(Una cafetería moderna, con carteles de ecuaciones y planetas colgando del techo. Newton está mirando un menú lleno de fórmulas.)
Newton:
(Frunciendo el ceño)
¿“Café cuántico con espuma de antimateria”? En mis tiempos, solo había té… y gravedad.
Einstein:
(Sonríe mientras revuelve su café)
Ah, querido Isaac, todo es relativo… incluso el sabor del café.
Hawking:
(Aparece con una taza en la mano)
Y si lo bebes cerca de un agujero negro, ni siquiera tendrás que preocuparte por lavarla después.
(Ríen los tres.)
Newton:
Bueno, muchachos, todo comenzó cuando una manzana decidió atacar mi cabeza. ¡Gravedad! Descubrí que la misma fuerza que la hacía caer mantenía a la Luna girando alrededor de la Tierra.
Formulé mis leyes del movimiento y la gravitación universal. El universo era un reloj perfecto, todo obedecía a mis ecuaciones.
Einstein:
(Asiente con respeto, pero pícaro)
Hasta que llegué yo con mi reloj derretido.
Descubrí que el tiempo no es absoluto, sino que depende del observador. ¡Boom! La relatividad especial cambió las reglas del juego.
Y luego, con la relatividad general, mostré que la gravedad no es una fuerza… sino la curvatura del espacio-tiempo.
Newton:
(Confundido)
¿Espacio… curvado? En mis ecuaciones todo era recto.
Einstein:
(Encogiéndose de hombros)
A veces, la realidad tiene sentido del humor.
Hawking:
(Interviene con un tono burlón)
Y luego llegué yo, a complicarlo aún más.
Combiné tus ideas, Albert, con la mecánica cuántica. Descubrí que los agujeros negros no son completamente negros: emiten radiación, ¡la famosa radiación Hawking!
Newton:
(Rascándose la cabeza)
Entonces… ¿los agujeros negros pueden evaporarse?
Hawking:
Exacto. Hasta los monstruos del universo necesitan un descanso de vez en cuando.
Einstein:
Es curioso, ¿no? Todos intentamos entender el universo, y el universo responde con acertijos.
Newton:
Yo lo veía como una máquina perfecta.
Einstein:
Y yo, como una sinfonía flexible.
Hawking:
Y yo, como un comediante cósmico que no quiere revelar el final del chiste.
(Los tres ríen. La camarera les sirve un postre llamado “Tarta del Big Bang”.)
Newton:
De algo estoy seguro: las leyes del universo pueden cambiar de forma, pero la curiosidad humana siempre las seguirá.
Einstein:
Sí… el conocimiento es como la luz: viaja, se expande y nunca deja de iluminar.
Hawking:
Y mientras haya alguien mirando las estrellas y preguntándose “¿por qué?”, la física seguirá viva.
(Los tres brindan con sus tazas de café cuántico. La luz de la cafetería se vuelve azulada, como si el espacio-tiempo se doblara suavemente a su alrededor.)
 
         Tres genios y un misterio
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