En un pequeño pueblo bastante sobrio y solitario se rumoreaba una leyenda, una chica llamada Clara, que hace muchos años atrás vivía en aquel pueblo, era una chica con una belleza que opacaba fácilmente a cualquier otra chica del pueblo, recibía cientos de elogios por su belleza, pero también miles de insultos por todas las chicas que la envidiaban, tanto era el odia de una de esas chicas que un día invitó a Clara en un edificio abandonado e inhóspito para «charlar», cuando Clara llegó al lugar recibió un cálido saludo por parte de la chica, sin percatarse de las sombrías y retorcidas intenciones de la chica Clara confió en ella y empezaron a charlar, en un momento Clara se dio la vuelta, momento que la chica aprovechó para golpearla en la cabeza y dejarla inconsciente. Al despertar Clara sintió un dolor indescriptible en su rostro, la chica había cortado con unas tijeras la boca de Clara, la gran herida le provoco el desangramiento hasta morir de una forma agonizante. Después de un par de días la policía no pudo encontrar pruebas suficientes que demostraran quien cometió aquel crimen, la chica empezó a ver una silueta sonriente con la misma herida que ella le había hecho a Clara, pensó que solo estaba traumada por lo que había hecho y que todo estaba en su cabeza, sin embargo al cabo de unos días desapareció, su cuerpo fue encontrado mutilado en un río y por más investigaciones que hizo la policía no encontraron ni una sola pista sobre su muerte, como si un fantasma la hubiera asesinado.
Aunque solo era una leyenda más del montón despertó la curiosidad de Ernesto un habitante de aquel pueblo, era bastante aficionado de las cosas paranormales, aunque realmente no creía en nada de esas leyendas le gustaba investigar sus trasfondos, al escuchar esa leyenda y saber donde estaba ubicado aquel edificio decidió aventurarse a explorarlo para ver si realmente podía haber existido esa chica, o mejor aún, si podía existir lo paranormal y toparse con el fantasma de Clara. Al llegar era de noche, lo que aumento un poco los nervios de Ernesto, pero se convenció a si mismo de que esas leyendas no eran reales, solo iba acompañado por una linterna para poder ver, empezó a recorrer el lugar y a su ves tuvo un mal presentimiento, se le puso la piel de gallina y empezó a sentir como si una presencia lo acechara, pero no dio marcha atrás, mientras más avanzaba sus nervios aumentaban, escuchaba crujidos que no provocaba el y el aire le provocaba escalofríos. En un punto no pudo más y decidió irse y volver otro día cuando fuera de día, sin embargo algo lo paralizo, una sombra con ojos verdes, Ernesto no pudo hacer más que pronunciar una débiles palabras -¿quién está ahí?- al no recibir respuesta caminó hacia la sombra mientras su cuerpo temblaba y el sudor resbalaba de su frente, cuando se acercó lo suficiente como para que su linterna alumbrara con claridad la silueta negra quedo petrificado al ver a Clara, sus piernas fallaron haciéndole caer y soltar su linterna, Ernesto no pudo hacer más que ver como el fantasma de Clara abría una tijera y sentir el corte en su cuello.
Al pasar los días la policía encontró su cuerpo mutilado y tirado en un río al igual que hace varios años con la otra chica, lo cual seguramente plantaría curiosidad en otra persona para visitar aquel lugar donde dice la leyenda, que habita «La bella sonriente».
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