Skyline Maldito: Ecos de la Carretera Espectral

Skyline Maldito: Ecos de la Carretera Espectral

En los barrios más sombríos de la ciudad, donde la luz de la luna apenas penetra entre los edificios abandonados, se contaba una leyenda sobre un Nissan Skyline , negro como la noche más profunda. No era un auto cualquiera; se decía que estaba maldito, poseído por una entidad oscura que se alimentaba del miedo y la velocidad.

 
El Skyline aparecía de repente en las carreras clandestinas, conducido por una figura fantasmal, un espectro al volante cuyo rostro nunca se lograba ver. Los que se atrevían a desafiarlo, desaparecían sin dejar rastro, sus autos convertidos en chatarra retorcida, sus almas atrapadas en el interior del Skyline maldito.
 
Se decía que el auto había pertenecido a un corredor obsesionado con la velocidad, un hombre que había sacrificado todo para alcanzar la perfección al volante. En su búsqueda implacable, había invocado fuerzas oscuras, sellando un pacto con entidades del más allá. Pero el precio de su ambición fue demasiado alto: su alma quedó ligada al Skyline, condenado a vagar por las calles eternamente.
 
Una noche, un grupo de jóvenes temerarios, atraídos por la leyenda, decidieron buscar el Skyline maldito. Se adentraron en los barrios más peligrosos, siguiendo los rumores y las pistas que circulaban entre los corredores callejeros.
 
Finalmente, lo encontraron. Estaba estacionado en un callejón oscuro, su silueta amenazante recortada contra la luz tenue de un farol. El aire se sentía pesado, cargado de una energía siniestra. Uno de los jóvenes, un mecánico experto, se acercó al auto con cautela. Al tocar la carrocería, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
 
De repente, el motor rugió con una fuerza sobrenatural. Las luces se encendieron, iluminando el rostro espectral del conductor. Era una máscara de dolor y desesperación, una imagen grabada a fuego en la memoria de los presentes.
 
El Skyline se lanzó a la carretera, arrastrando consigo a los jóvenes a una persecución infernal. Las calles se distorsionaban, los edificios se desdibujaban, la realidad se desvanecía. Los jóvenes gritaban aterrorizados, atrapados en una pesadilla sin fin.
 
Al amanecer, solo quedó el silencio. El Skyline maldito había desaparecido, dejando tras de sí un rastro de destrucción y locura. Los jóvenes nunca fueron encontrados, sus nombres borrados de la memoria colectiva.
 Desde entonces, nadie se atreve a mencionar el nombre del Skyline maldito. Se dice que aún vaga por las calles, buscando nuevas víctimas para alimentar su sed de velocidad y terror. Si alguna vez lo ves, huye. No te detengas. No mires atrás. Porque el Skyline maldito siempre encuentra a su presa.

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