Blaze! Capítulo 122

Capítulo 122 – Ataque coordinado.

Creo que es tiempo de que
intervenga –dijo el falso Chained God usando
la voz de Ed,
asomándose a uno de los balcones del castillo, viendo como una
espesa y oscura niebla comenzaba a cubrir el campo de batalla.

Aprovechando
la creciente oscuridad del terreno, los poderes necrománticos de Ed
empezaron a reanimar a los muertos de los dos bandos, levantándose
los que aún conservaban ambas piernas y arrastrándose con los
brazos los que estaban divididos por sus torsos,
dejando
atrás algunas de sus vísceras en el piso
.
Algunas cabezas también se reanimaron, esperando ser arrojadas como
municiones mordedoras que al menos sirvieran para distraer a los
enemigos. Starmancer chilló al ver el tétrico espectáculo
de
las centelleantes mandíbulas
.

No
te preocupes, no los morderemos a ustedes –dijo uno de los muertos
andantes, caminando con desdén al lado del mago—. Muy a mi pesar,
los reconozco.

Ed
explotó en carcajadas al ver la
expresión
de miedo
de
Starmancer a través
de
los ojos
del
muerto reanimado, siguiendo con la marcha de cadáveres que ya
empezaban a atacar a sus enemigos.

Excelente,
ahora podemos concentrarnos en los grandes, que los muertos se
encarguen de los peones –dijo Blaze, reuniéndose con Hänä y
Starmancer, planeando como enfrentar al conglomerado de camarones.

Tenemos
que actuar de la forma
más eficiente posible, hay que hacerle frente a Yamm todavía y
quizás también a Baal –observó Hänä—. No sabemos como
resultará esta batalla ni que tan desastrosa se pondrá y no podemos
darnos el lujo de quedarnos sin fuerza ni magia.

Yo
creo que tenemos que dejarlos que se maten entre ellos –comentó
Starmancer, prefiriendo no arriesgar su vida ni la de la
embarazada Camellie por
intentar estar salvando a otros.

Entonces,
¿cuál es el plan, jefa? –dijo Blaze a su amiga, ocultándose los
tres hechiceros de
sus
enemigos y usando la neblina de tinta a su favor, aunque notando lo
oscurecida que tenían la piel y sus ropajes—. Deberíamos
cubrirnos los ojos de alguna forma, ya me están ardiendo.

Tienes
razón –dijo Starmancer, fregándose los ojos con ambas manos,
sintiendo lo mismo que Blaze.

Los
tres magos, a su manera, usaron algo de su magia para mantener sus
ojos libres de tinta, manteniendo su visión lo más nítida que el
entorno les permitiera. Comenzaron
entonces
a planear su
ataque contra la fusión de camarones golpeadores.

Asumamos
que no les incomoda pelear en la oscuridad… –dijo Hänä,
comenzando con el plan.

¡Dependen
de las patas de los bichos para desplazarse! –exclamó Starmancer,
recibiendo una mirada de incredulidad y obviedad de parte de las
hechiceras, aunque ni siquiera se enteró de que no fue un aporte.

Hay
que ver como deshacerse de sus tenazas dispara rayitos –comentó
Blaze—. Los tentáculos que no usaron para aferrarse
están “atentos” para protegerlos, son rápidos y les permiten
seguir atacando mientras cargan sus bolas de luz explosivas.

Digo,
quizá no se mueven mucho con esas patas, pero tenerlos quietos en un
solo lugar nos permitirá reducir sus movimientos y
atacarlos –comentó
Starmancer, ahora si siendo de ayuda—. No creo que tengamos que
romperles todas las patas, con algunas que destruyamos, las otras no
podrán soportar
todo el peso de su estructura unificada…

¡Exacto!
–dijo Hänä, ahora
sí tomando en consideración las palabras del mago—.
Eso es un buen inicio, primero nos encargamos de las patas
inferiores, no todas, después pasamos a las superiores y más
peligrosas.

Los
magos se quedaron discutiendo el qué, cómo y cuándo de su ataque
coordinado, repasando su actuar y elaborando situaciones hipotéticas
que pudieran desordenar su plan, poniéndose de acuerdo y
disponiéndose a atacar.

Esperemos
salga todo como lo planeamos –dijo Blaze, haciendo estiramientos de
brazos, moviendo la cabeza de lado a lado para tronarse las vértebras
y chocando sus puños—. Esto se pondrá interesante.

Starmancer
extendió
su
brazo
para detener a las magas, mirándolas a los ojos y haciendo señas
apuntándose a

mismo y a la distancia, para luego apuntarlas, golpear la palma
izquierda con su puño derecho dos veces y luego frotarse los dedos
de su mano derecha mientras la elevaba a la altura de su cabeza, como
si intentara limpiar polvo de la yemas de sus dedos, saliendo
disparado a la dirección que había apuntado, dejándolas solas
y
descolocadas
.

