos de la realidad de los aquelarres y la culpabilidad de los reos. Pero el tercero, Alonso de Salazar Frías, se erigió como un héroe solitario de la razón. Constantemente superado en las votaciones por dos a uno, Salazar se negó a aceptar las confesiones fantásticas y emprendió una investigación metódica que lo convertiría en el mayor defensor de las víctimas. Antes de que su escepticismo lograra imponerse, el celo de sus colegas ya había conducido a un trágico auto de fe en 1610, donde seis personas fueron quemadas vivas y otras cinco en efigie. Fue esta carnicería la que impulsó la cruzada de Salazar, cuyo descomunal trabajo le valió el título que el historiador Gustav Henningsen le daría siglos después: «El abogado de las brujas». Su lucha culminó en la promulgación de unas revolucionarias instrucciones en 1614, con las que la Suprema Inquisición cambió radicalmente su postura y detuvo las quemas masivas por brujería en España.

El abogado de las brujas, en referencia a Salazar, no solamente resulta un título exacto que caracteriza el nudo gordiano de la cadena investigadora […] sino que representa, además, un hito mundial en la persecución de la brujería porque logró que la institución inquisitorial española […] se adelantase en cien años al resto de Europa en evitar un gran quemadero.

2. La Mayor «Caza de Brujas» de España fue Desatada por el Relato de una Adolescente

La chispa que encendió la hoguera de Zugarramurdi no saltó de los despachos de la Inquisición, sino de los Pirineos navarros, traída por una adolescente que regresaba de Francia. La joven, María de Ximildegui, llegó al pueblo afirmando haber participado en aquelarres y, con una elocuencia notable, comenzó a nombrar a supuestas brujas locales. Su relato no era un cuento de hadas local; era la importación de una ideología. Los historiadores distinguen entre la «brujería», un conjunto de creencias folclóricas tradicionales, y la «brujomanía», una teoría sistemática elaborada por las élites cultas sobre conspiraciones satánicas. Lo que Ximildegui trajo de Francia fue la brujomanía, una idea explosiva que cayó sobre las supersticiones locales como una cerilla en un pajar. El punto de quiebre se produjo cuando una joven de veintidós años, María de Jureteguía, presionada por su propia familia y abrumada por los detalles del relato de Ximildegui, se derrumbó y confesó ser bruja. Su confesión desató una reacción en cadena de acusaciones y autoinculpaciones, alimentando una histeria que sus colegas Becerra y Valle aceptaron como una verdad irrefutable.

3. Las Confesiones no se Obtenían con Tortura, sino con Presión Psicológica

Aunque la tortura era un método judicial de la época, en Zugarramurdi, los inquisidores Becerra y Valle prefirieron una técnica de presión psicológica mucho más sutil y devastadora. El método se basaba en un principio clave: «ocultar los cargos». Los acusados eran mantenidos en aislamiento y se les exhortaba constantemente a «decir la verdad» para salvar su alma, pero sin revelarles jamás de qué se les acusaba. Este vacío de información, combinado con el aislamiento y la presión constante, creaba un estado de confusión y desesperación absolutas. Era una forma de lavado de cerebro no intencionado. Los prisioneros, desesperados por complacer a sus jueces, aprendían qué confesar en las «conversaciones nocturnas mantenidas en los calabozos». En la oscuridad de sus celdas, los acusados más veteranos instruían a los recién llegados sobre qué tipo de historias de aquelarres, sapos y maleficios esperaban oír los inquisidores, construyendo así las falsas confesiones que el tribunal demandaba.

Si las víctimas del resto de Europa pudiesen levantarse de las cenizas de las hogueras, declararían como las de España: «Fuimos inocentes».

4. El Inquisidor Usó «Experimentos Científicos» para Desmentir la Brujería

Mientras sus colegas Becerra y Valle se contentaban con las confesiones obtenidas bajo presión, Alonso de Salazar, como un detective de la Ilustración atrapado en un mundo de superstición, aplicó métodos empíricos para verificar cada afirmación. Su «descomunal trabajo de campo» fue un ejercicio pionero de racionalidad. Dos de sus métodos destacan por su sencillez y brillantez:

1. Verificación de Hechos: Cuando los testigos juraban que los aquelarres se celebraban en un prado específico en una noche determinada, Salazar acudía él mismo o enviaba a sus secretarios en secreto para observar. Noche tras noche, su informe era el mismo: en aquellos lugares no ocurría absolutamente nada. Nadie acudía. El aquelarre era una fantasía.

2. Análisis de Pruebas Físicas: Salazar buscó los supuestos ungüentos y polvos mágicos que las brujas confesaban usar. Al encontrarlos y hacerlos analizar, descubrió la mundana verdad: las «brujas» los fabricaban bajo la presión de los curas locales, usando ingredientes caseros e inofensivos como tocino derretido, hollín de chimenea, hierbas comunes e incluso ciruelas silvestres cocidas.

Este enfoque metódico, que contrastaba radicalmente con la credulidad de sus compañeros, fue clave para desmantelar la base fáctica de toda la caza de brujas.

5. La Inquisición Admitió Públicamente su Error

El hecho más sorprendente de esta historia es que la Inquisición, una institución con fama de infalible, reconoció públicamente su error, marcando la victoria total de Salazar sobre Becerra y Valle. Gracias a su insistencia y a la abrumadora evidencia que presentó, la Suprema Inquisición no solo detuvo las persecuciones, sino que emitió un documento conocido como el «edicto de silencio». Este edicto fue una obra maestra de cómo salvar la cara burocráticamente. En lugar de una disculpa directa, la Inquisición admitió que en el proceso hubo «graves y continuos inconvenientes que recibía la verdad», mencionando las «amenazas, temores o violencias» que habían sufrido los acusados. Al culpar a factores externos y ordenar que no se hablara más del tema, la institución logró desactivar la histeria colectiva que sus propios inquisidores habían ayudado a propagar, pero sin socavar su autoridad. Fue un acto extraordinario, una repudiación de los métodos de Becerra y Valle y una validación completa de la lucha solitaria de Salazar.

Conclusión: La Compleja Realidad Detrás del Mito

La historia de las brujas de Zugarramurdi demuestra que la Inquisición española fue mucho más matizada que el mito monolítico de crueldad. La figura de Alonso de Salazar Frías nos enseña que, incluso dentro de las instituciones más temidas, pueden surgir voces de la razón y la humanidad. Su solitaria batalla contra la histeria de una sociedad entera y el fanatismo de sus propios colegas no solo salvó incontables vidas, sino que nos dejó un legado invaluable sobre el poder del pensamiento crítico frente al dogma.

¿Qué nos enseña la historia de Salazar sobre la importancia de la duda metódica y la búsqueda empírica de la verdad, incluso cuando la histeria colectiva parece abrumadora?

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