Me clavaron un puñal.
Me clavaron un puñal en la espalda para ser más exactos, supongo que esa es la razón de que no los veamos venir ¿no?
Una cuchillada que te hace sangrar y duele por fuera, pero arde por dentro, y es curioso porque aunque sea por detrás, lo sientes como si te apagaran un cigarro en el pecho.
La sangre corre, se esparce rápido, pero más tus lágrimas que, en milésimas de segundos empapan tu cara.
¿Cómo pude confiar otra vez? suele ser la pregunta, bueno en mi caso, desgraciadamente, lo es.
Hablo de esas personas que son «buenas», que callan, que juegan a hacer el mejor papel, esos que siguen el mejor guion.
Hablo de esas personas que con perfil bajo van manejando los hilos de otras que creen que están al mando, pero que no son más que marionetas en una escena y un teatro de madera a merced de esos títeres que desde arriba los observan.
Hablo de esas personas «perfectas», pero que curiosamente nada han logrado.
¿Envidia?
¿Odio?
¿Ira mal gestionada?
¿Celos?
¿Enfado?
¿Rencor?
¿Qué será… será?
Yo solo se que me clavaron un puñal.
No me malinterpretéis, no pido sonrisas constantes, ni aplausos cuando entro en una sala, tampoco que se rían de mis chistes que hago a propósito sin gracia. Pretendo ¿honestidad?
Qué fácil es llevar la sinceridad y la comunicación por bandera y ponerse medallas cuando llevas un «as en la manga», cuando hablas por detrás y apuñalas por la espalda.
Aires de rey, acorralado cual caballo e inmaduro como una sota de oros, de espadas, de copas o bastos, da igual el que sea, elige tu el «palo».
¿Sabes ya de qué hablo?
Hablo de esas personas que nunca hacen ruido, aquellas que asienten porque todo les va bien, que nunca quieren regalos y que siempre están ahí, pero no para tenderte la mano, sino para tirar de ella y ocupar tu espacio.
Quizá pensáis que soy ilusa o inocente, quizá pensareis: «vaya descubrimiento, la gente es falsa ¿y qué?» pues contestaré con un simple: «no me lo esperaba de él».
Cobardes disfrazados, aquellos abanderados del valor y del coraje que no tienen, esos que no son capaces de enfrentar cara a cara lo que está pasando… hasta que se ven obligados y sale su verdadera faceta… su verdadero «palo»: ese rey, esa sota y ese caballo.
¿Os ha pasado? ¿Qué cosas habéis escuchado? y todo esto viene por… CONVERSACIONES.
Esas que se supone que «son de mala educación escuchar».
Tu eres el que escucha, el que llora y el que sangra, tu eres quien recibe la puñalada, pero también eres el culpable de «andar por ahí escuchando» cuando no debías estarlo, ¡Qué cinismo tan exacerbado!
Creo que hay pocos cuchillos de cocina que podrían haberme hecho más daño…
¿Qué hacemos? ¿Jugamos al ver, oír y callarnos?
Estoy enfadada, dolida y herida y entre cicatriz y cicatriz escribo de vez en cuando porque creo no soy la única que puede haber sentido este daño.
En fin, lo que si puedo decir es que, si empiezo un juego de cartas, elegiré bien a quien tengo al lado, porque antes que a un «poker face» prefiero a un joker con su sonrisa de lado a lado, ese a quien se le ven venir las intenciones y que por lo menos te enseña los dientes antes de apuñalarte de frente.
-AMB-
OPINIONES Y COMENTARIOS