Eeeeh…
¿Entendiste algo de lo que quiso decir con eso? –preguntó Blaze a
su amiga, recibiendo como respuesta un par de hombros elevándose con
una mueca de interrogación—. Menos mal no fui la única…

Hänä
y Blaze comenzaron con la primera parte de su plan, preparando varios
artilugios que les servirían como armas para atacar a los tres
camarones, esperando a poder lesionarlos lo suficiente como para
inmovilizarlos, dándole la oportunidad a Starmancer para que
prosiguiera con la segunda parte del plan.

¿Tienes
suficientes? –preguntó Blaze a su amiga, quien ya vestía su
armadura negra, posando
sobre esta una gran cantidad de esquirlas oscuras parecidas a
cuchillas, las
cuales quedaron pegadas e inmóviles en su posición, con
las cuales atacarían a tres
de los
cuatro
seres unidos.

Creo
que sí, ahora solo debo darles donde corresponde, pero todo depende
de cómo se comporte el señuelo –dijo Hänä con ojos sonrientes,
sabiendo lo que le esperaba a su amiga.

Claro,
maldita, te cargo las dagas y para más remate esto… –dijo Blaze
apuntando
a las esquirlas y luego al cielo,
mentalizándose, golpeando sus mejillas con ambas manos—. Esto se
lo voy a cobrar, ¡a los dos!

Blaze
se elevó
del
piso
, saliendo
de la negra neblina que ocultaba a todos los contendientes que
seguían batallando entre las sombras, solamente escuchándose sus
gritos, explosiones y choques de sus afiladas armas. La hechicera
se
posicionó a mediana altura y
lanzó
una Fire Ball para llamar la atención del conjunto de animales,
impactando una de las tenazas de los camarones, acercándose para
hacer que el pulpo intentara atacarla, moviéndose por el lugar como
si se tratara de una
molesta
mosca,
esquivando golpes de tentáculos y objetos que recogían desde el
campo de batalla
y
lanz
aban para
intentar
derribarla.

Estoy
bien, estoy bien –dijo para sí misma Blaze, deteniendo su vigoroso
vuelo por un momento, quedándose quieta en el aire para esperar que
se le pasara el mareo, lanzando pequeñas Fire Ball para mantener a
las criaturas interesadas en ella—. Sí,
acá sigo, intenten darme. Espero
esta maldita termine pronto con su parte…

Hänä
se escabulló y aprovechó su altura para pasar desapercibida,
lanzando sus dagas de hielo oscuro a las partes carnosas intermedias
de las patas de los camarones, clavándolas en esos lugares.
El
campo de batalla estaba revuelto, debiendo esquivar los latigazos de
los tentáculos que atacaban a todo enemigo que se acercara lo
suficiente, como también a los escualos que corrían e intentaban
cercenar las cabezas de quienes encontraran en los costados de su
camino, embistiendo a los que encontraban de frente.

¡Mierda…!
–susurró con fuerza Hänä, sudando
dentro de su armadura debido al constante esfuerzo que le exigía
lanzar las dagas de hielo y tener que protegerse de los enemigos,
perdiendo
algunas de las esquirlas por culpa de la oscuridad, impactando quien
sabe donde con
estas,
quedándose con pocas armas para seguir
con su
plan—. ¡Blaaaaaaze, necesito ayuda acá abajo!

¿Qué
sucedió? –se preguntó la maga, intentando encontrar a su amiga
dentro de la oscura niebla, esquivando
una bola de luz lanzada por uno de los camarones—.
¡¿Dónde estás?! ¡Grita de nuevo!

Un
largo brazo hecha de
agua y terminado en una
mano emergió desde las tinieblas, haciéndole señas a Blaze para
que se acercara, no perdiendo nada de tiempo la hechicera en
seguirla, internándose de nuevo en la oscuridad. Hänä
se estaba valiendo de los muertos caminantes para defenderse y
aprovechar de descansar.

Perdí
algunas dagas …­–susurró Hänä con
pesadumbre y cansancio—
ya
lancé las que me quedaban, pero debemos
hacer más.

¿Y
no puedes recuperarlas con tus poderes? –preguntó Blaze con el
estómago revuelto y el ánimo trastocado.

Podría,
pero puedo confundirlas con las que ya se clavaron y sería trabajo
en vano, si pudiera verlas, lo haría sin problema, pero…
–explicó Hänä con desgano—. ¡Maldición!

Ya,
no te preocupes, hagamos un par más y vuelvo a volar, no debe darse
cuenta de lo que estamos haciendo o Starmancer no podrá hacer su
parte –respondió Blaze, procediendo a crear
nuevas dagas junto a su amiga, otorgándoles su poder según lo
planeado.

Starmancer
estaba
oculto en
la cima de una de las grandes piedras que Bröck había levantado
antes de la batalla, esperando su turno
para
atacar y
también
no ser visto por alguno de sus enemigos mientras estaba escondido.

Vamos, chicas, apresúrense
–pensó el mago, mirando con desesperación a todos lados, pero
hasta ahora estaba pasando desapercibido.

Blaze
agarró una cabeza de tiburón manejada por el falso Chained God y la
lanzó a uno de los tentáculos del pulpo que unía a los camarones,
esperando que con su mordida ayudara a desconcentrar al animal.
También pateó una cabeza humana en la misma dirección, con
similares intenciones, aunque terminó impactando a otro enemigo que
se cruzó en el camino.

Suerte
no fue un compañero… Listo,
a seguir volando –dijo Blaze mientras
se limpiaba en sus ropajes la sangre que manchaba sus manos, fluido
que había manado de la cercenada gran cabeza recién arrojada.
Movió
en círculos
ambos ojos dentro de sus órbitas de
forma juguetona mientras miraba a Hänä,
para
liberar algo de tensión entre tanta masacre,
aunque
terminó mareándose
nuevamente, deteniéndose por unos segundos antes
de volver a elevarse—.
No, espera, eso no se sintió bien, espera….

Después
de unos segundos
de
descanso
y una
inspiración muy profunda y llena de tinta, Blaze se elevó por los
aires, volviendo a ser el señuelo y darle tiempo a su amiga para que
esta vez se asegurara de clavar todas las dagas en los lugares
indicados, tarea que completó exitosamente después de unos breves
minutos que se sintieron eternos para la hechicera de fuego.

¡Ahora,
Blaze!
–gritó Hänä con todas sus fuerzas, señalándole a su
amiga
que le tocaba su parte, alejándose
del conjunto de animales.

¡Entendido,
jefa! ­–respondió Blaze, haciendo explotar las dagas
incrustadas en las partes blandas de las patas de los camarones, lo
que destrozó las extremidades inferiores
de
los animales.

Blaze
se mantuvo en el aire esperando a que los animales se desplomaran,
pero estos solo trastabillaron ante la falta de sus patas,
rodeándolos para evaluar la situación.

Eso
no salió tal como esperábamos –pensó Blaze mientras volaba
alrededor de las heridas bestias, decidiendo intervenir con su fuerza
mágica,
lanzando
una gran Fire Ball a uno de los seres cascarudos—. Toma esto,
maldito… ¡Ahora, Starmancer!

La
Fire Ball terminó empujando a todos los animales
por
el fuerte
impacto, lo que hizo que las patas restantes se rindieran ante el
peso total de la estructura,
quebrándose
como si fueran debilitados pilares,
dándole
el paso al mago que esperaba escondido su turno para atacar. Blaze
voló con rapidez al castillo, encontrándose de frente con el falso
Chained God, explicándole lo que tendría que hacer dentro de unos
segundos.

Mientras
Hänä servía
de nuevo señuelo,

Starmancer salía de su escondite y se dejaba caer como una
rápida
saeta sobre el
pulpo gigante, lacer
ando
su cabeza con su guadaña de luz, terminando indefectiblemente entre
las entrañas del octópodo.

¡Que
asco! –dijo Starmancer, emergiendo del interior del pulpo muerto,
de cuya cabeza manaba sangre y otras sustancias espesas y olorosas,
limpiándose el rostro con sus sucias manos, escupiendo parte de los
fluidos que tragó al terminar dentro del ser.

El
falso Chained God tomó control sobre el cuerpo del pulpo mientras
Starmancer se deslizaba para huir del lugar, aprisionando a los tres
camarones
usando
todos sus tentáculos, presionando con fuerza en las articulaciones
de las tenazas para intentar destruirlas, lográndolo con dos de las
tres criaturas, ya que la tercera logró zafarse y atacar rápidamente
al octópodo poseído, destrozando su muerto cuerpo, rematándolo con
una de sus bolas de luz explosivas.

Tres
de cuatro destruidos, creo que no nos fue tan mal ­–dijo Blaze,
acercándose a Hänä, mientras intentaban ver donde se encontraba
Starmancer después de ejecutar
su plan.

El
camarón restante fue protegido por varios de sus compañeros
acuáticos,
después
de que
notaran
que este ya no podía movilizarse libremente, permitiéndole seguir
con sus poderosos ataques de luz a distancia.

¿Y
cómo le haremos para matar al último? ­–preguntó Starmancer,
llegando al lado de las muchachas, siendo amenazado y
rechazado de
inmediato por estas.

¡APESTAS!
Ni se te ocuga acegcagte a nosogras –dijo Blaze, tapándose las
fosas nasales con su mano izquierda.

Hänä
se abanicó la
nariz con la mano derecha y
disolvió
su armadura de hielo oscuro
para
envolv
er
a Starmancer con el agua de esta, removiendo la espesa capa de fluido
que estaba pegada a su ropa y piel, aunque eso no eliminó todo el
hedor que emanaba del mago. Luego de limpiarlo arrojó el agua al
piso, no volvería a usar ese líquido
para
protegerse
.
Starmancer quedó
levemente tinturado de pies a cabeza.

Es lo mejor que puedo hacer
ahora –dijo Hänä al mago, viendo que había quedado algo sucio
después de sacarle el fluido de encima.

Gracias,
Hänä, ahora es soportable –dijo Blaze, después de soltar el
agarre sobre su nariz y sentir una considerable disminución en el
horroroso aroma—. Volvamos a hacer otro plan.

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